PERFIL: Una sonrisa a toda velocidad

Lo único que logró borrar el gesto de felicidad de su rostro fue el accidente que a punto estuvo de costarle la vida, pero no tardó mucho en recuperarlo y en asimilar que el destino le había regalado otra oportunidad.

FÓRMULA UNO

Su pelo rubio y su sonrisa eran inconfundibles en el paddock de la Fórmula 1, el hábitat natural de María de Villota, una persona que vivió a toda velocidad tanto dentro como fuera de los circuitos.

Lo único que logró borrar el gesto de felicidad de su rostro fue el accidente que a punto estuvo de costarle la vida, pero no tardó mucho en recuperarlo y en asimilar que el destino le había regalado otra oportunidad. Sin embargo, ésta fue mucho más corta de lo que hubiera deseado.

“La vida es un regalo” fue el lema que guió la “segunda” vida de la piloto española, que falleció hoy a los 33 años por causas naturales mientras dormía en un hotel en Sevilla.

De Villota nació en una familia ligada al motor: su padre, Emilio, fue piloto de Fórmula 1 en la década de 1970 y su hermano, también Emilio, compartió con ella los primeros karts. Sin embargo, no fue el hijo varón el que tomaría el testigo del padre.

Fue la mujer la que logró escalar peldaño a peldaño en un mundo reservado para los hombres. De Villota era una persona con una gran determinación y fue haciéndose un hueco en el asfalto hasta llegar a ser piloto probadora de Marussia. Estaba a un paso de convertirse en la primera española en competir en la Fórmula 1 -y la tercera mujer de la historia- cuando su vida cambió radicalmente.

De Villota renació el 3 de julio de 2012 en el aeródromo de Duxford. La española chocó violentamente contra un camión cuando probaba un Fórmula 1, sufriendo un duro impacto en la cabeza. Logró escapar de la muerte y perdió un ojo, pero De Villota siempre aseguró que aprendió de aquella experiencia.

“Cuando te pasa algo tan bestia, cuando sientes que has tenido una segunda oportunidad en la vida te olvidas de las cosas que antes te parecían problemas y te dedicas a disfrutar la vida mucho más. Al final el aura se limpia”, dijo a dpa un año después de su accidente.

La española dijo adiós a su sueño de competir en el Mundial de la máxima categoría del motor, pero eso no le impidió seguir viviendo a toda velocidad. Sólo pisaba el pedal de freno cuando sus secuelas lanzaban señales de su estado frágil.

“Hacer una cosa un día es bastante llevadero. Lo malo es cuando se acumula. Eso es lo difícil. Me cuesta más que antes, me canso más, tengo dolores de cabeza…”, dijo la española. Pero no quería hacer una cosa al día, sino muchas. Quería exprimir a fondo su nueva etapa.

De Villota se casó con su preparador físico, Rodrigo García Millán, y se volcó en contar su historia allá donde se lo pidieran en una emocionante presentación que perfeccionó con el paso de los meses. Su sonrisa perenne no paraba de viajar, siempre tenía compromisos.

“La vida es un regalo” era su mantra. Lo decía en cada entrevista, lo escribió en su perfil del “Whatsapp” y lo utilizó como el título del libro que iba a presentar dentro de unos días.

Convertida en un icono del espíritu de superación, su muerte conmovió no sólo al mundo del deporte, sino a todo un país. Su nombre fue hoy protagonista en todos los medios de comunicación y redes sociales en España.

Políticos, fans y deportistas -desde el presidente de la Federación Internacional de Automovilismo o Fernando Alonso hasta Rafael Nadal, Andrés Iniesta o el modesto club de fútbol Rayo Vallecano- recordaron su sonrisa, que se había convertido en un símbolo de las ganas de vivir. (DPA)


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