Que diga Boca si el fútbol no es injusto
Fue muy superior todo el partido, pero perdió 3-1. Fluminense llegó a su primera final continental.
Anoche el Maracaná fue escenario de uno de las injusticias futbolísticas más grandes de los últimos tiempos. Boca jugó un gran partido y mereció ganar con tranquilidad, pero en realidad el que se llevó el triunfo (3-1) y el pase a la final, por primera vez en su historia, fue el Fluminense, que ahora irá por la vuelta olímpica continental ante la Liga de Quito.
El último campeón jugó como tal y cayó de pie. Frente a equipos bresileños había ganado las últimas 11 series coperas e incluso no perdía en el vecino país desde 1994. Sólo la templada temperatura y el imponente escenario hicieron recordar que el partido se jugaba en Río. Porque en los 45 minutos iniciales Boca pareció el equipo local. Los dirigidos por Carlos Ischia se pararon en terreno ajeno, manejaron la pelota con autoridad y transformaron en figura al buen arquero Henrique.
El planteo de la visita fue perfecto y el resto lo hizo el enorme respeto que le dispensó el «Flu». Los jugadores locales se rindieron ante la chapa de Boca y jamás se pudieron «desatar». La primera clara de la visita cayó a los 6, cuando Dátolo definió como el diablo un fantástico pase de ¡cabeza! de JR Riquelme. Fluminense contestó con la más clara que tuvo: a los 10, Washington bajó de pecho un centro y, sólo, la tiró a la nubes.
Desde ahí todo fue de Boca. Cáceres y Paletta estuvieron impecables en la marca y Seba Battaglia, cuando no, fue amo y señor de la mitad. Entonces cayeron las situaciones de peligro: a los 16 Palermo le pegó débil de derecha, a los 20 la torre platinada cabeceó a las manos del «1» local y sobre los 31 Vargas definió con poca fuerza y antes del descanso Henrique le ahogó el grito al gran goleador.
Lo bueno que hizo Boca se plasmó a los 12 del segundo tiempo, cuando Palermo le puso el moño a una gran jugada de Dátolo por izquierda con un cabezazo que entró pidiendo permiso. Antes, se lo había perdido el delantero y su compadre Palacio. El «Flu», sumiso, sobrepasado, también había llegado un par de veces hasta el dubitativo Migliore. Pero para nada mereció el empate, aunque lo logró a los 17 con un perfecto tiro libre del «lungo» Washington.
El fútbol es a veces tan injusto que a los 25 Conca pateó a cualquier lado pero el balón le pegó en el taco a Ibarra y descolocó a Migliore. 2-1 increíble.
Si hasta ahí la hegemonía de Boca era casi total, qué decir de lo que vino después. Los veintipico de minutos que quedaron se jugaron en el área brasileña. Henrique paró todos los embates (tiros de Battaglia, Palermo y Palacio), Cáceres le atinó al travesaño, Ledesma le erró al arco por centímetros y el enorme Martín lo tuvo en las alturas. ¿Fluminense? Un par de contras peligrosas del irreverente Dodó, que sobre los 47 terminó de darle forma a la injusticia con el 3-1, tras un error de Palacio.
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