Promueven la producción de caracoles para exportar

Una fórmula para enfrentar la crisis económica.

BUENOS AIRES (ABA).- No es una broma: para exportar en estos días hay que cambiar las vacas por caracoles. Es que este molusco que se caracteriza por su capacidad orgánica de no poder transmitir ninguna enfermedad al hombre es en la actualidad el único producto que puede salir del país en pie (vivo) con destino hacia los mercados internacionales, que como consecuencia del rebrote de la aftosa, cerraron sus puertas a todos los productos cárnicos argentinos.

Resulta curioso, pero la comercialización de carne de caracol con los principales países de la comunidad europea registra un boom que se mantiene -e incluso va en aumento- a lo largo de los últimos cinco años.

Tanto es así que países como Francia y España importan desde distintas partes del mundo aproximadamente 5 mil toneladas anuales, y ven en la Argentina un proveedor ideal para satisfacer los elevados niveles de consumo que registra su población.

«Francia tiene 50 millones de habitantes y un consumo que oscila entre 500 gramos y un kilogramo por persona. Y como su producción total no alcanza para abastecer su mercado, se ve obligada a importar más de un 80 por ciento del producto. Y ahí es donde nosotros entramos en juego», explica la bióloga Viviana Wilches, especialista en procesos de cría de caracoles y pionera en el mercado argentino de este molusco.

Junto con el exportador Enrique Orfila y bajo la organización de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Wilches empezará a dictar a principios del mes que viene un novedoso curso de capacitación para la cría de caracoles, al que se podrá acceder desde cualquier punto del país por medio de internet.

El objetivo de tal emprendimiento es que tanto los productores que ya trabajan con la cría de animales como aquellos que no conozcan nada del tema puedan montar un criadero con una inversión relativamente baja y lanzarse a un mercado que, según relatan los especialistas, tiene una demanda creciente y constante. «La idea es aprovechar las tendencias actuales y la coyuntura de crisis y salir a competir, con una inversión baja, a un mercado donde se mueven importantes cifras. Nuestro país actualmente sólo provee lo que se junta por la recolección de caracoles silvestres, pero queremos industrializar la cría para poder satisfacer la demanda, algo que todavía no podemos hacer por la simple razón de que no damos abasto», aseguró Wilches.

Así, debido a las características poco desarrolladas del sector, la Argentina exporta actualmente entre 30 y 40 toneladas por año, una cifra que fácilmente podría ser multiplicada mediante la instalación de pequeños y económicos criaderos.

«Esto es por falta de materia prima, y no por falta de clientes. La demanda es tan grande que no podemos satisfacerla, por eso dictamos el curso, para que se comience a dar lugar a la cría artificial», sostuvo la profesional.

La mejor manera para lanzarse a la producción de caracoles en la región patagónica es a juicio de Wilches mediante la cría por sistema intensivo, un método que permite maximizar el espacio y los recursos disponibles.

«Los caracoles necesitan para reproducirse un clima cálido. Utilizando el sistema de panelas verticales -nylons estirados con una distancia de no más de 15 centímetros entre sí- se puede producir aproximadamente 40 kilos de caracoles por metro cuadrado. Sólo es necesario contar con un espacio cerrado y mantener una temperatura que oscile entre los 20 y los 22 grados centígrados y mantener una humedad del 85% al 95%», afirmó.

Para más información acerca del curso de cría de caracoles, se puede acudir al teléfono 011-4524-8478, al correo electrónico informes@fvet.uba.ar o a la la página web de la Facultad de Veterinaria, www.fvet.uba.ar

Un plato para excéntricos

Si bien en la Argentina puede parecer una excentricidad, el consumo de caracoles en los países de la comunidad europea es un hábito arraigado a la cultura culinaria.

Franceses, italianos y españoles cocinan estos moluscos en ocasiones especiales, como fiestas de cumpleaños, navidades u otros festejos.

El caracol es rico en proteínas, que constituyen entre un 13% y un 15% de su peso.

Al mismo tiempo, tiene un elevado contenido en minerales (de 1,4% a 1,8%), entre los que se encuentran el calcio, el magnesio, el hierro y el zinc.

Su escasa proporción de lípidos (entre 0,55% y 0,65%) lo transforma en la carne con menos grasa y nervios del universo.

En la Argentina estos moluscos se diseminaron por toda la pampa húmeda traídos por los primeros inmigrantes europeos y se lo encuentra como habitante común en la mayoría de los jardines, campos y huertos.

Ya hay pequeños «invernaderos» en la región

En la zona ya hay unas 50 personas que en sus casas encaran la crianza de estos animales, mientras que en Cipolletti (en la calle Jorge Newbery al 800) se construye una planta de procesamiento, que incluso cuenta con la ayuda del municipio que aporta la suma correspondiente a 10 planes Trabajar para la mano de obra de este complejo que estará listo en noviembre.

Hubo en el país dos exportaciones de caracol -van vivos, en empaques especiales- y en 1999 se exportaron 15.000 kilos y 20.000 el año pasado. Ahora el Senasa ha tomado una decidida intervención en este tipo de operaciones (ver nota central).

En la zona del Alto Valle de Río Negro y Neuquén, y también en Viedma, se trabaja con el caracol de jardín, «Helix esparza», porque es el que tiene mayor cotización internacional. Y se hace en casas de familia y no en chacras para evitar cualquier contacto con específicos de curas y plaguicidas.

Hay pequeños «invernaderos», algunos en tambores de fibrocemento, como capítulo inicial de la tarea.

Se comienza con 250 reproductores -estos moluscos son hermafroditas- que se reproducen cada tres meses poniendo 150 huevos cada uno, por lo que a los seis meses hay más de 35.000 crías.

A los seis meses de este proceso ya se puede iniciar la comercialización.

Un kilo de carne de caracol se cotiza entre 11 y 12 pesos. De ese valor, el productor recibe 4,50. Hay países como Bélica que pagan entre 45 y 50 dólares el kilo, cuando la calidad de la carne es muy buena.

La base administrativa de esta actividad está en Cipolletti, en calle Roca 1029 .

Lucas Colonna


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