Presupuesto 2014, una sobredosis de optimismo

Con muchas inconsistencias, no anticipa un cambio en el rumbo de la política económica.

Las proyecciones sobre las pautas macroeconómicas para el año próximo que presentó el gobierno en la denominada “ley de leyes” se alejan bastante de las estimaciones del sector privado y de algunas oficinas provinciales de estadística y censos.

Los números defendidos por el ministro de Economía Hernán Lorenzino tienen muy poco correlato con la coyuntura que atraviesa el país, a tal punto que parecieran sacados de otra “década”.

Puede ocurrir que el Poder Ejecutivo tenga en carpeta medidas específicas que recién daría a conocer el día después de las elecciones de octubre y que le permitirían –siendo muy optimistas– cumplir las previsiones presupuestarias.

Si se comparan los guarismos parciales de lo que va del año con las correspondientes proyecciones del presupuesto, la posibilidad de que estas últimas se cumplan parece bastante improbable.

El primer ejemplo viene dado por la tasa de crecimiento económico, que para este año el oficialismo estableció en el 5,1%, casi un punto porcentual mayor a la definida en el presupuesto original (4,3%). Para el próximo año se espera una expansión del 6,2%. Esto implica que el PBI debería avanzar a un promedio mensual del 0,8%.

El impulso vendría, en buena parte, del sector externo. La balanza comercial cerraría el año con un superávit de 10.124 millones de dólares como consecuencia de una suba interanual del 9,2% en las exportaciones y del 8,6% en las importaciones. Cabe señalar que en los primeros ocho meses de este año el saldo del intercambio comercial llegó a los 6.292 millones de dólares, un 32% menos que en el mismo período del 2012.

Por el lado de las ventas, en el acumulado a agosto de este año fueron apenas un 4% superiores a las del mismo lapso del 2012. Hoy es difícil creer que el 2014 será distinto, más cuando se ve que la cosecha no será mucho mejor, la cotización de la soja se mantendría por debajo de los 500 dólares y el sector automotriz empieza a tener problemas para colocar unidades afuera, principalmente en Brasil. A esto se suma una economía mundial que aún no está fuera de peligro.

Tal vez el gobierno está apostando por una mayor diversificación de mercados dentro de Latinoamérica para poder disminuir su exposición a la marcha de la economía brasileña.

La otra cara del sector es el mercado interno que, fogueado cada vez más por las compras financiadas, avanza a toda máquina y amenaza con romper el récord de patentamientos.

En cuanto a las importaciones, lo que llama un poco la atención es que el presupuesto prevé una desaceleración de las mismas al mismo tiempo que establece que la economía argentina crecerá un 6,2%. En este sentido, a pesar de los esfuerzos por profundizar el proceso de sustitución de importaciones, nuestro país todavía tiene una importante dependencia de las mismas. En otras palabras, si se continúa con la estrategia de trabar el ingreso de determinados bienes se afecta negativamente la inversión y, por ende, la actividad económica.

Asimismo, si disminuye la provisión de ciertos insumos clave se podrían generar presiones alcistas sobre los precios.

Al respecto, no es una sorpresa que el gobierno haya vuelto a ignorar por completo las estimaciones privadas y la realidad al proponer un escenario donde la tasa de inflación minorista para el 2014 sería del 9,9%. Lo que sí resulta inesperado es que la misma sea inferior a la contemplada para este año (10,5%). Esto en un contexto en el que los cálculos independientes que realizan el Congreso y determinadas provincias indican que la inflación anual ronda el 25%.

En este punto, un reciente informe de la consultora Economía & Regiones destaca que “el piso de la inflación es cada vez más elevado, lo cual también contribuiría a elevar su techo, acelerando en lugar de desacelerando el actual proceso de aumento de precios”.

Lo que agrava la situación es que las expectativas inflacionarias también se mantienen en un nivel elevado, cercano al 30%.

A partir de los datos mencionados hasta aquí, el escenario que vislumbra el gobierno es de restricciones a las importaciones (claramente no afectará las compras de combustibles), mayor crecimiento económico y desaceleración del aumento de los precios internos. Esto marcaría un punto de inflexión en lo que se viene observando en los “últimos meses” y, ciertamente, una inconsistencia.

Otro número que parece salido de una “caja negra” tiene que ver con la evolución del valor de la moneda argentina. Cabe recordar que mientras en enero la devaluación mensual no superaba el 10%, en agosto y septiembre giró en torno al 40% anualizada y en lo que va del año el tipo de cambio pasó de 4,93 a 5,80. Sin embargo, los números del presupuesto anticipan un nuevo cambio de tendencia en el ritmo devaluatorio, al definir un tipo de cambio promedio de $/u$s 6,33 para todo el 2014, lo que arroja una devaluación de sólo el 6,9% medida de punta a punta, con el dólar subiendo de $/u$s 6,10 a 6,52.

Sin duda esto no representa un panorama alentador para los exportadores, que ante un eventual fortalecimiento del dólar y una depreciación de las monedas de las economías emergentes –en especial las de los países vecinos– perderían competitividad precio. Y a Moreno se le dificultaría aún más la tarea de conseguir dólares para comprar energía.

