Playas Doradas: las palmeras del fracaso
Hace tres años se decidió cambiar el paisaje de la playa con un nuevo y novedoso plan de forestación. La iniciativa se malogró por falta de riego y porque buena parte de las plantas no se adaptó a la región patagónica.
MALA PRAXIS
Terminaba la gestión del exintendente Nelson Iribarren en el 2011 y Playas Doradas cambió su aspecto. Fiel a un paisaje del Caribe una hilera de palmeras se levantó frente al mar para ofrecer un impecable panorama que fue celebrado por todos. Una inversión que en total demandó cerca de 450.000 pesos y que fue asumida por los propios vecinos.
Sin embargo tres años después nada quedó de aquella soñada imagen. Las 200 palmeras no sólo se secaron sino que hace muy pocos días se decidió arrancarlas de cuajo por el mal aspecto que tenían.
Si bien las plantas cambiaron el impacto visual y el lugar había perdido la impronta patagónica, acostumbrada más a la vegetación achaparrada, siempre sobrevoló la sospecha acerca de la real factibilidad de estas palmeras provenientes de Chaco y de si se adaptarían fácilmente a la costa rionegrina.
Algunos prestadores de servicios de Playas Doradas también adquirieron sus plantas con la idea de que en un lustro iban a ser parte de la flora del lugar.
Nada de eso pasó y a escasos tres años de esa inversión -que los vecinos aún pagan- las palmeras se secaron y el municipio ahora encara un nuevo plan de forestación.
La actual gestión esperó hasta el final, para ver si parte de la naturaleza de esas palmeras podía sobrevivir a las condiciones de la costa marítima del Río Negro.Pero no fue así. Hace dos años ya que las palmeras no tienen hojas.
En octubre del 2012 “Río Negro” planteó el mal aspecto, al menos visual que tenían y en ese momento las autoridades comunales respondieron que estaban encaminadas a brotar.
Con el tiempo empezó también el recupero económico que significó esa plantación en la villa balnearia de Playas Doradas. “Casualmente esta semana pagué una nueva boleta correspondiente a un terreno, cerca de 400 pesos por única vez”, expresó Luis Cuyul prestador de servicios del lugar.
El plan inicial de forestación donde estaban incluidas las palmeras abarcaba varias manzanas y calles pero las exóticas plantas se colocaron sólo sobre los espacios verdes ubicados frente al mar.
La obra de 9.800 metros lineales de sistema de riego y plantación de 2.010 árboles entre ellos las 200 palmeras costó 450.000 pesos al gobierno municipal. Había un tiempo de garantía que venció y las plantas después de ese período se secaron; por eso no hubo reclamo posible al vendedor.
Llegó un punto en el que ya nada se pudo hacer y empezó la lenta tarea de retirar las palmeras y colocar en su lugar nuevas especies para el reemplazo.
El año pasado los ediles de la Concertación (partido que mientras gobernó hizo la inversión) había responsabilizado del mal estado de las palmeras a la falta de mantenimiento por parte de la municipalidad en la actual gestión.
La respuesta de ediles del Frente para la Victoria (partido gobernante) a través de un informe técnico respondió que por sus características naturales y origen -Chaco- esas palmeras no iban a adaptarse a esta zona. Son plantas que no soportan temperaturas que llegan a los -15°C en invierno. (Ver recuadro)
La promesa del retiro fue hecha hace dos veranos y el mismo gobierno comunal en ese momento informó a los vecinos que las bonitas pindó estaban secas. “Vamos a sacarlas porque no tienen recupero y vamos a poner plantas que sean adaptables para esta zona”, dijo hace poco el secretario de Obras, Ernesto Noel, y así fue.
Hoy sólo queda una decena de palmeras secas en pie. La muy lenta labor de reemplazo está en marcha y se cree que en estas horas se termina. Mientras tanto, los vecinos se quejan de que a pesar de la inversión estatal se tuvieron que hacer cargo del costo del fracasado plan.
> Empezó el recambio
Las plantas fueron vendidas tanto al municipio como a un privado que está frente al mar, pero esas palmeras ya están en el suelo y sin remedio, tal cual lo comprobó “Río Negro” esta semana.
En la villa balnearia empezaron ahora con la tarea de recambio por otras especies que se adapten convenientemente
A pesar de todo, se sostuvo la presencia de las mismas el mayor tiempo posible pero finalmente se determinó la necesidad de sacarlas y colocar plantas que se aclimaticen bien.
Por estas horas se están colocando en reemplazo de las palmeras especies como acacias, gualeguay, fresnos y olivos, algunas compradas por el municipio y otras cedidas por el empresario de Playas Doradas Jorge Natali y la empresa Olivares Patagónicos junto a otros vecinos.
Las tareas se llevan a cabo desde el área de Forestación y se utiliza el mismo sistema de riego por goteo que se había planificado para las palmeras. Incluso esta semana se llevarán pinos marítimos para sumar al reemplazo.
> Sin futuro en la Patagonia | Por Teodorico Hildebrandt eljardin@rionegro.com.ar
La palmera “Pindó” o “Ybá Pitá” (Syagrus romanzoffianum) es nativa del sur de Brasil, Paraguay, Bolivia y Uruguay y es la palmera más apreciada por su rápido crecimiento y bello aspecto plumoso, de tronco recto y liso. En nuestro país crece en forma prácticamente autóctona en todo el noreste argentino e incluso en Córdoba y puede alcanzar entre 15 a 20 metros de altura. En la Patagonia, diría que -con suerte-el límite climático es al norte del río Colorado. En la región del Alto Valle se ven muy pocas, siempre en lugares muy reparados y con crecimientos muy pobres, debido a los pocos meses de calor.
Si bien la bibliografía cita resistencias de entre -5°C a -8°C, es un dato discutible, porque va a depender del clima general del lugar. En regiones muy ventosas y con heladas “secas” de larga duración, como es la Patagonia, esa resistencia disminuye notoriamente. Como la mayoría de las palmeras, su estructura almacena mucha agua, lo que aumenta su sensibilidad a heladas si no se hace un manejo adecuado.
Con seguridad, más que por calor han muerto por frío, unido a que no se observan puntales en el momento de plantación, por lo que el viento las debe haber movido, impidiendo el correcto enraizamiento. Un sistema de riego presurizado debe ser supervisado constantemente, para evitar una posible falta de agua. Todo lo apuntado, unido a la extrema sequedad ambiental del verano, es el cóctel perfecto para un fracaso.
Miguel Velazquez | mvelazquez@rionegro.com.ar
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