Petróleo en Neuquén: 90 años

Se abre así otro ciclo en la industria petrolífera argentina, que se diferencia del primero, el de Comodoro Rivadavia, porque en este caso es ya la ciencia y no el azar lo que indica el lugar de una fuente del preciado mineral» (Mosconi, E. 1936 (1957). Tuvo razón: estaba presente cuando años antes en la zona de Comodoro Rivadavia buscaba agua subterránea y se encontró «kerosén de la mejor calidad» (petróleo). En el caso neuquino, existían evidencias de la existencia de «oro negro» desde las recorridas de Olascoaga a fines del siglo XIX y, posteriormente, elementales investigaciones en la zona de Covunco y cerro Lotena. El petróleo en Neuquén, en cuanto a profesionales, tiene varios actores que son resucitados cuando alguna recordación se hace presente -como en este caso- pero, todavía, sin habernos introducido en sus vidas y labores, algo que consideramos importante para una historia completa. En tren de recordación, por el momento, entre aquellos profesionales muy relacionados con el petróleo neuquino ocupan lugar preferencial los ingenieros Enrique Hermitte y Enrique Pedro Cánepa y los geólogos doctor Anselmo Windhausen y el alemán Juan Keidel, este último jefe de la sección Geología de la Dirección General de Minas, Geología e Hidrología de la Nación, a cargo de Enrique Hermitte, ingeniero civil en minas «de la Universidad de París y revalidado en Buenos Aires».

Por 1906 a 1908, Keidel anduvo auscultando la topografía neuquina por el norte, centro y oeste y en informe indicaría que «debían estudiarse el borde de la cordillera entre el río Diamante al norte y el río Neuquén al sur. La parte práctica está representada en esta región por el estudio de los yacimientos, allí existentes, de petróleo y de asfalto; también debía investigarse la región al sur del río Neuquén hasta el lago Nahuel Huapi». Exploraciones y estudios en 1907/1908 le hicieron opinar: «Se sabe de numerosos manantiales de petróleo o alquitrán acompañan el borde de la cordillera, desde el río Diamante hasta el río Limay…». Al trabajo exploratorio oficial debía agregarse similar búsqueda por esos años el de The Neuquén Oil Sindicate y la Sociedad Lannon, también por Covunco, pero sin resultados concretos.

Una amplia recorrida y exploración -que incluyó parte del Alto Valle rionegrino- estuvo a cargo del doctor en Geología Anselmo Windhausen, contratado por el gobierno nacional que concentró su labor en tierras neuquinas, con tres viajes entre 1912 y 1913 y adelantó informe bastante favorable: «Me hizo llegar con el tiempo a una serie de conclusiones que son importantes para la cuestión del petróleo neuquinense»… «existen afloramientos de petróleo en la región de Plaza Huincul (Challacó) al norte del kilómetro 81 del ferrocarril, en donde han sido solicitados varios cateos. Es éste el yacimiento que sin duda presenta la situación más favorable desde el punto de vista económico». La Sociedad Científica Argentina -encumbrado escenario de la ciencia y técnica de entonces- escuchó su conferencia sobre el posible petróleo neuquino, presentación que estuvo a cargo de su jefe el ingeniero Hermitte. Otro viaje de Keidel a la zona (1913) acentuó el optimismo: «El ala oriental del geosinclinal andino que corre desde el sur de Mendoza hasta el río Limay, reúne perfectas condiciones geológicas para encerrar yacimientos petrolíferos, revelados en la superficie por algunas manifestaciones características (manantiales de petróleo, depósitos asfaltosos, etc.)». Indicó el lugar donde debía realizarse la primera perforación: «Un kilómetro al norte del kilómetro 1.297 del Ferro Carril Sur, línea Neuquén-Zapala. El cercano rancho y aguada de «La Pasto Verde» y superintendente de Tráfico del Ferro Carril Sur, con asiento en Bahía Blanca, el galés Arturo H. Coleman también tuvieron su participación en el nacimiento del petróleo neuquino, de los cuales hemos escrito en otras oportunidades en «Río Negro».

Precisamente, Coleman facilitó el transporte ferroviario de equipos destinados a los trabajos, destacándose la perforadora fabricada por Fauck, de Viena, a la que se llamó «Patria», similar a la que se usó en Comodoro Rivadavia, pero en búsqueda de agua. El contacto fue con el ingeniero Enrique Pedro Cánepa, quien tendría a su cargo la perforación. A falta de personal para la descarga y transporte de equipos y materiales, el gobernador Elordi dispuso la colaboración de treinta presos de la cárcel pública. Se dice en escrito histórico, dado que allí el Ferro Carril Sur carecía de estación, se improvisó un «paradero» y como no alcanzaban las carpas, varias alcantarillas que soportaban las vías fueron utilizadas como viviendas provisorias. Hasta el lugar de la perforación, los elementos fueron transportados en carros tirados por mulas.

En noviembre de 1915 «comenzó el montaje de la máquina Patria». Las primeras edificaciones fueron en piedra y pasó a llamarse «Campamento Plaza Huincul». La perforación no resultó fácil, por las condiciones del terreno demoraron más de dos años en terminar el pozo inicial, «hasta que el 26 de setiembre de 1918, a los 600 metros se notaron los primeros rastros de petróleo y el 30 del mismo mes se ´cuchareó´ agua y petróleo». El 29 de octubre de 1918 «entre los 603 y 606 metros de profundidad la «Patria» afloró solamente petróleo, sin agua. Para no olvidar nombres y apellidos de aquella primera perforación de hace noventa años: «ingeniero Enrique P. Cánepa, inspector de perforación; Juan Carrosino, auxiliar administrativo; Guillermo Helberk y Fernando Meineke, jefes de sondeo; auxiliares Juan Lunghi, Cipriano Salto, Juan Soufal y Juan Schreiber; los herreros Pablo Gunter y Juan Miralles; foguistas Oscar Lenhard, Carlos Mayer y Juan Pollo; peones Santiago Antón, Rosendo Artigas, Benigmp Bouzá, Jorge Dompé, Pedro Espinosa, José Garrido, Rafael Garrido, Francisco Gruber, Max Kessler, Santiago Martinelle, José Melo, Benito Pérez, José Potenzone, Focas Sánchez, José Sproviere y José Vigna. Aprendiz, José Almendra; Emilio Castelón, albañil, y cocinero, José Arroyo».

 

Bibliografía y fuentes principales: Pérez Ringuelet de Syriani, S. Una consecuencia, ANH, T. 3, 1983. Rev. Argentina Austral. Ing. E. Hermitte, T. 1, 1978. Mosconi, E. El petróleo, 1958. Coleman A. H. Mi vida, 1949. Pérez Morando, H. La Pasto Verde, R. N , 1990 y Recuerdos, R. N., 2007. Cánepa, R. P. Carta, 1922. YPF. Cincuentenario, 1972. Archivo diario «Río Negro». Biblioteca Patagónica (VECh) y otros.

 

 

HÉCTOR PÉREZ MORANDO (*)

Especial para «Río Negro»

(*) Periodista. Investigador

de historia patagónica


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