Prevención de accidentes en aguas claras sin movimiento

El título de esta nota abarca: piscinas de clubes, countries, quintas o casas, «tanques australianos» o similares y piletas plásticas desarmables. La mayoría de los accidentes de 1 a 5 años ocurre en algunas de ellas, y con las medidas de prevención son «evitables» en su gran mayoría.

Es recomendable que los niños entre 3 y 5 años reciban una enseñanza organizada, placentera y duradera de nadar correctamente, y la mantengan con su práctica. Todo contacto previo con el agua, de cualquier modalidad, puede ser positivo, pero no garantiza que nade realmente en una emergencia.

La «visión directa permanente» y a una distancia cercana, por un adulto en condiciones físicas de auxiliarlo, es la mejor y más barata medida de precaución. Rige absolutamente para bebés y niños pequeños, pero también para preadolescentes y adolescentes. Es recomendable (obligatorio, si no nadan correctamente) el uso de «chaleco» salvavidas, con tres abrochaduras y correa pasada por la zona inguinal, acorde al peso y no a la edad. Es el único que garantiza que ante un accidente flote con la cabeza fuera del agua, hecho que no aseguran otros medios de flotabilidad, generalmente lúdicos.

Toda pileta debe tener un cerco en todo su perímetro de 1,30 metros como mínimo. Debe tener barrotes con una separación máxima de 10 centímetros y una sola abertura no operable por los niños. La existencia de una «cobertura de pileta» de cualquier tipo (en general más costosas) no excluye la necesidad de cerco.

El cloro es un elemento cuyo exceso en el agua provoca congestión de ojos y nariz, daña la piel y el cabello e ingerido involuntariamente provoca trastornos digestivos en los niños. Si no es posible reemplazarlo por los nuevos antisépticos «no clorados» (de mayor costo) debe estar cuidadosamente dosificado, por personal capacitado. La transmisión de enfermedades de los ojos, de la piel y de los aparatos respiratorios y digestivo, se ve facilitada por la convivencia en piscina. Todo niño con síntomas mínimos, aún «dudosos», debe dejar de concurrir hasta que un pediatra haga un diagnóstico confiable de su estado de salud.

Todas las pautas previas avalan la «práctica segura de la natación», para después evitar males mayores.

Carlos Nasta pediatra, secretario de la Subcomisión de Prevención de Accidentes Sociedad Argentina de Pediatría


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