¿Por qué vivo preocupado todo el tiempo por todo?
El “vivir preocupado” hoy en día es tomado como un signo normal y acorde a la vida moderna, sin embargo este exceso de preocupaciones puede estar encubriendo un Trastorno de Ansiedad, ya que es un indicador de que nuestro sistema de alarma interno no está funcionando correctamente.
Imaginemos por un momento que nuestra casa está protegida por estos nuevos y modernos sistemas de Alarma, ahora imaginemos que el sistema comienza a dar la señal de alerta varias veces en el día. Cada vez que comienza a sonar nos inquietamos, nos ponemos nerviosos y cuando nos dirigimos a ver qué es lo que ocurre descubrimos que en realidad el sistema se activa sin razón de peligro aparente ya que nadie ha forzado la puerta de entrada ni entrado por alguna ventana, solo que el gato del vecino se ha metido en el jardín. Es que el sistema no distingue la diferencia entre las dos situaciones, solo realiza aquello para lo que fue programado: activarse ante cualquier tipo de situación que detecte como peligrosa, en este caso intrusiva. Eso mismo es lo que sucede en nuestro organismo cuando nuestro sistema de alerta no funciona bien, a pesar que nosotros sí tenemos la capacidad de comprender y diferenciar lo que está sucediendo.
El sistema de alarma de nuestro organismo es la Ansiedad. Cuerpo y mente reaccionan frente a la señal de alerta que se activa cuando nos sentimos amenazados o en una situación complicada. A nivel corporal comenzamos a vivenciar una serie de modificaciones que nos preparan para la acción, se acelera la frecuencia cardiaca, el ritmo de la respiración va en aumento, junto con otros signos corporales y paralelamente, nuestra mente comienza a idear pensamientos relacionados con respuestas que en Psicologia denominamos de “ataque o huida”, ya que a nivel cognitivo, comprendemos la situación como peligrosa o amenazante.
Cuando este sistema no funciona correctamente, activamos la señal de alarma muchas veces en el día, nos sentimos nerviosos, ansiosos, angustiados y abrumados por preocupaciones todo el tiempo, es por ello que el exceso de preocupaciones puede estar encubriendo un Trastorno de Ansiedad. Esta forma de vivir, nada tiene que ver con “ser responsable”, el grado de responsabilidad no está asociado a la cantidad de preocupaciones que uno tenga, uno puede ser responsable y no por ello vivir abrumado.
Ahora bien, ¿por qué sucede esto? Porque nuestro sistema interno de alerta no está realizando una evaluación correcta de la situación que estamos viviendo, entonces todo se convierte en un problema, todo es una preocupación, desde qué voy a preparar de cenar hasta un compromiso importante de trabajo. Experimentamos pensamientos extremos de “todo o nada”, una autoexigencia extrema y sentimos que no podemos resolver la situación lo cual sigue aumentando nuestro nivel de ansiedad.
Es así como de a poco todo el esquema de respuesta se va restringiendo, resintiendo y resulta cada vez más complicado realizar una evaluación efectiva y realista de la situación.
¿Cuál es la solución? La clave está en la modificación de los esquemas de pensamiento mencionados anteriormente, basados en sistemas de creencias muy arraigados que nos conducen muchas veces a comprender erróneamente nuestro contexto, y en el manejo más saludable de las emociones. Ambos aspectos son los principales conductores de nuestro accionar, que cuando se rigidizan sin permitir posibilidad de cambio, comprometen el normal funcionamiento de la persona dentro de su medio ambiente y su contexto familiar, en el cual repercute esta situación de manera directa observándose a veces desconcierto en los demás miembros del grupo y cierto desequilibrio funcional familiar, ya que esta vivencia de alerta constante es trasladada a los demás en la convivencia cotidiana.
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Por Marina Sinaí, del Centro de estudios del estrés y la ansiedad
Imaginemos por un momento que nuestra casa está protegida por estos nuevos y modernos sistemas de Alarma, ahora imaginemos que el sistema comienza a dar la señal de alerta varias veces en el día. Cada vez que comienza a sonar nos inquietamos, nos ponemos nerviosos y cuando nos dirigimos a ver qué es lo que ocurre descubrimos que en realidad el sistema se activa sin razón de peligro aparente ya que nadie ha forzado la puerta de entrada ni entrado por alguna ventana, solo que el gato del vecino se ha metido en el jardín. Es que el sistema no distingue la diferencia entre las dos situaciones, solo realiza aquello para lo que fue programado: activarse ante cualquier tipo de situación que detecte como peligrosa, en este caso intrusiva. Eso mismo es lo que sucede en nuestro organismo cuando nuestro sistema de alerta no funciona bien, a pesar que nosotros sí tenemos la capacidad de comprender y diferenciar lo que está sucediendo.
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