Presión, vértigo y gol

<i>Lionel Messi convirtió un gol oficial con la Albiceleste, después de 1.556 minutos. El último había sido ante Venezuela el 28/3/09.</i>

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DyN

BUENOS AIRES (Sebastián Busader, enviado especial).- Nadie, ni el más optimista de los hinchas argentinos, imaginó estar gritando a viva voz “ole, ole” cuando aún faltaban 25 minutos para ser consumidos en el debut de las eliminatorias. Lionel Messi eludía rivales como a seres inanimados, Ángel Di María era una gacela en fuga, Gonzalo Higuaín se floreaba y a un costado Claudio Borghi mostraba los ojos más decepcionantes de la noche. Así comenzó el ciclo de Alejandro Sabella en el camino a Brasil 2014: con un triunfo bárbaro ante Chile (4-1), tres goles del Pipita y la vuelta a la red de La Pulga. Al fin hubo aplausos y reconciliación con la gente.

La verdad es que Argentina no jugó un gran primer tiempo ni mucho menos. Hubo imprecisiones y desajustes, tanto en defensa como en el ataque. La diferencia con tiempos pasados estuvo en la claridad del concepto: defender ordenado y darle rienda a los cracks para que liberen su talento. Así cayeron los dos goles de la primera etapa.

Hasta ahí el trámite era más bien de mediciones, como esos dos boxeadores que se respetan y respetan más el contexto del combate. La estrategia del Bichi Borghi se basó en intentar tener el balón con sus dos enganches (Valdivia y Matías Fernández), para hacer ancha la cancha y lastimar en ofensiva. El 10 y el 14 preocuparon por momentos porque ganaron las espaldas de Chapu Braña y Ever Banega, pero con el correr de los minutos su fútbol se apagó. Igual, el doble 5 criollo tuvo problemas en la contención.

Argentina encontró rápido la llave para abrir el partido después de ese tiro libre mal ejecutado por Waldo Ponce, la corrida de Di María y el bombazo de un gran Higuaín. Messi fue el jugador más ovacionado, pero Pipita fue el hombre de la noche, por sacrificio, inteligencia y lucidez para vencer al arquero Claudio Bravo.

Chile, lejos de aquel equipo serio y sin complejos de la era Marcelo Bielsa, estuvo desequilibrado, achicó mal en defensa, dejó grandes espacios entre líneas y, por sobre todas las cosas, estuvo muy impreciso y errático. Casi infantil. El segundo tanto, el esperado por todos, cayó sobre los 25 por una mala salida de Jean Beausejour, una “puñalada” de Higuaín al mal achique chileno y el toque al gol de Messi, el genial duende que volvió a marcar después de más de dos años.

Las gravísimas fallas del rival y la presión que imprimió en tres cuartos de cancha le simplificaban la historia a un equipo nacional que dejaba de estar nervioso y era amenazante cuando el tándem Messi-Di María-Higuaín tomaba retrocediendo a sus rivales.

Chile tuvo el descuento a los 43, pero Zabaleta enmendó su error al llegar a un cruce providencial ante el disparo del insistente Humberto Suazo.

Dos jugadas iniciales marcaron la tendencia en el segundo tiempo: a los 2 Higuaín aprovechó otra siesta defensiva para meter una zurdazo que se fue cerca y en el jugada siguiente Messi le quitó la redonda a Vidal y su vaselina fue a dormir a las manos de Bravo; y a los 4 Mauricio Isla desbordó a Marcos Rojo y el cabezazo de Pinilla se fue cerca. Eso se transformó en regla, de uno y otro lado. Chile atacaba por derecha y Argentina presionaba y obligaba a los jugadores de pies menos virtuosos de la Roja.

El 3-0 cayó nuevamente en el despertar de la etapa, a los 6, después de una buena jugada combinada, con centro de Di María y Pipita nuevamente como verdugo. El descuento fue de Matías Fernández, primero por un error de Rojo -al que volvió a desbordar Isla- y luego de Mariano Andújar. Y desde ahí el triunfo no estuvo en duda.

Las ovaciones se sucedieron para Messi -que jugó de bien para muy bien-, el Pipita recibió la suya cuando clavó el 4-1 tras una nueva y grosera falla del fondo visitante y habilitación de La Pulga. Y el cotejo continuó por los mismos carriles hasta el final.

Es una muy buena forma de comenzar el intrincado camino a Brasil 2014, con una victoria holgada ante un rival directo.

Sabella seguramente no se fue conforme con las dudas del fondo y algunos desajustes en la zona media. Pero quedó claro -después de dos procesos de no saberlo- lo que Pachorra pretende. No hubo messidependencia, sí profundidad y eficacia. Son noticias para ilusionarse.

Pura categoría. El Pipita jugó en un nivel muy alto. Primero se conectó con su socio del Real, Di María. Y después hizo “destrozos” con Lionel.


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