Paradigma de la seguridad
El fenómeno de la «inseguridad» no es nuevo, pero la actual realidad y crueldad de sus mentores sin importar género o edad de sus víctimas nos hace vivir en permanente incertidumbre y temor, por el potencial peligro que se nos presenta a diario a nosotros y a nuestros seres queridos.
Es criterio personal y seguramente el de muchos que deberíamos reformularnos el tema de los valores, su rescate, su reinserción y afianzamiento en la actual sociedad, ello desde el hogar, la educación en todos sus niveles, las instituciones de los poderes del Estado y la sociedad toda.
No es de esperar logros a corto plazo, ya que la propuesta para obtener un resultado cierto es planificar a largo plazo. La actualidad se debe aceptar tal cual es, pero debemos acentuar la contención hacia las próximas generaciones y poner énfasis en plasmar una política de seguridad que se dirija a controlar o desarticular las causas del delito y a optimizar la persecución delictiva.
El énfasis se debe poner en la «prevención» sin relegar las escalas o instituciones punitivas a su máxima expresión.
En esta orientación, y parafraseando sobre el espíritu de mi libro «Paradigma de la seguridad», un aporte desde la participación, editado en setiembre del 2006, es imperioso consensuar y diseñar en un gran debate o cónclave público una política de seguridad superadora, mediante un compromiso ciudadano como contrato social en el que intervengan los partidos políticos, los poderes del Estado, profesionales, técnicos, instituciones y la sociedad, aportando ideas y exigiendo el cumplimiento de los roles institucionales y así en red, progresivamente desde lo local, regional, provincial y nacional, diseñar e instrumentar una política de seguridad pública consensuada, coherente, articulada y de excelencia.
Si reflexionamos sobre una realidad. cada gobierno, debido a su tiempo de gestión de cuatro años, no puede obtener resultados o éxito al respecto. Sólo se está en lo coyuntural o mediático. Obviamente no dan los tiempos para aplicar los principios de planificación en cuanto a prioridades y tiempos de corto, mediano y largo plazos y es la constante de gobierno tras gobierno, máxime los cánones de un sistema judicial garantista para el victimario y que no se compadece con los derechos de la víctima.
Reflexionando: es necesario emular el criterio de la ley nacional de Tránsito, la que sabiamente nos impone la materia de Educación Vial, desde el Preescolar, primaria, secundaria y terciaria y, seguramente, a largo plazo se obtendrá el resultado buscado: orden y seguridad en el tránsito. En esta orientación, habrá que reformularse el sistema educativo en unanimidad en aras de revertir la tendencia de sustentar antivalores o subculturas como herencia generacional. Se han perdido en el tiempo las clases magistrales sobre solidaridad, compasión, derechos y deberes, ética, orientación laboral, etc. Que cada individuo en su futuro no esté en mora intelectual ni moral, que se halle capacitado y calificado para enfrentar el futuro. Además, sería loable insertar y practicar en la sociedad un nuevo valor: la «participación» y aportar soluciones, y no sólo reclamos. No se puede concebir la idea de que una minoría de antisociales tenga temorizada a una mayoría de ciudadanos de bien.
Existen teorías criminológicas que nos abren la mente para la comprensión del fenómeno delictual, como la «Teoría ecológica del delito», la que en resumen nos dice que la sociedad origina o produce delincuencia y, al igual que con la basura, está en la misma sociedad el organizarse para erradicar o desarticular la misma.
Otras como el «Aprendizaje social» en el que se reflexiona, ¿por qué el delincuente en lugar de orientarse hacia una vida virtuosa se dirige al mal?
La teoría del «etiquetamiento» en que el delincuente se da chapa o se siente orgulloso de ser antisocial, pues todo lo favorece. Es criminología pura.
Es oportuno decir que una política de seguridad de excelencia se divide en prevención primaria, secundaria y terciaria. Si convenimos que institucionalmente todas ellas deben estar cohesionadas, articuladas y conformadas con recursos de excelencia, en lo cuantitativo y cualitativo, en medios; capacitación, idoneidad y solvencia de sus recursos humanos para el cumplimiento eficaz de sus roles, tanto en la prevención general como en la específica o de persecución delictiva.
En lo inmediato, como propuesta se sugiere que desde la Comisión interpoderes de Seguridad de la provincia se impulse como proyecto de ley que los costes judiciales y el resarcimiento correspondiente de daños ocasionados por el delincuente sean pagados por la comunidad (municipio) donde el sujeto tenga domicilio. Es una forma de hacer contención delictual a través de la publicidad de los hechos. ¡Organicémonos!
CARLOS RODRÍGUEZ (*)
Especial para «Río Negro»
(*) Crio. Insp. (R) Policía Río Negro
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