Protestas policiales en medio Brasil

Las protestas por bajos salarios amenazan a casi la mitad de los estados brasileños, y pusieron en un grave aprieto al gobierno de Fernando Cardoso. Las zonas más comprometidas son Alagoas y Pernambuco, y en San Pablo los uniformados realizan asambleas para definir las medidas. Temen al vandalismo.

SAN PABLO (ANSA) – Las protestas policiales por los bajos salarios ya afectan a casi la mitad del territorio de Brasil y alcanzan su mayor gravedad en Alagoas y Pernambuco, dos estados del Nordeste, donde los policías continúan en huelga.

La ola de conflictos policiales abarca al Distrito Federal de Brasilia y a 11 de los 26 estados de Brasil.

En San Pablo, que con 35 millones de habitantes es el estado más poblado, los policías están realizando asambleas y anunciaron un acto público de protesta para la próxima semana.

«Los gobernadores estamos siendo rehenes de grupos armados; lo que está ocurriendo es una verdadera subversión del orden público», se lamentó el gobernador de Pernambuco, Jarbas Vasconcelos, donde el paro policial ya lleva 17 días.

Vasconcelos solicitó al presidente Fernando Henrique Cardoso que convoque a un encuentro urgente de todos los gobernadores «para tomar una medida que abarque a todo el territorio nacional».

Vasconcelos dijo que habría que modificar la Constitución de 1988 y volver a colocar a la policía bajo el mando del Ejército para garantizar que no haya huelgas entre los guardianes del orden, como establece la legislación.

Algunos gobernadoras ya han pedido al presidente Cardoso que los ayude a satisfacer las exigencias policiales de aumento de salarios.

Pero, el portavoz presidencial, Georges Lameziere, dijo que «el gobierno nacional tiene sus restricciones presupuestarias y no podrá ayudar a los estados».

Maceió, un centro turístico que es la capital de Alagoas, ayer fue una jornada tensa, pero más calma que ayer, cuando comenzó la huelga de sus 9 mil policías y cuatro agencias bancarias fueron atacadas a balazos.

«No hubo actos de vandalismo y los índices de violencia permanecen normales», dijo el capitán Bernardo José Silva. «La población se está cuidando sola y casi no sale a la calle», agregó el vocero policial.

Los alagoanos quedaron atemorizados ayer, cuando grupos de policías recorrieron las calles de Maceió y otras ciudades del interior alertando a la gente que no saliera de sus casas.

Los comercios tomaron ya sus previsiones.

Las estaciones de servicios decidieron cerrar a las 18 mientras dure la huelga y las agencias bancarias contrataron más guardias privados.

El gobernador Ronaldo Lessa, del Partido Socialista Brasileño, de centroizquierda, esperaba la llegada de las tropas del Ejército, tal como, según él, le había prometido el presidente Fernando Henrique Cardoso por teléfono.

Lessa atacó a los líderes de los sindicatos de policías, quienes, de acuerdo al gobernador, «son de partidos que trabajan para que las cosas estén lo peor posible pensando en las elecciones presidenciales del 2002».

Uno de los sindicatos, el que agrupa a los cabos y soldados, está afiliado a la Central Unica de Trabajadores, brazo sindical del Partido de los Trabajadores, de izquierda.

Los 9 mil policías de Alagoas ganan en promedio el equivalente a 180 dólares y reclaman un aumento del ciento por ciento.

Hasta ahora, Lessa se ha negado a participar en las negociaciones con los líderes policiales y, a través de sus funcionarios, les ha informado que no puede ofrecerles un aumento salarial mayor al 15 por ciento.

Es la tercer huelga policial en Alagoas en los últimos cuatro años.

En julio de 1997, una paralización policial empujó al gobernador Divaldo Suruagy a la renuncia.


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