Política y papelones
Por Héctor Ciapuscio
Hace poco se publicó aquí una nota bajo el título «Una clase política educada» en la que se comentaban opiniones de compatriotas destacados coincidentes en un doble diagnóstico: el bajo nivel cultural que en general exhiben los dirigentes argentinos y la necesidad dramática de capacidades sobresalientes de reflexión y gestión en el nivel político de una sociedad con problemas fundamentales como es la nuestra. Uno de ellos -personalidad reconocida en el ámbito universitario nacional e internacional- puntualizaba que en el país hay un divorcio (que no existe, por ejemplo, en Brasil, Chile o Francia) entre la gente capaz y la que lo dirige políticamente. Que asistimos desde hace tiempo al fracaso de la instalación de una clase dirigente que conozca los problemas y esté a la altura requerida para encontrar soluciones y que, fundamentalmente, viva ciertos ideales y sea un ejemplo cultural y ético para sus conciudadanos. El otro -«rara avis» entre los dirigentes activos por su formación y brillo como escritor y periodista- señalaba, conociendo íntimamente todo el arco iris, que nuestros políticos son en su inmensa mayoría incapaces de pensar más allá de la política, que son «full time» en ella (1), que no leen filosofía, no estudian economía, que no saben idiomas. Y, meses antes de lo de Ezeiza, cerraba con una frase como premonitoria: «Que ahora viajan, pero también viajan las valijas».
La gente pensante se siente preocupada ante el estilo de gobierno que se viene exhibiendo demasiado a menudo en la Rosada. Hay cansancio por la prepotencia y el mal gusto, por el enfurruñamiento, las medidas fulmíneas y los gestos destemplados, por la mala sintaxis y la oratoria soberbia, por el «nosotros» excluyente y repetitivo del círculo de los iluminados. Hasta cree percibir que fuera del «sancta sanctorum» presidencial hay una atmósfera de temor entre los que están al lado pero no pertenecen.
Tenemos el caso del ministro del Interior, uno entre los varios de la administración actual pero quizá el más representativo -según su currículo en Internet, es contador y abogado, ha sido intendente de Quilmes, ministro de Trabajo en el gobierno provincial de Ruckauf, secretario en la presidencia de Duhalde, es «ricotero hecho y derecho» y «peronista desde los 14 años»-. Este funcionario ha ocupado en las últimas semanas amplios espacios en los diarios con sus declaraciones sobre acontecimientos de altísimo voltaje: la tragedia del boliche Cromañón, el contrabando de cocaína desde Ezeiza y la elección de gobernador en Santiago del Estero. De los resultados de sus hechos y de la calidad de sus dichos son ejemplos expresivos las citas periodísticas que transcribimos en recuadro aparte, testimonio de un estilo de gestión política descomedido que una sociedad culta no merece.
(1) Y uno se pregunta, ¿no sienten necesidad de autocrítica? Un autor italiano se ocupó en aclarar «Perché i politici sono in genere uomini piú contenti degli altri» (por qué los políticos son generalmente hombres más contentos que los otros), analizando los motivos de la fascinación por la política, el hecho de que a sus oficiantes les gusta tanto su profesión y no la cambiarían por ninguna otra de la Tierra. Halló los siguientes: porque son aplaudidos y estimados; porque tienen una notoriedad más grande incluso que los divos artísticos; porque sienten que tienen poder para hacer cosas y acaso algo importante; porque son consultados de la mañana a la noche por diarios y canales sobre cada uno los acontecimientos públicos; porque, siendo la política una lucha, se cosechan amigos y enemigos; porque es divertido conversar de sobremesa como un dios e intrigar en todo momento como un diablo; en fin, porque esa actividad llena la vida y se convierte en una pasión total como la guerra o la droga.
Ultimas expresiones selectas del ministro del Interior
• A los familiares de las víctimas de Cromañón
«Lo de los medios es un bochorno; la postura del gobierno y del presidente es que no nos prestamos a este show mediático del verso y de la cosa fácil».
«Estas cosas de la ocasión y de 'te acompaño el sentimiento' y después me importa un carajo no es nuestra manera de tratar a la gente».
«Es posible que uno se coma una puteada; la bronca está, y somos conscientes de ello. Lo que pretendemos es que supieran que no están solos».
• Sobre el contrabando de cocaína en el aeropuerto
«El Estado no tiene nada que ver con el escándalo del tráfico de drogas de Ezeiza a España».
«No quedará lugar en el aeropuerto que tenga tabúes ni que nos ponga freno para el análisis».
«Queremos un cambio copernicano (sic!) que desarrolle un fuerte cambio de fondo en lo referido al control».
«Después de mirar con mucha prudencia planteamos la primera macroencefalia en la conducción de la Policía Aeronáutica».
• Cronología de las elecciones en Santiago del Estero
23 febrero. «El gobierno no respalda institucionalmente ninguna fórmula, pero los ministros no son ángeles asexuados sino militantes políticos y por eso varios de ellos han venido a acompañar a Figueroa».
24 febrero. «Santiago del Estero es una provincia peronista y estoy convencido de que el justicialismo ganará el domingo y será gobierno con 'Pepe' Figueroa».
27 febrero, elección de gobernador: «Estoy como los cheyenes, con una oreja pegada en el piso siguiéndolo todo».
28 febrero, conocida la derrota de su candidato: «Al gobierno nacional lo que en primera y última instancia le interesa de esta elección realizada es el afianzamiento del proceso democrático».
Hace poco se publicó aquí una nota bajo el título "Una clase política educada" en la que se comentaban opiniones de compatriotas destacados coincidentes en un doble diagnóstico: el bajo nivel cultural que en general exhiben los dirigentes argentinos y la necesidad dramática de capacidades sobresalientes de reflexión y gestión en el nivel político de una sociedad con problemas fundamentales como es la nuestra. Uno de ellos -personalidad reconocida en el ámbito universitario nacional e internacional- puntualizaba que en el país hay un divorcio (que no existe, por ejemplo, en Brasil, Chile o Francia) entre la gente capaz y la que lo dirige políticamente. Que asistimos desde hace tiempo al fracaso de la instalación de una clase dirigente que conozca los problemas y esté a la altura requerida para encontrar soluciones y que, fundamentalmente, viva ciertos ideales y sea un ejemplo cultural y ético para sus conciudadanos. El otro -"rara avis" entre los dirigentes activos por su formación y brillo como escritor y periodista- señalaba, conociendo íntimamente todo el arco iris, que nuestros políticos son en su inmensa mayoría incapaces de pensar más allá de la política, que son "full time" en ella (1), que no leen filosofía, no estudian economía, que no saben idiomas. Y, meses antes de lo de Ezeiza, cerraba con una frase como premonitoria: "Que ahora viajan, pero también viajan las valijas".
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