Posmodernos, bien enclenques

Leonardo Peskin, en su trabajo sobre «El lugar del padre», describe la época actual con «padres posmodernos que aparecen enclenques», pero en los que «hay una añoranza insuperable de que aparezcan padres consistentes, lo que hace que se invista a cualquiera dándole los ropajes y el cetro», y da el ejemplo de «mujeres fálicas o instituciones con estructura de secta o líderes de bandas ridículamente vanidosas».

En el plano concreto de las relaciones cotidianas y familiares, la psicóloga Senderovsky remarcó que «es importante el vínculo que une al padre con sus hijos y también el de la madre para que esa relación se fortalezca día a día». «Para un hijo varón sobre todo -continuó- resulta fundamental la identificación con el padre, tomando los valores que éste le pueda brindar a través de sus actitudes; para la niña su presencia ayuda a fortalecer su femeneidad». Los niños y niñas necesitan «contar con la presencia del padre, que se comunique, que pueda crear un espacio de juego y diálogo, que se interese de la vida cotidiana de sus hijos y comparta sus problemas».

El psiquiatra Pedro Herscovisci, desde otro ángulo de análisis, rechazó la idea de hablar de funciones paternas: «No me parece que se tenga que hablar de la función paterna, porque en realidad estamos hablando de una persona que es un padre». «La madre -añadió- puede cumplir funciones paternas, pero lo que pasa es que el chico tiene un conflicto de lealtades; además, no es un problema de funciones porque esa división de funciones es la división tradicional del trabajo, función normativa y función nutritiva, y eso de las funciones es un viejo cuento», finalizó, en un claro cuestionamiento a la teoría psicoanalítica.


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