Pidieron 19 años por el «crimen de la cisterna»

La Fiscalía consideró probado que Aguilar golpeó, maniató y estranguló a Rebolledo, y luego ocultó su cadáver en una cisterna de una casa. El acusado volvió a decir que es inocente.

NEUQUEN (AN)- La fiscalía pidió ayer 19 años de prisión para José Esteban Aguilar por considerar que golpeó, maniató y estranguló a Cristian Rebolledo para luego ocultar su cadáver en la cisterna de una vivienda abandonada. El imputado volvió a declararse inocente y desmintió a un policía que durante el juicio declaró que le había confesado el crimen.

Con los alegatos culminó el juicio por el asesinato ocurrido el 16 de octubre del año pasado y descubierto recién 15 días después. La sentencia se conocerá el jueves próximo.

De acuerdo con el alegato del fiscal Rómulo Patti, Aguilar (30) golpeó a Rebolledo (27) con algo contundente en la cabeza. Luego utilizó cables de electricidad para atarlo de pies y manos y estrangularlo.

El crimen ocurrió en el interior de una vivienda en Rioja 924, una zona de lujosas residencias en esta capital. La casa estaba abandonada y Aguilar la ocupaba junto a su pareja, María Eugenia Mazzoni, quien también será investigada.

Según la fiscalía, después de cometer el crimen y presuntamente con ayuda de Mazzoni, Aguilar escondió el cadáver en la cisterna del jardín delantero de la casa. Allí lo descubrieron por casualidad el 31 de octubre del año pasado cuando un grupo de obreros que trabajaba en el cordón cuneta de la calle sintió mal olor.

Tras cometer el crimen, añadió el fiscal, Aguilar se apoderó del reloj, el cinto, la billetera y los zapatos de la víctima. El reloj intentó venderlo por cinco pesos a un conocido; en cuanto a los zapatos, los tenía puestos el día que lo detuvieron en la provincia de San Luis, adonde viajó para ocultarse.

Precisamente el imputado dijo que había viajado a San Luis, de donde es oriundo, porque una patota lo había amenazado, pero el fiscal consideró que esa coartada es «muy débil». Señaló al respecto que a Aguilar «le iba muy bien. Vivía en una casa que no sé cuántos de los que están acá podría vivir, tenía trabajo (era lavacopas en un bar), hacía changas y había gente que lo ayudaba. Y de golpe y porrazo se fue».

Su partida, destacó Patti, ocurrió el mismo día que Rebolledo fue visto por última vez. Al parecer la víctima y el imputado arrastraban diferencias por una pelea que habían tenido pocos días antes del crimen.

El fiscal valoró también la declaración de un policía que conocía a Aguilar desde antes del crimen. Ese efectivo dijo que volvió a ver al imputado después de que lo detuvieran y en ese momento le confesó que era el autor del asesinato.

«¿Qué motivo podía tener este oficial para imputarlo?», se preguntó el fiscal. Destacó además que «no es un policía que presta declaración por un dato que obtuvo como parte de su investigación. Es policía como podría ser panadero, médico o colectivero. Habló con Aguilar porque lo conocía de antes y lo había ayudado muchas veces».

Aguilar pidió la palabra para desmentir a este policía. Admitió que se vieron cuando él estaba en una celda con otros dos detenidos, pero aseguró que «ni siquiera le dí la mano y lo único que le dije es que soy inocente y que tengo la conciencia tranquila». Insistió: «me están acusando de algo que no hice». No aceptó que le hicieran preguntas.

Su abogado, el defensor oficial Daniel Geloni, también cuestionó el testimonio del policía y reclamó la absolución de Aguilar.


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