Para el tribunal, Pablo Torres fue el autor de los disparos

CIPOLLETTI (AC).- No le dieron crédito a la versión de Pablo Torres ni consideraron un atenuante que se haya autoincriminado. Por el contrario, el Tribunal entendió que Torres fue el autor de los dos disparos mortales; sospecha que en la instrucción había recaído sobre Facundo «Mascarita» Herrera.

«No escapa a esta Cámara del Crimen que la confesión de Torres no es la de quien espontáneamente reconoce su error y quiere colaborar. Interpretamos que se vio obligado por el peso de los indicios que surgieron al comienzo de la investigación y que como no podía ser de otro modo se fueron fortaleciendo durante la instrucción del proceso que llegó a tenerlo como prófugo durante un buen tiempo. Su intención fue ni más ni menos, al verse seriamente comprometido, que la de pretender desligar a sus consortes de causa», evaluaron los jueces.

Dijeron que incluso «pretendió acomodar su versión» y se anticipó al testimonio de Luis Maripil -el joven que comprometió sobre todo a Carilao- «tratando de descalificarlo con una falsa imputación sin mayores datos que su sola afirmación. Debe quedar claro que las pruebas cercaron a Torres, y con su confesión a medias por decirlo de algún modo, intentó colocarse en una situación no tan desventajosa frente al serio hecho que se le estaba acusando».

Como conclusión del fallo, previo a la resolución, los jueces narraron cómo habría ocurrido el hecho y colocaron el arma homicida en manos de Torres.

«Damos por cierto y probado que aquel 23 diciembre de 2004, siendo alrededor de las 22 horas aproximadamente, los acusados Facundo Herrera, Luis Carilao y Pablo Torres, portando armas de fuego sin contar con autorización ninguno de ellos, decidieron llevar adelante un robo en la chacra de la familia de Suriani, sita en calle Julio Dante Salto, entre ruta nacional 22 y ruta 65 de esta ciudad».

«Así las cosas, y previo a cortar un trozo del alambrado perimetral del inmueble aludido, ingresaron al predio y se dirigieron hasta un sector próximo a la vivienda, en la parte exterior del quincho, en el que se encontraron sorpresivamente con Suriani. Éste, pese a encontrarse en inferioridad numérica, decidió enfrentarlos. Fue duramente golpeado por los tres acusados, uno de ellos le propinó un brutal golpe en la cabeza con la culata de una de las armas de fuego que portaba, hasta que Pablo Esteban Torres quien también portaba un revólver calibre 32, le efectuó a quemarropa dos disparos mortales a Suriani.

El fallecimiento de la víctima fue de inmediato, como así también la huida de los tres imputados».

«En la comisión del hecho descripto, los prevenidos portaban de manera ilegítima (sin autorización alguna del Renar) un pistolón, calibre 14, marca Centauro, cañón ánima lisa con exterior poligonal nº de serie 38.837, culata recortada de madera y cañon recortado; un revólver cal. 38 Special y un revólver calibre 32», detallaron en el fallo.


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