«¿Perros peligrosos o dueños irresponsables?»

El jueves 31 de enero, luego de una ardua jornada laboral me dirigí a mi casa, en el barrio Palihue de esta ciudad. Dispuesta a visitar a una vecina del mismo sector decidí, naturalmente, realizar el trayecto a pie, ya que el barrio consta de una sola cuadra sobre la calle Fleming. Nunca imaginé que ese corto trayecto se iba a transformar en un infierno por la irresponsabilidad de alguien que, sin consideración hacia sus vecinos, había dejado suelto en medio de la noche oscura -no había un solo farol- un enorme perro que vino hacia mí con el deliberado propósito de atacarme.

Ante esta situación me quedé inmóvil y eché al animal a los gritos. Como debido a la oscuridad total de la zona no pude encontrar la casa, decidí retornar a la mía para hablar por celular con ella. Lo hice por la vereda y nuevamente el perro se me vino encima y me tiró un tarascón.

La situación fue tan desagradable que para poder ir nuevamente hacia la casa de mis vecinos éstos tuvieron que escoltarme para que no volviera a atacarme ese perro ni cualquier otro de los que siempre andan sueltos por esa calle, tanto de día como de noche, revolviendo basura y haciendo deposiciones en cualquier lado, con el consiguiente perjuicio que esto ocasiona a los demás vecinos -entre los que me incluyo- que, teniendo también animales, asumen con responsabilidad su guarda -en mi caso, mis perros en ningún momento salen a pasear solos sino acompañados, como debe ser-.

Estas situaciones problemáticas que vivimos día a día no es sólo común en este barrio; vecinos de otros comentan la misma situación. Y no hablamos de perros abandonados sino de raza, que tienen dueños con nombre y apellido y que son librados a la buena de Dios, generando hostilidad entre quienes nos vemos perjudicados de varias formas.

No quiero imaginar qué habría ocurrido si ese animal que me atacó dos veces esa noche al morderme me hubiera arrancado un pedazo de carne, el gasto originado en vacunas (dolorosísimas por cierto), la denuncia a los dueños y el consabido perjuicio laboral que me hubiera acarreado. Y ni que hablar si un niño de corta edad hubiera sido atacado.

Queridos vecinos del barrio Palihue, ¿tendremos que esperar que ocurra una desgracia para tomar conciencia de esta problemática que atañe no a los perros sino a los dueños que los alojan o, mejor dicho, los desalojan de sus viviendas?

Pobres mascotas, porque más allá de estos hechos desagradables también ellas están expuestas a ser atacadas por otras y por lo tanto también se hallan en estado de desprotección y abandono por parte de sus dueños.

Valga una reflexión: si nos rasgamos las vestiduras diciendo que los argentinos podemos construir un país mejor, ¿no deberíamos empezar por estas pequeñas cosas que hacen a las buenas relaciones vecinales, demostrando responsabilidad y cuidado por nuestras mascotas y para con el prójimo, que no tiene por qué ver que su jardín es destrozado y su basura derramada, pisar deposiciones y exponerse a ser atacado? No voy a dar nombres y apellidos, pero ya saben, queridos vecinos, a quiénes me estoy dirigiendo. Empecemos a respetarnos y a valorar al otro con quien convivimos, si queremos revestir la condición de humanos. Si no, tendré que preguntarme: ¿quiénes son los verdaderos animales?

 

Silvia Castex,

DNI 12.949.107

Roca


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