Primeros ruidos de un año electoral

OPINIÓN

Hebe de Bonafini y Ricardo Darín han dicho cada uno lo suyo durante las últimas horas y definieron en ese contrapunto indirecto no sólo posturas políticas más o menos rebatibles, sino esencialmente formas de convivencia democrática, muchas de las cuáles vienen llevando a la sociedad hacia el desencuentro. En el inicio del 2013, ni Cristina Fernández, recluida y silenciosa en el Sur y ni siquiera la foto entre Daniel Scioli y Mauricio Macri y las declaraciones del primero sobre la “necesidad” de seguir hablando para gestionar mejor o las del jefe de Gobierno porteño diferenciándose de los políticos “kirchneristas”, movieron demasiado el amperímetro. Por lo opuestos, los dichos de Bonafini y de Darín se llevaron las palmas. Más allá de los estilos, ambos frontales y mal hablados, la titular de Madres de Plaza de Mayo y el laureado actor se mostraron como las dos caras de algunas posturas de fondo que hoy dividen a los argentinos, actitudes que probablemente alcancen un espacio en la consideración ciudadana en las elecciones de octubre: la intolerancia cerrada y la imposición, por el lado de la octogenaria defensora del Gobierno y la resistencia a ser manada, más el pedido de diálogo constructivo que expresó el artista. “Si siguen fallando así… las Madres y el pueblo los van a juzgar y condenar”, dijo Bonafini de la Corte Suprema en relación a la Ley de Medios, en un discurso de neto apriete hacia los jueces, frente a los Tribunales. “Hoy estamos en la puerta. El día que nos hartemos vamos a entrar y veremos qué pasa, a ver si estos señores se ponen las pelotas para hacer lo que tienen que hacer, porque le tienen miedo a los medios”, arengó. “No tenés derecho a tener una posición diferente. El comienzo del camino al fanatismo es éste. Creer que todo lo que no se alinea o no está en armonía con tu pensamiento se construye casi como el enemigo. No para vencerlo, para eliminarlo. Y eso me asusta”, advirtió Darín en una entrevista hecha varios días antes, en una reflexión que sonó casi como una respuesta. En sus intervenciones, Bonafini prometió ejercer una suerte de campaña persecutoria en relación a los jueces de la Corte, a quienes acusó de estar “comprometidos con los grandes medios, a los que les tienen miedo o son socios”. Y ante esos dichos, el actor pareció contestar: “Te dicen lo que tenés que pensar y en qué dirección y si no estás de acuerdo, sos un ‘hijo de puta’”. La postura crítica de Darín no había sido planteada nunca con tanta claridad y si bien generó otros titulares irritantes para el Gobierno en la prensa (”Quisiera que alguien me explique el crecimiento patrimonial de los Kirchner”) tuvo picos de dramatismo en sus apreciaciones sobre lo que considera es un estímulo a las divisiones, generado por el kirchnerismo: “Yo quiero que le vaya (a la Presidenta) como los dioses. Yo quiero que timonee, que convoque, que baje la adrenalina, que llame a una reconciliación. La historia de nuestro país está dividida entre Boca y River”, metió el dedo en la llaga, en la vereda de enfrente de Bonafini. Justamente, la controvertida dirigente, devaluada ante la opinión pública tras el caso Schocklender, es una exponente fiel de la lógica binaria del “amigo-enemigo” que sigue el Gobierno, paradójicamente una línea que abraza la más estricta filosofía militar: los que no se suman a las filas del proyecto deben quedar afuera, por las buenas o por las malas. Y para lograr ese objetivo vale todo, desde las presiones hasta cambiar los argumentos que se defienden a la hora de justificar posturas. No hubo ejemplo más claro en este sentido, que el intento de destitución del intendente de Bariloche, Omar Goye ejercido por el gobernador de Río Negro, Alberto Weretilneck y por el senador Miguel Pichetto. Justamente, el jefe de la bancada de senadores del Frente para la Victoria, quien más de una vez acusó a quienes piensan diferente al Gobierno de ser “destituyentes”. Sin embargo, esta vez para Pichetto el emplazamiento al barilochense para encontrar una salida “acordada” y “ordenada” tras los saqueos que comenzaron antes de Navidad, no implica un acto “anti-institucional o anti-democrático”. En una muestra de honestidad brutal, aún para torcer sus propios argumentos, el senador reconoció que esa ciudad está “aislada” de la Nación y de la provincia. El gobernador no fue menos sincero: “Se necesita un intendente y un gobierno municipal que pueda relacionarse como corresponde a nivel provincial y nacional”, dijo. El “como corresponde” es que sea sumiso y que acepte pagar el pato por los hechos de diciembre, ya que los eventuales responsables que eligió el Gobierno para ocultar sus graves fallas en materia social, gremialistas y políticos opositores, desnudaban que el relato estaba fallando.

Hugo Grimaldi DyN


OPINIÓN

Registrate gratis

Disfrutá de nuestros contenidos y entretenimiento

Suscribite por $1500 ¿Ya estás suscripto? Ingresá ahora
Certificado según norma CWA 17493
Journalism Trust Initiative
Nuestras directrices editoriales
<span>Certificado según norma CWA 17493 <br><strong>Journalism Trust Initiative</strong></span>

Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios