Promesas incumplidas

Veinte años de gobierno radical y tres del propio inhiben a Saiz de prometer. Kirchner, Icare y Soria le dan aire al Frente y ponen nerviosa a la UCR.

Atrapado en la imposibilidad de presentarse como probabilidad de cambio ni de mejora, Miguel Saiz formuló este jueves el discurso inaugural de las sesiones parlamentarias del último año de su gestión intentando convencer al electorado rionegrino de que es capaz de concretar en el futuro lo que no hizo en tres años: definir un proyecto de desarrollo estratégico para la provincia y llevarlo adelante.

El mensaje ratificó que el radicalismo confía en una campaña mediática, buscando autodefinirse como ganador de las próximas elecciones en Río Negro, cuando en realidad ni a ese partido ni a nadie escapa la evidencia de que el Frente para la Victoria tiene hasta hoy más elementos en su favor a la hora de merituar ventajas. Eso, aun cuando todavía faltan épocas cruciales en cuanto a la definición y estructura de las propuestas electorales de ambos sectores.

Más tranquilo en Roca por los claros gestos de apoyo brindados por Carlos Soria; con Alberto Icare ratificado como candidato a intendente de Bariloche en una disputa que será casi simultánea con la provincial pese a que la salud del jefe comunal siga presentándose como un interrogante; y con Cipolletti, Cinco Saltos y Villa Regina sumándose también a las ciudades en que obtendría mayoría de votos, Miguel Pichetto comenzó a relajarse. Desde el congreso partidario del sábado anterior, avanzó incluso en esbozar propuestas concretas, sacudiéndose la actitud defensiva a la que lo sometió el constante tiroteo radical, al disputarle el lugar de «kirchnerismo a la rionegrina».

En cambio, Saiz no parece encontrar un esquema argumental adecuado, mientras que en su equipo de colaboradores crece el descontento por su decisión de priorizar en la asignación de cargos parlamentarios a los representantes de sus «socios» electorales, dejando para último término la distribución de los lugares que sobren entre los numerosos dirigentes radicales que quieren continuar en sus bancas, o pasar de una intendencia a la más relajada Legislatura.

En su mensaje de apertura de las sesiones parlamentarias, Saiz reiteró promesas de obras que ya citó en discursos anteriores y prometió otras que no están incorporadas en el Presupuesto para el 2007 que él mismo envió a la Legislatura y que ésta aprobó hace 45 días, lo que contribuyó a que toda su pieza fuera poco creíble y a travestir lo que debió ser un acto institucional en un insuflado discurso de campaña.

En esta dificultad de qué más prometer, el gobernador está atrapado en la historia por partida doble: su partido hace 21 años que gobierna esta provincia y él mismo hace ya tres años que encabeza una gestión que ha resultado bastante anodina.

Uno de los pocos logros que puede exhibir es haber mejorado el salario del empleado público mérito que en rigor es más fácil atribuir al crecimiento de la economía del país y a la mejora de la recaudación que a un programa político. Lo demás, se ha hecho con financiamiento de la Nación como la pavimentación de la Ruta 23 y el programa de viviendas o por la demorada concreción del financiamiento del BID para la reconversión productiva que fue gestionado por su antecesor y que ha sido excusa de innumerables actos, firmas y anuncios en todos estos años.

El balance no parece ser satisfactorio ni siquiera para los dirigentes radicales, sobre todo para aquellos que tienen que enfrentarse en forma cotidiana con los problemas. Así lo evidenció días atrás el malestar del intendente de Sierra Grande, Nelson Iribarren, quien reclamó por enésima vez que se pavimentara el acceso al balneario de Playas Doradas, una obra indispensable para la proyección de un destino turístico.

En este caso, no es sólo Saiz quien lo viene prometiendo año a año. Y eso explica en parte el disgusto de Iribarren: en el 2001, el entonces gobernador Pablo Verani buscó dar prueba de austeridad y de acción al mismo tiempo y dispuso por decreto 731/01 que el medio aguinaldo que no cobrarían los funcionarios los empleados tampoco lo percibían por la crisis se destinaría a pavimentar el acceso a Playas Doradas. Pasada la emergencia, los funcionarios volvieron a cobrar, pero ni un centavo se derramó sobre el polvoriento camino. Y la obra volvió a ser motivo de promesas en cada inicio de sesiones.

Un análisis del discurso de Saiz permite advertir que a una larga y tediosa enumeración, sin mayores detalles, se le adicionaron al comienzo y al final dos referencias optimistas de un supuesto plan de desarrollo estratégico del que no brindó más que el «título» y unos cuantos adjetivos calificativos. También se incorporaron frases relacionadas con la coyuntura política e incluso algunas que parecen tener destinatario determinado.

Saiz aludió en forma llamativamente escueta a su afinidad con el presidente de la Nación, con quien dijo compartir «anhelos y convicciones», sin precisar cuáles son ni en qué influyen a su tarea de gobierno. La referencia fue tan pasajera, que incluso pareció desinflar el énfasis que el propio mandatario ha puesto en motorizar una alianza electoral con el kirchnerismo. Parece ahora desconfiar de que tantas alabanzas puedan jugarle en contra, sobre todo luego de que el presidente Néstor Kirchner diera muestras de que si bien no rechazará ningún apoyo, le venga de donde venga lejos está de priorizar a un extrapartidario que recién conoce por sobre relaciones políticas y personales de larga data. Esa es la única lectura que admite la frase que, días atrás, le dijo al intendente de General Roca, Carlos Soria, en la Casa Rosada: «Yo tengo buena relación con los radicales pero Pichetto es un compañero, así que dale una mano».

Cuando los tiempos se acortan ante la proximidad de los comicios, el radicalismo parece advertir que la estrategia elegida puede ser equivocada. Y que tal vez le hubiera convenido como en años anteriores apostar a «alimentar» terceras fuerzas, que inclinar la balanza hacia una polarización que puede ser determinante y no precisamente a su favor.

Y si en algún momento apostó fuerte a sumar una «pata kirchnerista», las pretensiones de Osvaldo Nemirovsci están poniendo nerviosos a los radicales, sobre todo porque el barilochense propone que la Concertación lleve como candidato a diputado nacional a Jorge Franco su operador principal, una figura política de dudoso respaldo electoral y desprestigiado desde los tiempos en que Massaccesi lo bautizó «Grundig».

Mientras tanto, el gobierno no ha dicho por qué el acuerdo con Nación para refinanciar la inmensa deuda provincial no se ha firmado en la segunda quincena de febrero, como se anunció, y confía en que esta semana traiga alivio a sus múltiples motivos de preocupación.

 

ALICIA MILLER

amiller@rionegro.com.ar


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