Los que sí se verían beneficiados serían quienes pertenecen a los sectores de mayores ingresos, puesto que seguirían accediendo a un dólar subsidiado con el cual viajar al exterior y realizar compras con tarjeta de crédito, mientras que se desincentivaría el ingreso de turistas a los principales destinos de la Argentina. No obstante, esta situación se podría ver mitigada si, como vaticinan muchos analistas y consultores, el gobierno avanzara en un desdoblamiento del tipo de cambio oficial creando uno específico para “turismo”. Este tema es clave para intentar frenar la sangría de dólares del Banco Central.

Por último, no hay que olvidar que un aumento en la tasa de devaluación incrementa las ganancias contables del Banco Central.

En definitiva, otro supuesto que carece de sustentabilidad en el tiempo.

Volviendo sobre las proyecciones de expansión económica, la sobreestimación de esta variable tiene un fuerte impacto en el financiamiento del Estado nacional. ¿Por qué? Si en el 2013 Argentina crece según lo proyectado en el presupuesto, en el 2014 se deberían pagar más de 5.000 millones de dólares en concepto de cupón PBI y más de 6.500 millones de dólares en el 2015. Estas previsiones de pago de deuda pública habilitan al gobierno a incrementar el Fondo de Desendeudamiento destinado a tal fin. Pero si los vencimientos resultaren menores a los recursos del fondo, el excedente puede ser utilizado para gastos de capital en forma discrecional, es decir, “a gusto y piacere” del Poder Ejecutivo. Además, también se habilitaría el uso de estos recursos para afrontar gastos corrientes, es decir, pagar sueldos de las empresas estatizadas.

El presupuesto nacional 2014 contempla un Fondo de Desendeudamiento de 9.855 millones de dólares, lo que constituye un récord. Este monto equivale al 28% de las reservas internacionales del Banco Central, que al 20 de septiembre se ubicaban en 35.000 millones de dólares, lo que constituye su nivel más bajo en los últimos seis años. De ahí que éste sea uno de los puntos más cuestionados por las oposición. El Fondo de Desendeudamiento se emplearía para pagarles a acreedores privados. Los vencimientos en dólares (incluyendo el cupón PBI) suman 5.200 millones de dólares, en tanto que la deuda en pesos equivale a 4.650 millones de dólares.

Ahora bien, si el gobierno hace frente a sus acreencias denominadas en moneda local con pesos, quedarían librados para efectuar otros pagos a privados más de 4.500 millones de dólares, los cuales no están especificados en el proyecto.

En forma análoga a lo que hizo en el sector hidrocarburífero, el gobierno nacional busca ampliar el control de un bien cada vez más escaso y valioso.

Escenario fiscal

La novedad viene dada por un crecimiento de los gastos primarios (antes del pago de intereses de la deuda) del 15,6% anual frente a un aumento de los ingresos totales del 27%. Esto significa un importante freno al gasto público, teniendo en cuenta que bajo la administración Kirchner el promedio se ubica cerca del 20%. Para el Instituto Argentino de Análisis Fiscal, el proyecto de presupuesto mantiene la estrategia de subestimar el crecimiento del gasto, lo que proporcionaría a posteriori una mayor discrecionalidad en la asignación de los recursos excedentes.

Los ingresos también estarían levemente subestimados. El caso más evidente es el del Impuesto al Valor Agregado, que crecería un 26%, es decir, menos que la inflación verdadera, esa que cada argentino descubre cuando va al supermercado.

De acuerdo con la Asociación Argentina de Presupuesto y Administración Financiera Pública, del incremento de los recursos corrientes y de capital, el ingreso que registra la mayor alza es el de Rentas de la Propiedad (44%), que alcanzaría a 84.485 millones de pesos. La relevancia de este dato se debe a que más del 90% de estos fondos provendría del Fondo de Garantía de Sustentabilidad que maneja la Anses y de las utilidades del Banco Central. Cabe resaltar que este organismo también financiará el gasto público a través de adelantos transitorios y títulos, por lo que habría que espera una profundización del deterioro de su balance.

De esta manera, el presupuesto 2014 deja claro que la dominancia fiscal seguirá siendo la regla en política monetaria, es decir, se le va a pedir a la entidad presidida por Marcó del Pont que continúe emitiendo pesos para financiar al tesoro nacional.

Esta creciente monetización del déficit obligaría al Central a inyectar al mercado cerca de 70.000 millones de pesos, según estadísticas de Economía & Regiones. Si bien no se puede afirmar que el actual proceso inflacionario que vive la economía argentina se debe exclusivamente a causas monetarias, es cierto que esta mayor presión de la política fiscal sobre el Central genera presiones sobre los precios. Esto sin mencionar que no ayuda para nada a modificar las actuales expectativas de devaluación, en virtud de que se deterioran los activos del Central.

Finalmente, ante un presupuesto con proyecciones improbables, el interrogante pasa por saber si el gobierno tomará decisiones sobre los temas más relevantes: inflación, dólar, cepo cambiario, subsidios y tasas de interés.

(Redacción Central)

Proyecciones alejadas de la realidad y poco probables


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