Para sacarle viruta al piso
Una milonga como la de antes. Ésa es la propuesta para el próximo sábado 22, en la Sociedad Española de Roca, junto a esta orquesta típica del 2 x 4.
La orquesta típica Los Reyes del Tango está integrada por músicos argentinos provenientes de las orquestas más reconocidas, dirigidas por figuras de prestigio como Juan D’Arienzo, Héctor Varela, José Basso, Alfredo de Angelis y Miguel Caló. Con un equipo que integran Aníbal Cauda y Rafael Oribe, en bandoneones; los violinistas Ángel Berrocoso y Armando Solari; Aram Picini en piano; la voz de Rubén Guerra; y Ricardo Sánchez Rivera en contrabajo y dirección, estarán el próximo sábado 22, en la Sociedad Española de Roca para amenizar una milonga como verdaderamente manda el 2 x 4. Creada en el 92, los Reyes del Tango logró conexión inmediata con el público, convirtiéndose en preferida de milongas y festivales internacionales de tango en Italia, España, Portugal, Australia, Alemania, Suiza, Ecuador, Colombia, Brasil, Paraguay. “Río Negro” abrió el diálogo con su director, el contrabajista Ricardo Sánchez Rivera (que en octubre cumple 75), sobre la pobre difusión que el género tiene hoy. Salvo en aislados casos, como cuando cada año en agosto se desarrolla el Tango Buenos Aires Festival y Mundial, el 2 x 4 no es titular en suplementos musicales, mucho menos de tapa de diarios nacionales. Fuera de nuestras fronteras sucede algo bien diferente en cuanto a la resonancia del ritmo que simboliza a la capital del Plata. “Acá también somos conocidos, pero ocurre que al viajar tanta gente a Argentina, para los certámenes, llevan de regreso mucho material para sus países. Puede ser por eso y porque estamos en el centro de todo con respecto al tango, más allá de que es Patrimonio (Cultural Inmaterial) de la Humanidad. Somos los que lo inventamos. Pero no nos reconocen como en el exterior. Esas cosas suceden…”, dice Sánchez. Carnavales 1974 “Yo tuve la gran satisfacción, en los años 64 y 65, de integrar la orquesta del Maestro Juan (D’Arienzo),” recuerda Sánchez Rivera. “De toda la vida me gustó su estilo porque en el 44, 45, tenía yo 7, 8 años y viví esos momentos escuchándolo cuando tocaba por radio. Mi papá era bandoneonista y yo oía, cuando se juntaba con sus compañeros y amigos, a hablar del estilo de D’Arienzo. Me fui acostumbrado a sentirlo, a reconocerlo, a seguirlo. Y después cuando empecé a estudiar música, mi primer instrumento fue el bandoneón, que me enseñó mi propio padre. Y como me gustaba mucho también el jazz, aprendí a tocar también el contrabajo”, rememora. –Su instrumento actual, desde el cual dirige a Los Reyes del Tango. –Así es. Y me dediqué de lleno a él. De ahí vino el D’Arienzo que yo quería y soñaba algún día, poder integrar su orquesta. Bueno… Lo logré (ríe entre el pudor y el orgullo).” –Habrá compartido con él la época de los grandes bailes de carnaval que congregaban multitudes en los clubes de Buenos Aires… –Debuté con la orquesta del Maestro en el Club Comunicaciones… Eso fue para los carnavales en el verano del 74. Si me pregunta algo de esos momentos, no le puedo decir nada, porque estaba como en un sueño (sonríe Ricardo). Aquellos bailes ya no existen, ahora están las milongas. En Buenos Aires no quedan esos carnavales donde actuaban las grandes orquestas de tango y las llamadas características… Y había como una competición entre ellos, en los diarios salían las recaudaciones, quién iba primero, segundo, tercero… Como hacen ahora con los teatros de Mar del Plata o Carlos Paz, en vacaciones. –Épocas en que los jóvenes iban a bailar tango, pero también a escuchar, cerca del escenario. –Exactamente. Después, pasa hoy en las milongas y nos sucede a nosotros también –salvando las distancias, por supuesto– que en los últimos temas –terminamos con “Canaro en París” y “La cumparsita”–, que mucha gente deja la pista y se acerca a oírnos. Como antes, que los bailarines se arrimaban sobre todo para escuchar a los cantores. Es algo que nos llama tanto la atención, ¿no? –Por otro lado, Juan D’Arienzo era un espectáculo en sí mismo. –Como si fuera una orquesta aparte, un show, como se dice ahora. Nos animaba a todos, a los bandoneones, siempre haciendo chistes. Bromeaba cuando estábamos tocando. –En “Chantecler”, espectáculo de Mora Godoy que recreó la vida en ese cabaret porteño, la orquesta que toca en vivo es dirigida por un actor que imita a D’Arienzo en su manera de animar rítmicamente a los músicos… –Lo sabía. En la Avenida Corrientes. Me voy a remontar a un tiempo atrás. Nosotros estamos trabajando en “La Viruta” (Armenia 1366), un lugar de tango al que va mucho turismo. El hermano de Mora, Horacio Godoy, cuando nosotros empezamos ahí, hace veinte años de esto ya, le preguntó a nuestra representante, María Peralta, qué época de D’Arienzo hacíamos. Del 40, le contestó. Ah, la que a mí me gusta, dijo él. Este muchacho tiene toda la discografía del Maestro, es un fanático… Por ese lado habrá surgido la idea con su hermana… Si bien ninguno de los dos vivió la época. –Hay algo en su obra y la de su orquesta que obliga a considerarlo. –Uno de los bandoneones de Juan, Felipe Ricciardi, que estuvo treinta años con él, y el violinista Alberto Pando, cuando formo el actual grupo, yo ya contaba con dos señores que lo conocían a fondo… Ellos se fueron de gira, como decimos nosotros, eran grandes, así que prácticamente quedé solo… Esto es mi vida. Estoy cumpliendo sesenta años con la música, empecé con trece, catorce. ¡Era un pibe! Y nunca bajamos la guardia, aguantamos todo lo que vino, buenas y malas, tocando con distintas formaciones hasta poder armar la que queríamos. En el 92 arrancamos con los Reyes del Tango y hasta ahora no paramos. Hemos hecho muchos viajes. En 2002 nos presentamos en el Festival de Bologna, Italia, fuimos a Alemania, Australia, visitamos diferentes países desarrollando todo lo que aprendí acá. –Y ahora Roca, la Patagonia… –Sabemos que hay un público para el tango y para nuestro estilo, que gusta mucho. Hemos andado un par de veces por Comodoro Rivadavia y nos fue muy bien. Podemos ir tranquilos. Llevamos un modo de tocar tango que le hacemos sentir a la gente que se entusiasma. A cada lugar que vamos es como si fuera la primera vez, en el sentido de que ponemos todo lo necesario como en un debut, como siempre.
Los Reyes del Tango, en Roca
Eduardo Rouillet eduardorouillet@gmail.com
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