Presión oficial para reducir las ventas de todo lo que sea importado

Consideraron que así podría atenuarse la inflación, que consultores privados estimaron para este año en tornodel 30%, por lo que fueron intimados a revelar cómo la calcularon.

Miguel Ángel Fuks

miguelangelfuks@yahoo.com.ar

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irectivos de las industrias de alimentos y de artículos de limpieza y tocador, como también de firmas mayoristas y grandes cadenas de súper e hipermercados y de electrodomésticos, recibieron comunicaciones telefónicas y hasta algunos participaron últimamente de reuniones con Guillermo Moreno, secretario de Comercio Interior. El controvertido funcionario les exigió que redujeran las ventas de todo lo importado, convencido de que así podrían atenuarse el éxodo de divisas y la inflación, que consultores privados pronosticaron superaría el 25% durante este año electoral, por lo que el secretario los intimó –al parecer infructuosamente– para que revelaran los procedimientos utilizados para calcularla.

De la misma manera, Moreno exigió que bajaran las ventas o liquiden stocks de vajillas, textiles, productos de bazar, juguetes, algunos electrodomésticos e insumos para automóviles provenientes de China, India y Pakistán, entre otras naciones. Arremetió, además, contra quienes traen y distribuyen vehículos y motocicletas de alta gama, exigiéndoles que reduzcan tales operaciones el 20%, decisión que pasó a concretarse de hecho el 3 del actual, para los automóviles Audi, BMW y Mercedes Benz. Asimismo, intentó establecer limitaciones para los cosmé- ticos.

El multifacético Moreno buscó que marcas de ropa sustituyeran sus compras externas de 329 millones de dólares en el 2010 e incursionaran en la confección. Llegó incluso a prohibir que se trajera aquella usada, con el apoyo de la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria (CIAI), cuya dirigencia consideró que “a pesar del sentido social que se le debe dar (…), este mecanismo es utilizado en la Argentina y en todo el mundo para diversas maniobras fraudulentas que van desde el ingreso de mercadería nueva sin pagar aranceles hasta como medio de eliminación de desechos textiles”.

Débora Giorgi, ministra de Industria, a su vez, mantuvo encuentros con los importadores de tractores, sembradoras y pulverizadoras para “exhortarlos” a que equilibraran este año el déficit comercial de 450 millones y contribuyeran a aumentar la fabricación local.

Aunque Amado Boudou, ministro de Economía y Finanzas Públicas, procuró convencer de que la evolución de los precios no es demasiado significativa y recomendó caminar para encontrar los más bajos –de manera menos convincente que Lita de Lazzari, cuando presidía la Liga de Amas de Casa durante la gestión de Carlos Saúl Menem–, ciertas entidades empresarias rechazaron las responsabilidades que les endilgaron en el aumento del 46% en las importaciones durante el 2010, como calculó el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).

Pese al juego del “Gran Bonete” practicado por uno y otros, el año pasado hubo un alza de las compras en el exterior superior al de las exportaciones, que disminuyó el 28,6% el saldo comercial respecto del 2009. No obstante, el resultado fue positivo en 12.057 millones de dólares, o sea similar al del 2006, 2007 y 2008, aunque en este trienio hubo menor actividad económica.

“El aumento notable de las importaciones durante el 2010 (46% interanual) indicó fuertes crecimientos de la actividad y de la inversión pero también mostró que una parte significativa del incremento de la demanda no se tradujo en producción y trabajo argentinos”, advirtieron en la ahora demasiado enfrentada Unión Industrial Argentina (UIA).

Por si fuera necesario, los números difundidos convencieron a la Asociación de Importadores y Exportadores de la República Argentina (Aiera) de que “el país, en el 2010, exportó demasiados productos primarios, con poco valor agregado y trajo manufacturas industriales”. Autopartes y “kits” para el armado de electrodomésticos y electrónicos impulsaron esa expansión del 46%, al igual que los bienes intermedios y de capital y piezas y accesorios desde la Unión Europea (+52%); partes para receptores de radiotelefonía y televisión y acondicionadores de aire y tejidos de punto de fibras artificiales de Corea del Sur, China, Japón y la India (+53%); combustibles –como gasolinas de aviación–, lubricantes, grupos electrógenos y juegos activados con monedas o fichas de Estados Unidos; teléfonos celulares y automotores de México, celulares y gasoil de Canadá (27%) y construcciones prefabricadas, papel, cajas y cartón corrugado de Chile (33%).

