Piden prisión para un marido que golpeó a su mujer

Después de la paliza la encerró en el baúl. El fiscal dijo que quiso matarla, pero encontró atenuantes.

NEUQUEN (AN)- La fiscalía pidió ayer cinco años y medio de prisión para Mario Edgardo Garoglio, el hombre que en abril del año pasado golpeó a su esposa Ivana Rosales hasta desfigurarla y dejarla al borde de la muerte, después la encerró en el baúl y fue hasta la comisaría de Plottier, donde se entregó. «Yo voy preso pero vos no vivís más», le decía mientras le destruía el rostro pegándole con una piedra.

La pena podría ser sustancialmente mayor, porque se trata de una tentativa de homicidio calificado. Sin embargo, el fiscal Alfredo Velasco Copello consideró que mediaron «circunstancias extraordinarias» como atenuantes (ver aparte).

El imputado admitió la paliza, pero su abogada defensora Alicia Garayo argumentó que había actuado bajo un estado de «emoción violenta», y pidió la pena mínima por el delito de «lesiones» (ver aparte). La sentencia se conocerá el viernes próximo.

El hecho, que en su momento tuvo una enorme repercusión por sus características, ocurrió la noche del 18 de abril del año pasado en calle San Martín al 6.100, cerca del aeropuerto. Garoglio (47 años) e Ivana (28) regresaban a su casa en Plottier luego de tomar un café en el centro de Neuquén. A bordo de un Ford Fiesta, venían hablando de su segura separación, porque la relación matrimonial (ocho años de convivencia, los últimos tres casados legalmente) no daba para más.

De acuerdo con la acusación fiscal, Garoglio intentó ahorcar a Ivana con un cable, la golpeó a piedrazos en la cara provocándole múltiples fracturas y luego, creyéndola muerta, la cargó en el baúl del auto, fue hasta su casa, le dio un beso a sus tres hijos y fue a entregarse a la comisaría de Plottier.

Durante el juicio oral realizado ayer a la mañana en la Cámara Segunda, la defensa jugó fuerte su estrategia: más que de la agresión en sí, centró la discusión en todos los antecedentes que desembocaron en esa noche violenta. Aludió a la presunta infidelidad de la víctima e hizo especial hincapié en su pasado de alternadora, contraponiéndolo con la imagen de trabajador del marido que la golpeó.

El eje del debate se corrió tanto que casi en el cierre del juicio el camarista Emilio Castro expresó, para volver las cosas a su lugar: «hemos investigado extensamente la vida de la señora (por Rosales), pero estamos aquí para juzgar lo que a esta señora le pasó».

El testimonio de Ivana era el más esperado de la jornada. La joven ya casi no muestra huellas físicas visibles del castigo que recibió; Garoglio -del que no se divorció- le pagó todas las operaciones necesarias y también solventa los gastos de la vivienda que ocupa, en Cinco Saltos.

La joven declaró más de media hora, en tono suave y apenas abriendo la boca porque aún arrastra problemas en la mandíbula.

Acusó a su marido de ser alcohólico, y dijo que se ponía celoso porque «yo chateaba». Habló de las numerosas desavenencias en el matrimonio, de los intentos de conseguir ayuda y de las discusiones que mantenían. Pero nunca había habido violencia entre ellos.

-¿Y por qué esa noche la atacó? -le preguntaron.

-Creo que fue la primera vez que me vio tan decidida a separarme -contestó Ivana.

Esa noche, recordó, «le confirmé a Mario lo que él ya sabía: que me iba a vivir con otra persona».

También le preguntaron cómo es su relación actual con Garoglio. Y ella respondió: «Hicimos un acuerdo comercial, porque yo necesitaba que él pagara mi tratamiento, y él necesitaba restablecer la relación con sus hijos».

En ese sentido agregó que «yo le propuse varias veces el divorcio y él me decía: 'está bien, pero no te voy a pasar un peso'. Y a mí me interesaba estar bien, que no me faltara nada ni a mí ni a mis hijos».

