Por el atípico calor, Bariloche se mudó a las veredas

"El tiempo modificó los hábitos y las costumbres de la gente", dicen. Turistas e n ojotas y remeras pasan varias horas en lagos y ríos. Confiterías y restaurantes sacaron las sillas a la calle y ganan clientes.

SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- La región del Nahuel Huapi vive un verano atípico y las elevadas temperaturas permiten que los lugareños adopten hábitos comunes en lugares cálidos: disfrutan de los lagos y ríos cordilleranos, caminan en ojotas y remera y también pasan largas horas sentados en las veredas.

Esto último solía ser habitual en algunas pocas confiterías céntricas, pero este mes se extendió a decenas de calles y también en barrios es frecuente ver a los vecinos tomando mate frente a las casas. En la práctica hace más de 40 días que hay buen tiempo en la región del Nahuel Huapi. La temperatura promedio orilla los 20 grados y hubo varias jornadas con más de 30. Los días son, en general, sin viento, lo cual ayuda a permanecer al aire libre y el calor se mantiene hasta avanzada la tarde.

Tradicionalmente fue la calle Palacios, en su primera cuadra, donde se ubican una decena de restaurantes y confiterías, el punto habitual para sentarse en la vereda y también en la calle, ya que los fines de semana se convierte en peatonal. También las tres primeras cuadras de Mitre; Quaglia y Rolando, entre Mitre y Moreno, y las confiterías con costa del lago, solían tener varias meses en las veredas. Por cada una de ellas el propietario debe abonar una tasa municipal y las mesas y sillas deben ser de madera y reunir determinadas condiciones estéticas. Se paga por mesa con cuatro sillas.

Desde el municipio se informó que este verano se habilitaron cerca de 200 mesas en las veredas de la ciudad.

Los comerciantes del centro coincidieron en que este verano «las mesas en la vereda rindieron». Recordaron que se pagan por mes y que lo normal era que apenas se puedan usar diez de los treinta días.

Las confiterías las disponen hacia media mañana y son atendidas hasta entrada la noche. También hay varios restaurantes céntricos que las atienden hasta pasada la medianoche.

«El calor modificó los hábitos y las costumbres de la gente; muchos vecinos se pegan una vuelta a tomar algo antes de ir a sus casas», explicó Diego Freixas, titular de un comercio ubicado en la avenida San Martín, donde por primera vez aparecieron las sillas y mesas en la vereda. Aseguró que en su caso el cambio horario también influyó, ya que las 21

tienen el horario real de las 19.30, «muy temprano para ir a la casa», sostuvo.

Jorge Priori, un empresario especializado en productos gourmet, habitué del local de Freixas, dijo que se reúnen «clientes, amigos y ocasionales turistas». Reconoció que el «clima es increíble» y no recordaba un verano tan caluroso. Aníbal Vitón coincidió con Priori y dijo que «se me hizo costumbre tomar un cafecito a media mañana en la Mitre y una copita de champán, en la calle San Martín, antes de ir para la casa».

Lorena y Patricia, radicadas en esta ciudad hace una década, no dudaron en señalar que «éste es el Bariloche que soñamos». disfrutando un helado en Jauja, en la calle Moreno, explicaron que «si todos los veranos tenemos tres meses de calor, Bariloche vuelve a ser un paraíso».

Ambas confesaron que conocieron y se enamoraron de la ciudad en verano, pero luego, al vivir con diez meses fríos por año el «amor se congeló» y varias veces pensaron en emigrar a climas más tropicales.


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