Pequeños emprendimientos: la opción en Valcheta para gambetear la crisis

Varias familias buscaron alternativas para subsistir. Los productores reclaman ayuda para poder crecer.

VALCHETA (Enviado especial, Pedro Caram).- Mientras sigue latente el sueño de la reactivación minera y ganadera, y tanto el asfalto de la ruta 23 como la explotación turística empiezan a ser más realidades que sueños, varias familias de esta localidad de la Línea Sur subsisten de lo que sus microemprendimientos producen.

Los artesanos de los productos regionales realizados con materia prima de la zona confían en que la asistencia del Estado posibilite incrementar sus producciones y desarrollar actividades que por ahora les sirven para consumo personal o para la venta a pequeña escala.

El vino, producto tradicional de las chacras del norte de Valcheta, situadas en el sector del arroyo conocido como Punta de Agua, está mejorando su calidad cosecha tras cosecha.

Sin embargo, las producciones son cada vez menores por las dificultades económicas y apenas alcanzan para el propio uso en la chacra, para agasajar a algunos visitantes y en poca cantidad para vender entre amigos.

Los chacinados que produce Segundo Ruíz en su propia casa, en cambio, mejoran y aumentan cada año. Ruíz tiene la ventaja de comercializarlos en su supermercado, ubicado en una clásica esquina de la ciudad. (Ver aparte)

También hay dos aserraderos, que dan trabajo a unas 15 personas cada uno. «Hacemos sólo cajones y pallets de álamo, que se usan para exportación, porque otros productos de más calidad requieren maquinarias con mayor tecnología que nosotros no hemos podido comprar», afirma «Pocho» Cabrio, su propietario, reconociendo la necesidad de créditos blandos, o de subsidios que permitan la ampliación de emprendimientos productivos como el suyo.

Valcheta está ubicada sobre el valle que forma el arroyo del mismo nombre. La localidad creció fundamentalmente por la explotación de lanas. Aún perduran viviendas y vehículos de los años cuarenta, que entonces eran mansiones y grandes coches, símbolos de la bonanza económica.

Pero esos tiempos quedaron lejos y la lana perdió precio. En las chacras ahora hay bovinos y cerdos. Estos animales también generan confianza para la explotación pero no son buenas épocas para la crianza.

«Esta es una excelente zona para la cosecha de uva dulce, ya que la tierra es muy especial», expresa Hugo Sella, un chacarero que tiene sus viñas a pocos minutos del centro de la ciudad.

El hombre en los últimos años fue instalándose como uno de los más reconocidos hacedores de vino de la zona, tras el lento ocaso de don David Voltolini, un colega suyo, cuya chacra se ubica haciendo un rodeo camino a Punta de Agua.

Voltolini, un hombre de 71 años, fue durante años sinónimo del vino «patero». Sin embargo, esta última temporada sólo hizo 900 litros, destinados al consumo personal porque no hubo fondos para incrementar la producción.

Sella, en cambio, pudo hacer unos 2 mil litros. Bastante comparado con lo que pudo hacer su vecino, pero mucho menos que en otros años, cuando llegaba a los 8 mil.

Con lo que produce, Sella despunta el vicio de realizar vino, continúa la tradición y obtiene unos pocos pesos que complementan lo que recauda en las ferias a través de la venta de papa, cebolla, uva y verduras.

La producción de vino no deja margen

La familia Voltolini es un símbolo del vino de chacra en Valcheta. «La gente de afuera entraba a la localidad preguntando por el gringo grandote que hace vino», dice David, ahora de 71 años.

«La gente de Valcheta no compra mi vino, porque dicen: «¿qué va a ser bueno?, si lo hacen acá», expresa con resignación. Pero los tiempos del vino quedaron atrás. Hoy solamente lo produce para no perder «la muñeca».

En un galpón guarda las típicas bordalesas con las que su padre y luego él trabajaron. Hoy se dedica a sus vacas, con las que pretende hacer unos pesos cuando las carnee. «A veces ordeñamos pero para nosotros», afirma. Su hermana, única compañía además de algunos peones que los ayudan, recoge las verduras que siembran. Con su producción subsisten. Comercializan una parte y el resto lo consumen.

Licores de todos los sabores

Néstor Basanta se presentó en la última feria de la Fiesta Provincial de la Matra y la Artesanía y sorprendió a todos.

En su stand ofrecía a probar licores de los más originales sabores, realizados con productos de la región.

Por el momento se dedica a crear y vende un poco entre los conocidos. Pero su idea es perfeccionarse y comercializarlos en forma más sistemática.

Uno de los que más llama la atención es el de tomillo, planta muy utilizada como condimento, pero que pocos imaginarían transformada en bebida alcohólica.

También utiliza pelones, guindas, membrillos y damascos que compra en las mismas chacras de Valcheta. La producción la realiza en su casa. Cada licor requiere una preparación especial y un tiempo de madurez que ronda los seis meses.

Embutidos, los más exitosos

El más exitoso de los emprendimientos familiares de Valcheta es el de Segundo Ruiz, propietario del supermercado El Ruiseñor, quien elabora los más exquisitos embutidos y chacinados caseros de la región.

Lleva 40 años en el oficio y hoy sus productos son apetecidos por gente de afuera y de la localidad que pasa por su comercio fundamentalmente a adquirir sus especialidades.

Hace cuatro décadas Ruíz y un alemán de apellido Fester «facturaron» un par de cerdos y allí aprendió los secretos del oficio. Pero recién hace diez años, empezó a producir embutidos en forma comercial. Compró algunos libros, los adaptó a sus propios conocimiento adquiridos en los 30 años anteriores y poco a poco perfeccionó su trabajo.

Ahora, año a año va aumentando la producción. «Factura» entre 15 a 20 chanchos por año, lo que le permite tener stock suficiente todo el año. El trabajo fuerte se da entre los meses de abril a octubre. Durante ese período la enorme casona de Ruíz se transforma en un gran depósito de chacinados. Según la humedad, la familia traslada los jamones desde el altillo al sótano o a las oficinas del frente.

Cada chancho pesa entre 150 y 180 kilos de los cuales se aprovechan entre 100 y 120. Según la alimentación y la crianza se definirá si el cerdo tendrá o no panceta y cuál será la calidad del producto. Ruíz cuida todos los detalles. Entre abril y octubre Ruíz, con sus 64 años, dedica semanalmente al menos 4 días a los chacinados. Durante el resto de los días realiza otras tareas relacionadas con su mercado o con las chacras.


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