“Que el árbol no nos impida ver el bosque”
Recurrir a esta “frase hecha” para presentar estas breves líneas no es simplista cuando con ella se puede sintetizar y profundizar al mismo tiempo lo que nos está pasando a muchos argentinos ante esta elección eterna. Sin ignorar que muchos electores emitirán su voto con una firme convicción, es innegable el descontento de una gran masa de la población que, en algunos casos con vergüenza y en otros con incomodidad, inclinará su decisión basándose simplemente en lo que considere menos malo o dejándose llevar por percepciones externas a lo estrictamente político. Sea quien sea quien dirija la batuta del país, y aclarando la ignorancia que cargo en cuanto a tecnicismos económicos, se sabe que hay situaciones que serán inevitables producto de años de manejos poco transparentes, de derroche monetario innecesario junto a un accionar demagógico permanente y otras cuestiones mucho más profundas vinculadas con el uso de los fondos públicos. Así como la turbiedad de estos 12 años termina dejando baches por todos lados, hay que decir, nobleza obliga, que muchas de las políticas que se han llevado adelante durante esta década fueron pilares fundamentales para una sociedad más inclusiva. Eso hay que destacarlo. Éstas deberían complementarse con generación de empleo a través de mecanismos que no terminen transformándola en un proceso de marginalidad y exclusión social que retrotraiga y repliegue nuevamente a estas personas a las cuales no se les ofrecen perspectivas reales de progreso, porque la oferta que tendría que ser aplicable a momentos de crisis se vuelve permanente y estanca socialmente al beneficiario. No son dos modelos de país representados en Scioli y Macri lo que estaremos votando, sino acertar con cuál de ellos se podrá aterrizar mejor y no destrozar las partes de este “avión” que, aunque bajo, al menos vuela. En esa disyuntiva y a disgusto, pienso que aun con una estructura golpeada, con falta de credibilidad y bastardeada por donde se la mire, es posible sobrellevar o estirar situaciones que sin ella serán difíciles de sacar adelante. Es sólo mi opinión. Observo con buenos ojos, además, un pequeño movimiento inevitable en el poder político, que en virtud de la asunción de Vidal en la provincia de Buenos Aires forzará, si es que el gobierno nacional es opositor al primero, una relación más flexible y madura en pos de la gobernabilidad de ambos, dando así un poco de equilibrio y desconcentración del poder. Dentro de las pocas apuestas que un elector puede hacer confío en que el candidato oficial, además de “pilotear” políticamente el país por lo explicado anteriormente, tendrá el buen tino de apaciguar el enfrentamiento social y la confrontación ciudadana que nos ha llevado a niveles de violencia entre nosotros jamás pensados. La búsqueda será la del mal menor. Con seguridad y humildemente expreso lo que creo que es el pensar de muchos que no votaremos con convicción, pero tampoco con el egoísmo del voto en blanco… que sólo servirá para la tranquilidad de la conciencia, mirándose al ombligo. Nicolás Ariel Abelleira Tapia DNI 32.049.598 Viedma
Nicolás Ariel Abelleira Tapia DNI 32.049.598 Viedma
Comentarios