El superávit comercial del año pasado fue de 12.057 millones de dólares (en el 2009 fue de 16.888 millones), ya que las exportaciones alcanzaron los 68.500 millones (55.689 millones) y las importaciones los 56.443 millones (38.781 millones). Los principales países de origen de estas últimas fueron Brasil, China, Estados Unidos, Alemania y México.

Giorgi interpretó a su manera los datos del Indec. Sostuvo que las importaciones del 2010 fueron 976 millones inferiores a las del 2008 (cuando marcaron un récord), con un nivel de actividad un 10% superior al de aquel año. Dedujo que “se sustituyeron importaciones por 7.600 millones” y que “el superávit comercial de 12.057 millones no fue casual sino consecuencia de un modelo de crecimiento que prioriza el trabajo argentino”.

Ante “el aumento notable de las importaciones”, y teniendo en cuenta que existe “un mundo altamente competitivo”, la UIA, cuando Héctor Méndez aún no había renunciado a la presidencia, consideró “fundamental que las decisiones empresarias y las políticas públicas promuevan los procesos de inversión que aumenten la capacidad productiva”. Y, si bien coincidió parcialmente con Moreno y Giorgi, efectuó un “llamado de atención” por la persistencia de altos niveles de importaciones en sectores donde precisamente está focalizada la demanda. Por eso pidió que “sean utilizados todos los mecanismos para que los empresarios puedan tomar decisiones que ayuden a crecer a la industria argentina” y que el gobierno “arbitre medidas para impedir las importaciones superfluas y alienten las inversiones”, teniendo en cuenta que “hay mecanismos y herramientas para lograr ambos objetivos”.

Boudou argumentó –en plena campaña para que lo elijan candidato a jefe de Gobierno por el Frente para la Victoria– que “cuando se busca cuidar que no haya una importación desmedida de productos que podemos fabricar en la Argentina, estamos convencidos de que cuidamos a las empresas nacionales y la creación de trabajo”.

Los incrementos de las compras en el exterior y de la inflación influyeron para que la recaudación tributaria aumentara el 34,4% en el 2010 y alcanzara los 409.899,6 millones de pesos, según la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP). Los ingresos por derechos de importación treparon el año pasado a 11.427,3 millones de pesos, es decir, el 48,4%.

Para la Cámara de Importadores de la República Argentina (CIRA), las adquisiciones en el exterior del 2010, aunque fueron el 46% superiores a las de 2009, resultaron el 2% inferiores a las del 2008, de manera que “en el bienio bajaron, no subieron”. Acerca de la composición de las mismas, el 41% estuvo constituido por bienes de capital, sus partes y piezas; el 31%, por bienes intermedios (materias primas y semielaborados); el 8%, automotores; otro 8%, combustibles, y el 12%, todos los bienes de consumo, excepto los vehículos. Diego Pérez Santisteban, titular de la CIRA, planteó que “dado que el 80% del total de las importaciones se dirige a las producciones industrial y agropecuaria y la infraestructura de servicios públicos y privados, apoyamos estas necesidades de inversiones, que brindan a la producción local mayores niveles de productividad y competitividad”.

Los dos sectores que impulsaron “fuertemente” en el 2010 los aumentos de las operaciones reseñadas fueron para la CIRA el automotor, con el 78%, y los combustibles, con el 69%. En cuanto a las de todos los bienes de consumo imaginables (textiles, calzado, juguetes, electrónicos, electrodomésticos, artículos para el hogar, alimentos, etcétera), sólo habrían crecido el 30%, lo que implicó el 35% menos que el señalado 46%.

Aldo Abram, director del Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados de la Argentina, opinó que de cumplirse las restricciones que busca imponer la Secretaría de Comercio Interior, “lo primero que se logrará es que baje la demanda de divisas extranjeras y, por lo tanto, los precios y el poder adquisitivo en la economía local”. Esto sucedería, agregó, “con una baja del tipo de cambio nominal o si el Banco Central (BCRA) decidiera sostenerlo comprando el excedente con inflación”.

Ante la suba del 46% de las compras en el exterior durante el 2010


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