Procesaron a taxista por «justicia por mano propia»
Un taxista fue asaltado por dos maleantes. Otro chofer vio lo ocurrido y llamó por radio a otros conductores. Lograron detener a uno de los asaltantes y le dieron una brutal golpiza.
SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- El juez Martín Lozada dispuso el procesamiento del taxista Salvador González Marín, quien luego de ser asaltado por dos jóvenes armados, logró detener a uno de los sospechosos, en compañía de otros trabajadores del volante, y golpearon al muchacho de tal manera que le produjeron lesiones graves y debió ser hospitalizado.
El procesamiento dictado por el magistrado recuerda que es el Estado quien ostenta el monopolio del uso de la fuerza, y que «muy excepcionalmente» ésta debe traducirse en fuerza física. Aclara que esa potestad debe ser ejercida «por las agencias competentes, de acuerdo a un designio que trasciende la venganza privada, y que éste es la determinación del hecho criminal, la cesación de sus efectos, y de corresponder, la detención de los sujetos involucrados».
El exceso en el derecho a la defensa es lo que critica el juez Lozada en este procesamiento por lesiones, sin mencionar que los más agresivos escaparon del lugar después de golpear sin riesgo a un hombre joven, que ya estaba rendido y reducido, y no han sido identificados.
El episodio investigado por Lozada ocurrió a las 2.30 del último 6 de marzo, en circunstancias en que el taxista Salvador González Marín fue asaltado por un joven, que después de ser detenido por los trabajadores del volante también resultó procesado por orden del magistrado. La oportuna intervención policial hizo que cesaran los golpes sobre Marcos Nicolás Benegas y se dispersaran los taxistas agresores, y tan sólo fue detenido el taxista asaltado, ahora procesado por el delito de lesiones graves.
Todo empezó cuando la policía tomó conocimiento que dos individuos que habían ascendido a un taxi en Onelli y Vilcapugio, habían asaltado al conductor al llegar a Brown y Otto Goedecke. Mediante amenazas y la utilización de un arma blanca, los delincuentes despojaron al trabajador de su auto y los 150 pesos que había recaudado, sin advertir que otro taxista había presenciado la maniobra y había convocado a un numeroso grupo de trabajadores del volante, que acudieron con sus autos y los rodearon. Uno de los sospechosos alcanzó a superar a la carrera el cerco que formaron los trabajadores, pero el otro fue detenido y golpeado por los conductores, que le ocasionaron lesiones graves.
De acuerdo al procesamiento, los taxistas golpearon con palos al joven asaltante hasta hacerlo caer al piso, y una vez allí «continuaron la agresión mediante puntapiés en todo su cuerpo, haciendo que su cabeza golpeara contra el cordón de la vereda».
El joven sufrió politraumatismos, traumatismo cráneo-encefálico sin pérdida de conocimiento, excoriaciones varias en todo el cuerpo, herida cortante en la frente y fracturas de varias costillas, y su rostro quedó virtualmente desfigurado por la golpiza.
Exceso en la defensa de la vida y los bienes
Una vez más el exceso en la defensa de la vida y la propiedad divide a la ciudadanía, que mayoritariamente reconoce las carencias del servicio de seguridad pública y reniega de los resultados fatales de la «justicia por mano propia».
En momentos en que la seguridad es un bien escaso, aparecen en la sociedad individuos dispuestos a defender vida y hacienda con los mismos métodos violentos que utilizan los asaltantes y agresores. Y es que quizá la sensación de inseguridad que siente el individuo que ha sido despojado de algún bien, mediante amenazas o de manera subrepticia, es a veces suplantada por el coraje que lo impulsa a defender, aún a costa de su vida, mínimos bienes materiales.
Ante un delito en flagrancia puede actuar la fuerza pública, el damnificado, o lo que la doctrina denomina como clamor público, y los particulares están facultados para practicar la detención de un sospechoso, al que deben entregar en forma inmediata a la autoridad policial o judicial. Sin embargo, los excesos en la modalidad de detención pueden significar otros delitos de acción pública, como en el presente caso, que también deben ser investigados y perseguidos de oficio. Y es que durante estos eventos suele ponerse de manifiesto la cobardía y los peores instintos de algunos individuos, que son capaces de ejecutar las peores acciones amparados en la impunidad que otorga integrar una turba. (AB).
SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- El juez Martín Lozada dispuso el procesamiento del taxista Salvador González Marín, quien luego de ser asaltado por dos jóvenes armados, logró detener a uno de los sospechosos, en compañía de otros trabajadores del volante, y golpearon al muchacho de tal manera que le produjeron lesiones graves y debió ser hospitalizado.
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