Periodismo humano

MARUJA TORRES (*) El País Internacional

Al margen de que el periodismo impreso sobreviva o no –va a depender de la capacidad y el talento de quienes lo hacen–, tan transformado como cada caso requiera, el quiosco digital al que nos acercaremos en la nueva era ofrecerá una variedad fascinante. No tenemos ni idea, ahora. Ni siquiera quienes creen que la tienen, o que ellos son la Idea. Pero no hay que perder la calma. Esto que viene es lo de siempre, en un nuevo formato. El fondo, el mismo: libertad de expresión, que necesita de democracia consolidada; mercado, que por encima de todo debe ser regulado, de lo contrario se convierte en una bestia depredadora; periodistas, que deben ser formados en la ética del oficio, pagados con justicia y leídos con confianza. Y, más allá de cualquier duda, los indispensables lectores que sepan lo que quieren y a quién reclamárselo. Será un inmenso quiosco en el que cabrá de todo –desde los espontáneos que mandan sus videos hasta los redactores que nos cuentan que se han sacado un moco– y habrá de todo –intentos logrados de grandes reportajes, blogs de buenos escritores, buenos columnistas–, y tendremos que pagar por ello. Porque el único poder real que se nos deja ejercer a los lectores, aparte de las cartas al director, las protestas a los defensores del lector y los comentarios a una información, es el poder de dar la espalda a lo que no nos gusta. Eso, en el quiosco, se escenifica fácilmente: pasas de largo o cambias de diario. Para que nuestra actitud funcione en el quiosco digital que se aproxima hemos de ser lectores de pago. De lo contrario se nos pasarán por el forro. Porque, en el gratis total, una amplia minoría de lectores con criterio puede ser fácilmente borrada y excluida –sólo a la corta, no se desanimen– por esa masa aletargada que sigue las corrientes y ha hecho su máster en los programas basura de televisión. Y esos, créanme, no pagan por conseguir lo que cualquier especialista en bazofia continuará dándole gratis. Sólo nuestra cuota revelará el nivel de nuestra exigencia. E inexorablemente vamos a tener que pagar por los buenos diarios digitales. Rivalizarán por ofrecernos mejores servicios que la competencia; unos sobrevivirán, otros no. Otros llegarán y nos deslumbrarán con sus posibilidades. El día en que se junten un Jesús de Polanco y un Bill Gates del futuro, por ejemplo. Entre tanto, el friso de publicaciones se va haciendo ancho y profundo, así como la posibilidad de elegir. Siempre ha habido intentos de realizar un periodismo sin ánimo de lucro, pero incluso éste necesita mínimas aportaciones y, créanme, un periódico es mejor cuando gana más dinero, del mismo modo que se vuelve infinitamente peor cuando gana demasiado y pierde el horizonte de los primeros tiempos. Acabo de recibir un mensaje de Javier Bauluz, nuestro premio Pulitzer de Fotografía, que tiene en su haber, además de otros premios, haber ganado en los tribunales a una de las ratas más retorcidas que habitan en esta profesión, cuyo nombre les ahorro para que no vomiten. Pues bien, él y su equipo de profesionales han puesto en órbita periodismohumano.com, “un nuevo medio de comunicación con enfoque de derechos humanos, sin ánimo de lucro”. Prometen hacer “un periodismo de calidad humana, veraz, honesto e independiente”, con especial enfoque en los más débiles, cada vez más invisibles. Dicen eso y yo les creo, porque conozco a Javier desde la primera Intifada –¿recuerdan su foto del niño palestino lanzando una piedra a un helicóptero israelí?– y a varios de los profesionales involucrados en esta historia. Historia que necesita aportaciones, que la gente entre y la entienda y que si la entiende se comprometa a defender ese periodismo con lo que pueda, abonándose, contribuyendo. Pagar para tener derechos, para poder elegir, para alentar a aquellos que todavía no han sido víctimas del desaliento que hoy asuela nuestro oficio o que, precisamente, de ese desaliento han sacado las fuerzas para reaccionar. El quiosco que viene, el interminable quiosco, se nutrirá también de gente como ellos. Habrá aventureros, oportunistas, gente que compra y vende, gente que sólo aspira a entretener. Tienen cabida, mientras no impidan que informen para nosotros los que, siendo como nosotros, saben que necesitamos saber lo que nos pasa. (*) Escritora española


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