Pontaquarto: “Que me condenen”

Mario Pontaquarto, el arrepentido de la causa cuyo juicio oral acaba de suspenderse, insiste en dar por probadas las coimas en el Senado denunciadas en el 2000, afirma que todos las cobraron, menos los que votaron en contra y reclamó a la justicia que lo condene En declaraciones publicadas ayer en Clarín, el ex secretario parlamentario afirmó que “la prueba contundente es que los celulares de los senadores (Alberto) Tell y (Augusto) Alasino, el mío, el de (Fernando) De Santibañes y el de (Alberto) Flamarique estuvieron el mediodía del 30 de marzo del 2000, tal como declaré, en la celda correspondiente a la zona de la Casa de Gobierno. Y hubo 15 llamadas de Santibañes durante la negociación. Además, de mi ingreso a la Casa de Gobierno y a la SIDE. Aquí fui hasta la bóveda y Gladys Mota -secretaria de Santibañes- me ayudó con las dos valijas con el dinero”. Pontaquarto dice no haber tenido “contención” como arrepentido en la causa, ni psicológica, ni familiar, aunque sí se le brindó custodia policial. Sostuvo que cayó en depresión, al punto tal de haber tenido “un intento de suicidio porque no soportaba más que la Justicia no resolviera absolutamente nada”. “Todo esto agravado porque soy insulinodependiente. Y la falta de trabajo. No podía ayudar a mis hijos ni siquiera en su educación y no me sentía una persona útil. El juez Rafecas, cuando tomó la causa, y el fiscal Delgado, más mis abogados impidieron que me desmoronara”, afirma. Ahora sostiene que “sólo tendré la conciencia tranquila si la Justicia lo condena”. A siete años se haberse autoincriminado, hoy es encargado de un restaurante cubano, y se siente apoyado por sus compañeros de trabajo. A José Genoud lo recuerda como “un amigo” y por el dolor que siente no quiso hablar de su suicidio.


Mario Pontaquarto, el arrepentido de la causa cuyo juicio oral acaba de suspenderse, insiste en dar por probadas las coimas en el Senado denunciadas en el 2000, afirma que todos las cobraron, menos los que votaron en contra y reclamó a la justicia que lo condene En declaraciones publicadas ayer en Clarín, el ex secretario parlamentario afirmó que “la prueba contundente es que los celulares de los senadores (Alberto) Tell y (Augusto) Alasino, el mío, el de (Fernando) De Santibañes y el de (Alberto) Flamarique estuvieron el mediodía del 30 de marzo del 2000, tal como declaré, en la celda correspondiente a la zona de la Casa de Gobierno. Y hubo 15 llamadas de Santibañes durante la negociación. Además, de mi ingreso a la Casa de Gobierno y a la SIDE. Aquí fui hasta la bóveda y Gladys Mota -secretaria de Santibañes- me ayudó con las dos valijas con el dinero”. Pontaquarto dice no haber tenido “contención” como arrepentido en la causa, ni psicológica, ni familiar, aunque sí se le brindó custodia policial. Sostuvo que cayó en depresión, al punto tal de haber tenido “un intento de suicidio porque no soportaba más que la Justicia no resolviera absolutamente nada”. “Todo esto agravado porque soy insulinodependiente. Y la falta de trabajo. No podía ayudar a mis hijos ni siquiera en su educación y no me sentía una persona útil. El juez Rafecas, cuando tomó la causa, y el fiscal Delgado, más mis abogados impidieron que me desmoronara”, afirma. Ahora sostiene que “sólo tendré la conciencia tranquila si la Justicia lo condena”. A siete años se haberse autoincriminado, hoy es encargado de un restaurante cubano, y se siente apoyado por sus compañeros de trabajo. A José Genoud lo recuerda como “un amigo” y por el dolor que siente no quiso hablar de su suicidio.

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