Puntos clave para proteger la piel de los rayos solares

Es importante prestar

Por MARCELO RODRIGUEZ

La melanina es el pigmento que se activa y funciona como protección de la piel cuando las células de la epidermis son estimuladas por la luz solar.

Precisamente, en las personas de piel clara y ojos claros (y mayormente rubios o pelirrojos) que no se broncean sino que siempre se enrojecen al tomar sol, casi no hay melanina y ese mecanismo de protección no funciona: son los que más recaudos deben tomar para protegerse del potencial daño solar.

Los dermatólogos clasifican a la piel de estas personas como «fototipo I, dentro de un esquema de 4 fototipos, cada cual con más pigmentación a medida que avanza la escala, donde el fototipo IV correspondería a una piel morena que siempre está pigmentada.

 

Horarios «permitidos» y pantalla

 

Las medidas para evitar los riesgos consisten sencillamente en evitar la exposición solar entre las 11 y las 15 (y en las áreas tropicales del Norte argentino, entre las 10 y las 16), y fuera de esas horas, exponerse sólo con protección.

«Hoy en día hay una gran cantidad de protectores solares en cremas y en geles, muy buenos, en el mercado, y que filtran la radiación ultravioleta A y B», explica el Dr. Eduardo Rodríguez, médico dermatólogo del hospital Juan Fernández de Buenos Aires y miembro de la Sociedad Argentina de Dermatología (SAD). El hecho de filtrar ambas radiaciones es especialmente destacado por este profesional –quien a su vez tuvo a su cargo en años anteriores las campañas nacionales de prevención del cáncer de piel que anualmente organiza la SAD– puesto que «en una época se pensaba que solamente la B era la responsable de las oncogénesis a largo plazo, pero ahora se sabe que la A tam

bién».

 

El «factor de protección»

 

El factor de protección solar (FPS) que cada protector solar exhibe en su etiqueta está relacionado con el tiempo: indica cuántas veces más lenta va a ser la radiación solar para producir el mismo efecto que si no hubiera protección.

Ese número resulta, por lo tanto, de dividir el tiempo que la piel tarda en llegar al enrojecimiento usando el producto en cuestión, por lo que tardaría en hacerlo si no se utilizara protector.

Como ejemplo ilustrativo, cuando sin protección es suficiente con 6 minutos de exposición al sol para que se produzca una lesión, y hay un producto que hace que ese tiempo se demore a 60 minutos, este tendrá un FPS de 10.

Sin embargo, recalca el dermatólogo de la SAD, «ha habido confusión y fantasías en torno a esto, por lo que nosotros decimos que un FPS de 15 hacia arriba, es pantalla, es decir: si se va a utilizar un protector, tiene que procurar que sea por lo menos, de 15». A partir de allí, «de acuerdo al tipo de piel y a lo que el dermatólogo establezca, se pueden usar distintos FPS».

Pero una de las preguntas claves es para qué fototipo está calculado el FPS de un producto.

Precisamente, responde el especialista, «no tiene una universalidad, está calculado para un tipo de piel intermedio, tipo 2», y por eso, «es conveniente que las personas que tienen una piel muy clara utilicen un FPS más alto, de 30 hacia arriba, para tener un margen de seguridad».

 

Hay protectores… y protectores

 

En la elaboración de los protectores solares se utilizan componentes que intervendrán química o bien físicamente para moderar ese proceso de ataque de los rayos solares a la superficie cutánea.

Los químicos facilitan la absorción por parte de la piel, como el ácido paraminobenzoico –salicilatos, cinametos o benzofenonas, son otros de los componentes químicos posibles, tomados de una larga lista–; en tanto que los físicos o «de barrera», explica el dr. Rodríguez, conforman un amplio espectro de sustancias (como el dióxido de titanio, óxido de zinc, cromo, cobalto y estaño, y algunos antioxidantes, usados en forma tópica) que no actúan por penetración, sino impermeabilizando la piel a la radiación solar.

Determinadas ropas claras funcionan como «protección de barrera».

«Muchos de los productos combinan ambos tipos de protección –explica el dr. Rodríguez–, pero la gente al elegir no tiene que fijarse si es químico o de barrera, sino que tenga un factor igual o mayor que 15, y que filtre las radiaciones ultravioletas A y B».

Aunque los especialistas, según comentó, prefieren recomendar los productos derivados de la industria farmacéutica por la confiabilidad del cálculo del FPS, el dermatólogo del Fernández admitió que «en los últimos años han surgido derivados de estas sustancias que buscan un mejoramiento de la cosmética: se ha tratado de que no sean irritativos, que no causen prurito, que no causen daño cuando se los combina con otro tipo de cosméticos».

De todas maneras, según recomienda, «lo mejor que se puede hacer es consular al dermatólogo, que es quien e va a saber indicar qué producto usar según la exposición solar que va a tener, según el lugar donde se va a exponer y según el tipo de piel que tiene».

El peligroso efecto acumulativo del sol

El sol puede producir quemaduras agudas, pero su acción acumulativa a través de los años puede generar en la piel una serie de estigmas o alteraciones fácilmente reconocibles: manchas, sequedad o surcos (en el cuello se conocen como cutis romboidal), entre las más benignas. Pero también lesiones premalignas (queratosis solares o actínicas, «escamas que se desprenden con facilidad, que las personas suelen sacarse con la uña y después se vuelven a formar», describe el especialista) y malignas. De estas últimas, la más frecuente –y afortunadamente la menos grave– es el epitelioma vasocelular, apunta el Dr. Rodríguez. En orden creciente de peligrosidad, se encuentran el epitelioma espinocelular (que puede generar metástasis) y el melanoma, el cual por su rapidez en diseminarse, «si no se detecta precozmente, en la mayoría de los casos lleva a la muerte del paciente». En la Argentina aparecen cada año alrededor de 5.000 nuevos casos de melanoma, y los grandes factores de riesgo son:

• antecedentes familiares de melanoma,

• fototipo 1,

• gran cantidad de lunares (más de 50),

• lunares atípicos o displásicos: si aparece en cualquier parte del cuerpo un lunar con forma asimétrica, o con bordes irregulares, o de colores múltiples, o de más de 5 milímetros, o si un lunar cambia de tamaño o de forma en pocos meses, se debe consultar urgentemente a un dermatólogo. Pero «no solamente en los lunares se origina el melanoma: también pueden surgir sin que haya ninguna lesión preexistente», advierte el especialista. «La infancia es el período que mas hay que tener en cuenta en cuanto a quemaduras solares –recalca el especialista–: se puede pagar cincuenta años después las consecuencias del daño solar que se padece hoy».

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