Presentan ‘La religión populista’ en Capital

Laría explicó su libro en un debate junto a Luis Rappoport

BUENOS AIRES (ABA) . – Ante un público ávido por interiorizarse en un fenómeno que está en boca de tantos pero se comprende poco, el abogado y periodista Aleardo Laría presentó su flamante obra “La Religión populista. Una crítica al populismo posmarxista”. Lo hizo de una manera original: mediante una especie de juego del gato y el ratón en el cual el economista Luis Rappoport puso a prueba el contenido del libro. A continuación, el anfitrión Gabriel Salvia -director de Cadal en cuya sede transcurrió el evento- abrió el debate del cual participaron, entre otros, quien fuera legisladora nacional y ministra, Graciela Fernández Meijide y el politólogo Jorge Giacobbe. Rappoport planteó su abordaje al extenso ensayo como un “largo viaje” alrededor de un tema que comprende a “quienes ejercen el poder o están fuera de él; que no es de derecha ni de izquierda: ¿cómo circunscribirlo?”, disparó el experto del Conicet. “Hay rasgos centrales en el populismo que suelen manifestarse de diversas maneras (en Europa en gobiernos de derecha, en Latinoamérica con contenido social), señaló Laría, quien explicó que inició su extenso peregrinaje (diez horas diarias durante dos años le demandó la investigación reunida en 622 páginas) con cuestiones que obraron como una especie de cimiento: los mitos, la religión, la sociología, con ítems como el carisma. “Hice una autocrítica -reconoció el autor-: ¿Porqué me había entusiasmado tanto con el populismo? Soy ateo y siempre lo voy a ser, pero comprendí la importancia que tiene lo religioso en las conductas políticas, las ideologías como religiones seculares”. Laría indicó que el populismo se enanca en un discurso y luego en una práctica que notó muy presente en nuestro país: el uso faccioso de la administración pública, la demonización del adversario y la búsqueda de herramientas (como las reelecciones indefinidas) para eliminar la alternancia. “En el gobierno actual hay líneas muy diferentes, pero una absoluta homogeneidad para usufructuar del poder”. Rappoport se preguntó si no faltaba una pista de salida, a lo que intercedió Giacobbe enfatizando el esfuerzo exploratorio. “Pedir soluciones sería demasiado”. Sin embargo, Laría consideró que su texto es un “llamado al pragmatismo” al plasmar los elementos que puestos en marcha habilitarían un cambio: Instituciones como medio para cambios culturales, fortalecimiento de los partidos políticos en lugar de movimientos, un proceso de modernización que actúe como blindaje ante el populismo. En cuanto al parlamentarismo, Laría aclaró que en nuestro caso atenuaría los excesos del régimen presidencialista sin ser una llave mágica (en Brasil, Chile y Uruguay funciona el presidencialismo). Al respecto, Fernández Meijide destacó la ejemplaridad de Brasil en cuanto a la continuidad de sus políticas públicas (Fernando Henrique Cardoso puso la plataforma para la gestión de Lula). Laría subrayó un elemento final del populismo: el “desprecio por las formas”, detalle de estricta actualidad ante la posibilidad de que en los próximos días -en contra de lo que manda la Constitución Nacional de la República Argentina-, Julio Cobos dejara de tomarle el juramento de rigor a la presidenta reelecta.


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