“Próximas elecciones: Jesús o Barrabás”

La anhelada recuperación de la democracia en 1983 supuso un “borrón y cuenta nueva” de décadas de turbulentas crisis cuyas indeseables secuelas todavía se hacen sentir.

Lamentablemente, la población fascinada por la restauración del orden institucional no supo y/o no pudo advertir que la reiteración de las crisis que tanto afectan no son políticas ni económicas, sino crisis de conciencia.

Aunque duela admitirlo, esta situación, vergonzante por cierto, se debe a que el hombre, no obstante vestir con elegancia y exhibir dorados logros culturales, científicos y tecnológicos y haber sido asistido amorosamente en distintas épocas por excelsas jerarquías de la espiritualidad (Rama, Buda, Moisés, Jesús, Mahoma), todavía es como fue: ¡cavernario!

A pesar de los milenios transcurridos como los medios a diario lo acreditan, aún es pendenciero, agresivo, amigo de los ajeno, hipócrita, sensual, especulador, egoísta, astuto, infiel, vengativo y, como no podía ser de otra manera, ha construido una sociedad a ¡imagen y semejanza!

En toda esta inconsciencia antisocial nuestros representantes tienen la mayor responsabilidad. Desde 1983 en adelante –salvo la excepción de rigor– los “levanta manos” en exclusivo utilizaron su banca a la manera de “ganzúa” (llave maestra de los ladrones para abrir cajas fuertes) para “alzarse” con lo máximo posible de la hacienda pública, desgraciando a millones de personas y dejando en ruinas a la Nación.

Estamos en vísperas de un año nuevo electoral. Como se ve, la comunidad política afín a las consabidas artimañas propias de los partidos afila sus uñas para sacar la mejor tajada de tan favorable circunstancia. Como es histórico, todos le prometerán al electorado la “nueva Jerusalén”, pero… Ante la posibilidad de que un nuevo engaño electoral en gran escala se esté engendrando, ¿no sería conveniente instituir en la esfera política el voluntariado cívico que a cambio de nada todo lo da? ¿Alguna vez no fantaseamos con lo hermoso que sería tener mandatarios y representantes de vocación ad doc?

Imaginemos, por un momento, que el Concejo Deliberante y la Legislatura cuentan con una selecta mayoría de ciudadanos voluntarios que –por no necesitarla– donan sus dietas a comedores y jardincitos vecinales, becas y demás bienes socio-culturales ninguneados por el oficialismo de turno.

A diferencia del falso cambio que todos con el mayor cinismo prometen, esta sí que es una trascendental renovación cívica que ayudará a emancipar al hombre de sus miserias mundanas y lo promoverá hacia elevados niveles de conciencia donde el poder del amor sustituyó al amor al poder. Por eso el papa Francisco, en severa reprimenda a la desidia cívica, esclareció que “la política es la más elevada práctica de la caridad cristiana”.

En el caso de que este humilde ideal profundamente cristiano y democrático del voluntariado cívico prospere y pueda contar con una plataforma partidaria que le permita participar en elecciones, entonces, como ya ocurrió en el pretérito religioso, la sociedad tendrá la oportunidad de volver a elegir entre Jesús, referenciado por la luz del servicio voluntario amigo, y Barrabás, que encarna la oscuridad de los malos políticos que lejos de extinguirse se multiplican.

Hugo César Navarro

DNI 7.946.311

“Estamos en vísperas de un año nuevo electoral. Como se ve, la comunidad política afila sus uñas para sacar la mejor tajada de esta circunstancia”.

Datos

“Estamos en vísperas de un año nuevo electoral. Como se ve, la comunidad política afila sus uñas para sacar la mejor tajada de esta circunstancia”.

La anhelada recuperación de la democracia en 1983 supuso un “borrón y cuenta nueva” de décadas de turbulentas crisis cuyas indeseables secuelas todavía se hacen sentir.

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