Preservar los recursos de la meseta

Con este objetivo, en la zona de secano de Río Negro se efectúa un relevamiento de la vegetación autóctona que sirve como alimento para la ganadería. Propiciar su conservación es vital para la sostenibilidad de la actividad a nivel regional.

En contraposición al auge de la producción bovina regional y las posibilidades de apertura a los mercados que implica ser territorio libre de aftosa, en los campos del Norte de la Patagonia la sequía y el sobrepastoreo están causando la pérdida de algunas especies de plantas forrajeras. Una vez que estos recursos naturales se agotan es imposible recuperarlos, por lo cual es necesario tomar conciencia sobre la importancia de los pastizales naturales, para poner en la balanza el ciclo recursos-productos, sobre todo en la zona de secano.

En este sentido, desde octubre de 2017 hasta la fecha, a través de un convenio entre el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), la Asociación Universitaria de Educación Superior Agropecuaria (Audeas) y la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN) se lleva adelante un relevamiento de grupos de vegetación en bardas, planicie de mesetas y de valles y zona de ribera en la totalidad del Departamento Avellaneda, con el fin de identificar especies, medir el nivel de pastoreo y sistematizar modificaciones en el ambiente.

Uno de los resultados obtenidos, fue la caracterización del paisaje de las planicies de meseta, zonas de cría que dependen enteramente de las precipitaciones. Allí se identificaron siete especies de importancia como recursos forrajeros espontáneos: el alpataco, el llaullín, la zampa, el jume, el coirón poa, el plumerito y la flechilla.

El alpataco (Prosopis alpataco) brinda sustento a la producción gracias a sus chauchas, que fructifican en primavera-verano pero son consumidas la mayor parte del año, sobre todo cuando están secas y presentan una mayor concentración de azúcar. En forma similar, el llaullín (Lycium chilense, Lysium gilliesianum) genera mediante su floración y fructificación en la misma época otro recurso de valor nutritivo. Ambas especies requieren de las lluvias primaverales para maximizar su desarrollo.

Otra planta a destacar es la zampa (Atriplex lampa), presente en suelos arenosos y con elevada salinidad. Los animales suelen comer durante todo el año sus brotes tiernos, de alto contenido proteico y bajos en fibra.

Por su parte, el jume o “vidriera” (Suaeda divaricata) crece en suelos salobres y es fuente importante de sodio, calcio, potasio, sulfatos y cloruros. Junto a la zampa constituyen un buen recurso forrajero para el invierno, pero por su alto contenido en sodio su consumo está limitado a la disponibilidad de agua dulce. También durante esa estación el coirón poa (Poa ligularis) es un gran sustento debido a su alto valor nutritivo y palatabilidad. En campos muy pastoreados solo crece bajo los arbustos.

Durante el verano, época de mayor demanda forrajera, una planta fundamental por su valor nutricional y aptitud para el pastoreo directo es el “plumerito” (Trhichloris crinita), que tolera las bajas precipitaciones y se adapta a suelos salinos y arcillosos. Otra no tan palatable es el pasto crespo (Aristida spp), que crece en los campos áridos, a menudo entre jarillas y chañares. Por último, la “flechilla” (Nassella tenuis) es bastante resistente al pastoreo, pero de moderado nivel de preferencia para el ganado.

Este conocimiento es fundamental para pensar en la preservación de recursos y en distintas estrategias de prevención del sobrepastoreo, que ya está afectando el crecimiento y desarrollo de algunas especies. Un indicador natural de este problema es el aumento de la presencia de “peludilla” (Plantago patagónico) en los campos.

Para adoptar medidas contra el pastoreo excesivo y la sobrecarga animal, una estrategia válida es la rotación de potreros, que tiene la finalidad de dejar “descansar” algunas áreas del campo. Cualquier medida deberá tener en cuenta que la receptividad de nuestros campos, es decir, su capacidad para “dar de comer” oscila actualmente entre las 20 y 25 hectáreas por cada equivalente vaca (vaca con ternero hasta el destete), indicador que irá en aumento a medida que se agoten los pastizales naturales.

Prosopis alpataco. Una de las especies características de la zona.

Dato

“Si se agotan los recursos se termina la producción ganadera extensiva, por ello es esencial prevenir el sobrepastoreo”.
Juan Manuel Torres, becario INTA – Audeas-UNRN

Datos

25 ha
La superficie necesaria para dar de comer a cada vaca con ternero, sin correr riesgos de sobrepastoreo.

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