“Políticamente correcto”

“Lo ‘políticamente correcto’ como expresión apareció por primera vez en una sentencia de la Corte Suprema de EE. UU. en 1793. En dicho fallo se afirmaba que hablar de los Estados y no de pueblo no era ‘políticamente correcto’”, ya que el gobierno de dicho país está basado en el pueblo y no en la administración (los Estados). Este uso literal de la expresión llegó casi sin variantes hasta la primera mitad del siglo XX. Desde entonces comenzó a ser utilizado por diversos grupos para intentar minimizar las ofensas a grupos étnicos, religiosos y culturales. En sentido inverso, lo “políticamente incorrecto” se definía como aquello que podía injuriar a ciertas minorías. La intención era transformar aquellos contenidos racistas, sexistas y homofóbicos en la sociedad a través del lenguaje. Por ejemplo, se calificaba como incorrecto políticamente llamar a alguien “negro” en vez de “afroamericano”.

Sin embargo, hace unos años su significado cambió para devenir en una adjetivación peyorativa y sarcástica. Lo “políticamente correcto” implica una forma por la cual se finge corrección en el lenguaje y en ciertas actitudes cuando en verdad se piensa y siente algo totalmente distinto. Lo “políticamente correcto”, en este último significado, transita todos los campos de la vida en la actualidad. Desde los propios políticos, pueden dar consignas que saben que no cumplen ni cumplirán. Pueden haber grandes promesas que todos sabemos que nunca cumplirán, pero que es “políticamente correcto” formularlas tanto desde el oficialismo como de la oposición en nuestro país. Sea el 82% móvil para jubilados, sean los datos del Indec que esconden que el 30% de la población vive en la pobreza y el 40% de los trabajadores está en “negro”; sean los 10 km de subterráneos por año en la ciudad de Buenos Aires; sea el cuestionamiento del nivel de pobreza y desocupación por parte de aquellos que la promovieron en la década del 90”…

(Enrique Carpintero en “Topía”, revista de psicoanálisis, sociedad y cultura de la cual es director. Junto con Alejandro Vainer, Carpintero es autor de “Las huellas de la memoria”, dos tomos destinados a historiar el recorrido del psicoanálisis en Argentina desde 1957 a 1982).


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