La pobreza, concebida mucho más allá de los ingresos

En medio de un enorme parate de la actividad económica, con una inflación que finalizará el año en los niveles más altos del último cuarto de Siglo, con tasas de interés que dificultan el consumo y el acceso al crédito, y cuando el empleo comienza a resentirse seriamente, hablar de pobreza resulta como mínimo una obviedad de la coyuntura. Algo similar sucede con la consigna de ‘pobreza cero’ lanzada por el Presidente Macri al inicio de la gestión. Se trata de un objetivo que luce tan inalcanzable en el contexto actual, que termina devaluándose hasta convertirse solo en un slogan de campaña.

Los datos referidos a la cuantía de la pobreza en Argentina, son por demás conocidos. Las discrepancias entre las diferentes mediciones surgen en base al tipo de canasta utilizada para determinar la línea de la pobreza, y a la valoración monetaria de la misma. Pese a ello, nadie se atrevería a discutir hoy, que la pobreza afecta al menos a un tercio de la población, en un país cuya principal fortaleza es la producción de alimentos.

Tal proporción se construye en base a un criterio que establece la condición de pobreza en base a la capacidad de reunir los ingresos suficientes para adquirir una canasta básica de bienes y servicios.

Sin embargo, hace mucho tiempo que en el mundo la concepción de la pobreza se basa en cuestiones mucho más profundas que el dinero disponible para consumir, las cuales se relacionan con el ‘desarrollo humano’ y la calidad de vida.

En relación a las carencias, el análisis se realiza en base al concepto de ‘pobreza multidimensional’. Desde la década del 90 la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha incorporado esta concepción en sus mediciones de pobreza global con el Índice de Desarrollo Humano (IDH). El mismo considera no solo la falta de ingresos, sino las carencias relacionadas al acceso a la salud pública, a las redes de servicios como agua corriente y gas, a condiciones adecuadas de hábitat y saneamiento, a la educación, al esparcimiento, o al acceso a la información.

El Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), incorporó la nueva mirada respecto a la pobreza desde el año 2016, y periódicamente publica los datos semestrales al respecto. El último informe titulado “Condiciones de Vida” referido al primer semestre de 2018, fue dado a conocer esta semana. Los datos permiten advertir una serie de avances cualitativos y otros tantos ítem en los que aun no se logran mejoras de la magnitud esperada.

Claroscuros

Nuestro país ocupa el puesto numero 47 en el IDH que elabora la ONU, el cual releva la cobertura en las dimensiones más relevantes respecto a la calidad de vida en todos los países del mundo.

En la cima del ranking se encuentran Noruega, Suiza y Australia, mientras potencias históricas como EE.UU. (puesto 13), Reino Unido (puesto 14), Japón (puesto 19) o Francia (puesto 24), quedan llamativamente fuera del top ten. Una prueba más de que desarrollo humano no es sinónimo de poderío económico.

De los países latinoamericanos, solo Chile ocupa una mejor posición que Argentina con el puesto 44, mientras que Uruguay ostenta el puesto 55 y Brasil el 79.

Más allá de las cuestiones ideológicas, vale reconocer que en el Siglo XXI Argentina ha realizado avances notorios en la atención primaria de los más postergados. Así lo refleja también la estadística de la ONU para los capítulos educación, nutrición, y mortalidad infantil.

El referido informe publicado por Indec esta semana, da cuenta de algunos de esos avances, y deja a la vista los puntos que todavía son materia pendiente.

El relevamiento realizado en 31 aglomerados urbanos a lo largo y a lo ancho del país, aborda seis ejes que hacen a las condiciones de vida en Argentina: características habitacionales, servicios públicos, hábitat, tenencia de la vivienda, cobertura médica, y educación.

El primer punto que vale destacar es el habitacional. El primer infograma adjunto revela los datos referidos a la calidad de los materiales de la casa habitación y a la disponibilidad de agua en la descarga del baño. Los datos muestran una leve mejoría en cuanto a la precariedad de las construcciones, pero a la vez revelan que hay un 23,4% de la población que vive en casas con deficiencias en los materiales. Asimismo, resulta que en 2018, todavía existe un 7,4% de la población que no tiene descarga de agua en el baño, lo que implica una seria falencia de salubridad.

Un segundo aspecto muy importante, es el referido al acceso a los servicios públicos básicos. El informe muestra que un 11,6% de los argentinos no tiene acceso a la red de agua, un 33,4% no tiene cloacas y un 34,1% no accede al gas de red. A la vez, uno de cada dos argentinos, carece de alguno de los tres servicios. Son quizá los datos más fuertes en relación a la desigualdad estructural que todavía persiste en el país. Una carencia estructural que según informa el propio Indec, prácticamente no se modificó de 2016 a esta parte.

En tercer lugar, se ubican los datos respecto al tipo de tenencia de la vivienda. Es valorable que un 72,9% de las personas es propietaria del lugar que habita. Sin embargo, resulta que la cantidad de propietarios muestra tendencia decreciente en los últimos dos años. En el primer semestre de 2016, un 74,4% de las personas era dueña de su casa. Por el contrario, el número de inquilinos creció del 14,5% al 15,8% entre 2016 y 2018. Así también, creció la cantidad de personas que ocupan una casa que no les pertenece. Ese ratio pasó del 9,4% al 9,6% en el mismo periodo. Un síntoma de una necesidad que continúa sin solución para millones de personas pese a los distintos planes y esfuerzos gubernamentales en relación al acceso a la vivienda en los últimos 15 años.

El último ítem que resalta es el que se relaciona con la salud y el tipo de cobertura médica. La estadística revela que la cantidad de personas que cuenta con obra social, con prepaga o con algún servicio de emergencias médicas pago, pasó del 68,8% en el primer semestre de 2016 al 69,5% en el primer semestre de 2018. Sin lugar a dudas implica una mejora en la calidad de la cobertura médica durante los últimos dos años, lo cual habla también de cierta mejora en la capacidad de acceder a un servicio pago. Ello sin embargo, no oculta el hecho de que 3 de cada 10 argentinos sigue dependiendo única y exclusivamente del sistema público para la atención primaria de la salud. Un sistema público que muestra serias dificultades en el actual contexto de ajuste que derivó en la devaluación del Ministerio de Salud a la categoría de Secretaría, a fin de recortar presupuesto.

“Cuando uno mira, el mundo avanza para mejor, cada vez hay menos pobreza, menos muertos por guerras, por enfermedades”.

Presidente Macri, a fines de octubre en la Cumbre de Alcaldes del G20

Cumbre de alcaldes. La última ves que Macri habló de pobreza.

Datos

Datos

“Cuando uno mira, el mundo avanza para mejor, cada vez hay menos pobreza, menos muertos por guerras, por enfermedades”.
50,1%
La porción de la población que carece de al menos uno de los servicios públicos básicos (agua, gas o cloacas).
1 de cada 10
Las personas que ocupan una vivienda que no alquilan ni les pertenece.
30,2%
La proporción de la población que depende pura y exclusivamente del sistema público para la atención primaria de salud.

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