Piden pan, no les dan y entonces rompen todo
La banda del Parque Industrial no tuvo paciencia con el panadero.
NEUQUEN – Como no le dieron el pan que fueron a pedir, las patotas del barrio Parque Industrial protagonizaron otro violento enfrentamiento a tiros con la policía.
El escenario de la refriega entre los uniformados y las bandas volvió a ser la calle 4 del complejo habitacional. Todo comenzó cuando una veintena de jóvenes atacó a piedrazos y patadas la puerta del centro comercial, porque en la panificadora no les dieron pan. «Todavía no comenzaban a hornear», explicaron en el negocio.
Fue cerca de la medianoche del domingo y el barrio se conmovió por el griterío, las corridas y los disparos. Los revoltosos, como ocurre siempre, dominaron ampliamente el primer tramo del enfrentamiento ante los dos uniformados que efectuaban un patrullaje de rutina por el sector y trataron de controlar la situación.
Tampoco fueron suficientes los refuerzos que llegaron en una camioneta, y debieron replegarse bajo una lluvia de piedras.
Otros dos móviles que sumaron después también terminaron con la carrocería abollada y sin contener a los revoltosos, quienes no pararon hasta llegar al destacamento y someter el edificio a una interminable serie de cascotazos, tiros al aire y amenazas contra los efectivos.
Cuando los policías lograron reagruparse y pasar a la ofensiva, una vieja táctica volvió a darle resultado a los patoteros: se dispersaron por las estrechas callejuelas y pasajes sin dejar rastros. Desde la comisaría se dijo que la mayoría fue identificada, pero no hubo detenidos.
«Ya no sabemos qué hacer, esto es tierra de nadie. No podemos entender que un grupo de inadaptados tenga a maltraer a la policía. ¡Qué nos queda por hacer a los vecinos, entonces!», dijo indignada una mujer.
La vecina arremetió contra la actitud de la gente del barrio, a quien culpó de no querer comprometerse para encarar soluciones de fondo. «Anoche cuando empezaron los tiros la calle estaba llena de niños chicos. Los padres los dejan solos sin cuidarlos, recién se preocuparon de entrarlos cuando el griterío era infernal y los disparos silbaban por todos lados», añadió.
El mismo sentimiento de impotencia trasuntó otra mujer: «vivimos acá desde que se hizo el barrio. Ya nos robaron cuatro veces pero ¿cree que alguien colabora para denunciar a los ladrones? Ni lo sueñe, todos se lavan las manos».
Uno de los empleados de la panadería comentó que «a la puerta llegaron tres o cuatro, nos pidieron pan y no les dimos simplemente porque no había. Si siempre les damos, pero anoche -por ayer- recién estábamos por empezar a trabajar y ni masa teníamos», comentó.
La persona que está al frente del comercio señaló que «tenemos la panadería hace quince años. La verdad es que es la primera vez que nos pasa esto y daños no nos hicieron, porque sólo llegaron hasta la puerta del centro, que a esa hora está cerrada».
Señaló que habitualmente regalan a los chicos y jóvenes alguna factura o pan y que tienen motivo para adoptar actitudes agresivas contra ellos. «Lo que pasa es que a esa hora siempre andan con unas copas de más y provocan líos. Es lo de siempre», añadió.
Desde prensa policial se indicó que se abrió una causa por daños ocasionados a los patrulleros y al destacamento. En el centro comercial sólo se registraron abollones en la puerta metálica. Los vidrios, se informó, fueron rotos en un anterior choque de policías y patotas.
Se llevó hasta las monedas «para comer»
NEUQUEN – «Rápido, quiero una bolsita. Vamos, denme algo donde poner las monedas. Tengo que llevarme todo, porque yo robo para comer».
El argumento lo empleó el asaltante que en la mañana de ayer, enmascarado con un pasamontaña, irrumpió en las oficinas que el Instituto de Seguridad del Neuquén (ISSN) tiene en el Parque Industrial.
Tras reducir a dos empleadas a punta de pistola, les exigió que le entregaran el dinero de la caja y luego desapareció.
Ocurrió minutos antes de las diez. La empleada administrativa y quien efectuaba la limpieza observaron que un hombre, aparentemente joven, de mediana estatura, se colocaba un pasamontaña y las apuntaba con una pistola.
«Esto en un robo. No hagan nada y no les pasará nada», les dijo el desconocido a las mujeres, quienes se limitaron a cumplir las órdenes.
El hombre exigió que le entregaran el dinero, pero las mujeres se limitaron a decir que la caja chica estaba en el cajón de un escritorio. Cuando el ladrón abrió el pequeño cofre, involuntariamente tiró al piso las monedas.
Allí fue cuando pidió que alcanzaron una bolsa, porque quería llevarse todo el dinero, hasta las monedas que «necesitaba para comer».
Con el dinero en su poder, el desconocido llegó hasta la puerta del local, se quitó la capucha y «se fue lo más campante», dijeron las víctimas.
Los investigadores suponen que el asaltante contó con el apoyo de un «campana».
Es la segunda vez en poco tiempo, que esa oficina es blanco de un asalto.
NEUQUEN - Como no le dieron el pan que fueron a pedir, las patotas del barrio Parque Industrial protagonizaron otro violento enfrentamiento a tiros con la policía.
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