Proyecto para la inclusión de hipoacúsicos en actividades culturales

NEUQUEN (AN).- Además de ver películas subtituladas, las personas hipoacúsicas podrán escuchar la música, sonidos y diálogos de los actores sin ruidos de fondo ni reverberancias. El objetivo se concretará si el Concejo Deliberante aprueba la instalación obligatoria de dispositivos denominados «aros magnéticos», de bajo costo económico. Se trata de una iniciativa presentada ayer por el defensor del Pueblo Juan José Dutto, que se extiende a los museos y salas de teatro, de espectáculos y de conferencias.

La idea es que este dispositivo -probado exitosamente en los teatros de Buenos Aires, el Planetario y cines de la Capital Federal, Córdoba y Santa Fe- abarque «al menos» el 5% de las butacas.

El aro magnético no es otra cosa que un amplificador que entrega una señal de salida a un cable que rodea el perímetro del local y crea un campo magnético, que copia en forma perfecta los sonidos y de este modo llega a los audífonos que usan las personas hipoacúsicas. Su costo en el mercado oscila entre 400 y 500 pesos, y se necesita sólo una por sala.

El proyecto de la Defensoría del Pueblo es volver obligatorio este requisito en la ciudad de Neuquén y propone que en el caso de las salas municipales, los aros magnéticos sean colocados este mismo año como ejemplo de lo que hay que hacer «para poner en pie de igualdad los derechos de la población hipoacúsica» para el acceso al arte y a la cultura.

Propone dar seis meses de plazo a las salas neuquinas para adecuar sus instalaciones a partir de la aprobación y reglamentación de la iniciativa, y en caso de omisión por parte de los responsables plantea sanciones de hasta 7.000 pesos.

La última encuesta nacional de discapacidad efectuada en 2004 ubica a la discapacidad auditiva en tercer lugar. Dicho de otro modo, es una de las más frecuentes. Plantea que un 85% de esas personas tienen dificultades para oír, mientras el resto no escucha ningún sonido.

El proyecto de la Defensoría llama la atención de que las personas con discapacidad auditiva «se encuentran en un círculo cerrado» que habitualmente les impide participar en encuentros culturales y de otro tipo que pudiera interesarles.