Un vivero que resguarda y multiplica especies nativas de la Patagonia

El INTA Bariloche produce plantines y cuenta con un banco de semillas de especies nativas para investigación, comercialización y para la restauración de bosques degradados.


INTA Bariloche


Crece la siembra y cría de plantas bajo cubierta con la instalación del primer invernáculo.

Con pequeños plantines forestales y semillas diminutas es posible conservar y reproducir especies nativas que representan la mayor riqueza del Bosque Andino Patagónico. Desde 1993, el vivero forestal del INTA Bariloche genera plantines con propósitos científicos y de restauración de bosques degradados, y procura asegurar las semillas de las especies nativas más destacadas para cubrir la demanda de viveristas de la región.

Las primeras líneas de investigación en las que el vivero hizo su aporte se orientaron a las especies nativas raulí y ciprés de la cordillera. Hacia 1998 se inició un programa de mejoramiento genético de pinos ponderosa y oregón, que llevó a producir plantines de estas especies. Luego se sumaron otras nativas, como el roble pellín, el pehuén, y más recientemente el sauce criollo, el ñire y la lenga.

La producción de plantines se inició con el sistema tradicional de siembra en canteros a la intemperie y luego comenzó la siembra y cría de plantas bajo cubierta con la instalación del primer invernáculo.

El vivero tiene una superficie de una hectárea con tres invernáculos equipados con sistemas de riego y ferti-irrigación, calefacción y dispositivos para el mantenimiento de la temperatura. Además, cuenta con herramientas e instrumental adecuado para las tareas de recolección, limpieza y tratamiento de semillas y con una cámara de frío de 8 m3 para almacenarlas.

El cultivo bajo cubierta en Bariloche.

Las colectas de semillas de roble pellín, raulí, lenga y ciprés de la Cordillera se realizan con los permisos provinciales correspondientes o mediante convenios con la Administración de Parques Nacionales. Cada año se cosechan diferentes especies de acuerdo a la demanda de las líneas de investigación.

Luego de la colecta, la conservación de las semillas requiere un proceso minucioso para su correcto almacenamiento: se orean, se limpian de impurezas y se realiza un análisis de calidad que incluye la determinación del peso de 1000 semillas (P1000) y del porcentaje de semillas viables por el método de corte o con solución de tetrazolio. Luego se conservan en la cámara de frío o en freezer de -20 °C hasta su utilización o venta.

Los equipos técnicos realizan la cosecha en las áreas productoras de semillas de raulí y roble pellín que se encuentran en el Parque Nacional Lanín en los años con mayor producción. Esas semillas y las provenientes de lotes remanentes de ensayos experimentales se destinan a la demanda de la región, tanto con propósitos comerciales y científicos, como de restauración y enriquecimiento de bosques degradados.

Otra de las actividades más importantes del vivero es la producción de plantines.

Las semillas disponibles se publican en un boletín electrónico anual que incluye información del año de cosecha, origen de cada lote y algunas consideraciones técnicas para quienes quieran producir plantines de nativas.

Otra de las actividades más importantes del vivero es la producción de plantines. Para ello, cada año se seleccionan algunas de las semillas almacenadas y desde fines del invierno se las somete a distintos tratamientos pre-germinativos para eliminar los mecanismos inhibidores de la germinación con que las semillas llegan del bosque. Cuando se requieren ejemplares más grandes para plantación, los plantines se pasan de sus pequeñas macetas a canteros de cría, donde crecen por uno o dos años más.

En este tipo de vivero experimental se busca asegurar la trazabilidad del material, para lo cual se trabaja con semillas de bosques y árboles identificados, manteniendo esta identificación en los plantines desde su origen y durante todas las etapas de producción y plantación. Desde el grupo de Genética Ecológica y Mejoramiento Forestal del INTA Bariloche aseguran que la trazabilidad es un factor diferencial frente a los viveros comerciales: “Donde hay diez mil plantas de la misma especie, aparentemente todas iguales, en realidad se pueden diferenciar distintas identidades de acuerdo a su genética”, señalaron.

Asimismo, este grupo de investigación produce plantines de poblaciones nativas para la restauración activa de áreas degradadas por incendios y ganadería descontrolada, garantizando la provisión de platines de lenga, coihue, ñire y ciprés de la cordillera. En estas tareas, sólo se pueden emplear especies nativas, ya que el uso de exóticas implicaría una transformación del ambiente antes que una restauración.

Además de estas líneas de trabajo, el vivero forestal del INTA Bariloche se propone continuar la producción y provisión de materiales para los programas de investigación, como así también capacitar a actores de la cadena de producción y generar nuevas tecnologías y manejos para difundir en los viveros de la región.


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