¿Qué hacer
juan mocciaro
jmocciaro@rionegro.com.ar
El pelotazo en el brazo de Abel Masuero que derivó en el penal que le permitió a Newell’s vencer a San Lorenzo (1-0) el domingo pasado fue un aporte más a una polémica entre tantas polémicas que genera un reglamento tan ambiguo como es el del fútbol. Y dispara preguntas existenciales del tipo “¿va la mano a la pelota o la es la que va a la mano?”.
Como sea, la pregunta es qué hacer definitivamente con las manos. Extraña duda tratándose de un juego que se juega exclusivamente con los pies.
Desde que se sugirió aplicar el criterio de intencionalidad para decidir si una mano en el área es penal o no, parece que casi ninguna mano en el área es penal, salvo grotescas excepciones. En general, se tiende a pensar que todas las manos y todos los brazos están de casualidad en la trayectoria de la pelota hacia donde sea que vaya.
La modificación de la regla vino a poner algo de sentido común para con aquellas manos que eran producto de carambolas o rebotes fortuitos que terminaban dando en el brazo de un defensor sin que este tuviera tiempo de reacción. Allí la intención era nula, pero ¿cómo saberlo efectivamente en jugadas menos azarosas? ¿Cómo saber de la intencionalidad del futbolista en una fracción de segundos? No se sabe, es todo interpretación. Y lo que puede interpretar un árbitro como intencional, otro puede interpretar todo lo contrario. Insólito.
Los brazos siempre van a estar ahí, inevitablemente. Y si uno de ellos interrumpe la trayectoria de la pelota, entonces debiera cobrarse penal. En todo caso, el destino de un remate como criterio es mejor evaluable que la intención. No está mal la intencionalidad como criterio, pero es válida sólo en ciertos casos. Pero si la pelota va hacia el arco y a un jugador en posición de gol y es interrumpida por un brazo/mano de un defensor, entonces debería cobrarse penal, más allá de la intención.
río suelto
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