Pasión azul y oro: En todos lados hubo una euforia incontenible

La fiesta se vivió en cada rincón de la Argentina

Los estallidos de euforia del pueblo boquense se extendieron desde Tokio como la lava de un volcán en erupción que arrastró la pasión popular hasta Argentina y todas sus ciudades del interior y la Capital Federal.

En la provincia de Buenos Aires, ciudades caracterizadas por sus plazas como Chivilcoy y Gorostiaga, tuvieron en ellas el epicentro de sus festejos, en muchos casos desenfrenados, pese a que varios de sus protagonistas ni siquiera pudieron ver el partido y apenas si alcanzaron a escuchar algunas alternativas retransmitidas por emisoras locales.

Como si fuese un clásico día domingo las calles de Bahía Blanca se poblaron de miles de entusiastas aficionados que festejaron con petardos y bombas de estruendos el triunfo.

En tanto en grandes metrópolis como Córdoba, bombas de estruendo marcaron la adhesión a este logro. A pesar de la lluvia, caravanas de automovilistas y jóvenes ataviados con los colores azules y amarillos se congregaron en la estratégica esquina de las avenidas General Paz y Colón, para dar rienda suelta al festejo.

Por contrapartida, en Formosa miles de hinchas de Boca salieron a las calles a exteriorizar su alegría por la obtención del título intercontinental.

En la localidad de El Colorado, distante a 170 kilómetros de la capital, Eusebia Vázquez y Sixto Ibarra, padres del defensor «xeneize», fueron protagonistas excluyentes de los festejos.

Una vez concluido el encuen-tro los simpatizantes boquenses y amigos de Hugo Ibarra llegaron hasta el domicilio de la familia y llevaron en andas a sus progenitores hasta un coche que encabezó la caravana por la ciudad del sur provincial.

«Hasta el intendente vino a saludarnos», dijo Eusebia Ayala sin poder ocultar su emoción. «Escuchamos el partido por la radio porque no tenemos cable», le dijo la madre del jugador a Télam.

En el punto más boreal del país, en La Quiaca, cientos de habitantes se concentraron en la plaza central para festejar la conquista, después de seguir atentamente por radio y televisión, en directo, las alternativas del partido. Largas caravanas de automovilistas, con banderas y otras insignias, sirvieron para poner color a la mañana norteña.

La plaza central de la capital salteña se colmó de fanáticos, y la algarabía se tiñó de color azul y oro.

También en Mendoza, centenares de simpatizantes con banderas de Boca arribaron en caravanas hasta el centro de la capital.

Las caravanas en su mayoría se concentraron por espacio de dos horas procedentes del oeste de la capital y de los departamentos de Godoy Cruz, Guaymallén y Las Heras, congregándose en el denominado «kilómetro cero», en la intersección de Peatonal Sarmiento y avenida San Martín. (Télam).

Los problemas de siempre

Al menos seis personas fueron atendidas ayer por personal médico durante los festejos que los hinchas de Boca Juniors protagonizaron en el centro porteño y en las inmediaciones del estadio la «Bombonera».

Así lo informaron hoy voceros del servicio médico de la ciudad, quienes relataron que sólo un simpatizante debió ser internado en el hospital Durand como consecuencia de algunos traumatismos sufridos.

El resto de los heridos fueron atendidos en el hospital Argerich, uno de ellos con heridas de arma blanca, pero fueron dados de alta.

En diversos momentos de la multitudinaria manifestación se produjeron corridas y peleas entre hinchas, como así también robos a ocasionales transeúntes.

Asimismo, varios simpatizantes resultaron ilesos al caer sobre ellos la marquesina de un local ubicado en la intersección de las avenidas Diagonal Norte y Carlos Pellegrini.

En tanto, una ambulancia del SAME fue destrozada por un grupo de hinchas que rompieron los vidrios.

También se registraron incidentes en diversas ciudades del interior, como Mendoza, donde decenas de hinchas se enfrentaron con efectivos policiales en pleno centro cuando aquellos habían comenzado a lanzar todo tipo de objetos con las vidrieras de locales comerciales.

El Alto Valle también festejó a lo grande

Todo el Alto Valle de Río Negro y Neuquén se vistió ayer de azul y oro. Apenas terminó el partido, minutos después de las 9, los fanáticos xeneizes de la región se volcaron a las calles para festejar el título.

Atrás había quedado el sueño producido por el madrugón que muchos se dieron un rato antes de las 7, porque no quisieron perderse los minutos previos del encuentro.

Los mates y las facturas fueron los principales compañeros de los que estuvieron prendidos a la televisión y a la radio desde muy temprano.

Entonces, después del partido, todo estuvo permitido: camisetas, gorros, banderas y silbatos. Fue así que la angustia y los nervios contenidos durante los 90 minutos del encuentro se transformaron en alegría desmedida inmediatamente después de que el árbitro colombiano diera el pitazo final.

Por esta razón, los hinchas de la región eligieron los tradicionales puntos de festejos para dar rienda suelta a su felicidad: plazas, esquinas y monumentos fueron los lugares en los que se concentraron para cantar, bailar y saltar.

Por supuesto, no estuvieron ausentes los cánticos de dedicatoria y las habituales cargadas para los seguidores de Ríver Plate.

De esta manera, se pudo ver a padres con sus hijos en brazos ataviados con la indumentaria xeneize, autos vestidos con banderas haciendo sonar sus bocinas mientras sus ocupantes vitoreaban al autor de los dos goles marcados ante el Real Madrid, Martín Palermo.

Los más osados se animaron a ir al trabajo con la camiseta y el gorro puestos. La explicación la dieron ellos mismos: «Una copa Intercontinental no se gana todos los días. Por eso, no podemos parar de festejar en cualquier lugar».

Y tienen razón. El título conseguido merece ser celebrado a lo grande, sobretodo en un país en el que el fútbol es toda una pasión. (AR).


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