«A él también le convenía, por su cargo en la empresa (Crexell, de servicios petroleros) tener una familia bien constituida y una esposa joven», completó.

La defensora Garayo le hizo varias preguntas filosas. Una de ellas:

-Ustedes convivieron varios años antes de casarse legalmente. Si la relación era tan mala, ¿por qué se casó?

-Porque no me gustaba el título de madre soltera -respondió Ivana.

NEUQUEN (AN)- Mario Garoglio habló en el cierre del juicio oral de ayer, y se puso en el rol de víctima de «la presión psicológica» que le ejercía su esposa. Y como resumen de su experiencia, afirmó: «Las putas no son para todos».

En un breve monólogo, dijo que «yo laburo, nada más. A ella (por Ivana) le di la oportunidad de que suba un peldaño en la sociedad. Ustedes tienen que saber que huyó del hogar, de un orfanato, se juntó con un tipo que ahora está preso, perdió un hijo por falta de comida…».

«Yo hice lo posible por mejorar la vida humana de una persona. Fallé. Y encima me hizo cornudo», señaló.

Para cerrar su intervención, aseguró que «no la quise matar».

NEUQUEN (AN)- «Gracias a Dios este tribunal está integrado por hombres. Les pido que juzguen desde su punto de vista de seres humanos hombres». Alzando su voz, la defensora Alicia Garayo se dirigió a los camaristas José Andrada, Emilio Castro y Eduardo Badano para pedirles que se pongan en el lugar de Mario Garoglio.

«¿A qué hombre le gusta recibir un sopapo de su mujer, que encima le dice 'sí, fui adúltera'?», dijo la defensora.

Según su hipótesis, Garoglio actuó bajo un estado de emoción violenta porque justo antes de agredir a su esposa, tuvo la confirmación de que ella le era infiel y además recibió una cachetada. «Se sintió obnubilado. Hablemos en criollo señores jueces: en ese momento se enteró de que era cornudo», volvió a alzar la voz la abogada.

Añadió que «hubo una provocación por parte de Rosales y un estado de furia sin culpa del autor. Es cierto, la golpeó, pero no intentó matarla».

Recordó que mientras era castigada, la víctima le pedía perdón a su marido. «¿Por qué?», se preguntó Garayo, y respondió: «porque ella sabía de su actitud deshonesta».

Por otra parte, la abogada señaló que las lesiones que sufrió Rosales «no son graves. No le falta un brazo, ni una pierna, ni un pulmón. Tiene leves cicatrices en la cara, pero para el trabajo que tuvo alguna vez, o el que no tiene ahora, no la perjudica».

Indicó que si meten preso a Garoglio «los únicos que sufrirán serán los hijos. ¿Quién les dará de comer?».

NEUQUEN (AN)- «Es lícito que una persona quiera progresar, pero no con la frialdad que Rosales lo manifestó. Sus intereses afectivos son equivalentes a sus intereses materiales de progreso. Tiene una actitud especulativa».

Esa fue una de las «circunstancias extraordinarias de atenuación» que argumentó el fiscal Alfredo Velasco Copello para pedir una pena relativamente leve para Mario Garoglio.

Para el fiscal no hay dudas de que Garoglio «intentó dar muerte a su cónyuge». Pero «por la historia de vida de la pareja y de la víctima, la conducta del imputado está atenuada».

Se apoyó entonces en «la personalidad y actividad que desplegó la víctima cuando era soltera», y recordó la frase de una testigo, quien declaró que a Ivana «Garoglio la sacó de la calle».

Agregó el fiscal, refiriéndose al momento en que se desencadenó la agresión: «la sinceridad de Rosales, quien le dijo que lo iba a abandonar por otro, tiene que haber movido el ánimo de esta persona (por Garoglio), un hombre dedicado al trabajo».

«Hubo circunstancias extraordinarias. No es común que se sumen un hombre trabajador, dedicado a sus hijos, que sacó a su mujer de la calle, que tal vez haya descuidado su relación matrimonial» con la fría sinceridad de la esposa.


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