«¿Qué le pasó a K? Se le salió la cadena»

Convencido de que el kirchnerismo perdió poder debido a la visión binaria con que lo condujo su líder -el ex presidente-, Giacobe sostiene que el proyecto de poder puesto en marcha en el 2003 comienza a ser historia y que los intentos por mantenerlo vigente sólo alcanzan para que sobreviva.

Redacción

Por Redacción

-Si se acepta que la historia argentina tiene no pocos enigmas extravagantes a la hora de dilucidar las razones de algunos de sus procesos -la decadencia del país, por caso-, ¿entra en categoría de enigma la razón o las razones por las cuales casi en un ida y vuelta el kirchnerismo perdió poder?

-No me parece que esa pérdida tenga que ponderarse como enigmática. Es cierto que, como proceso de construcción de poder, el kirchnerismo está terminado. Lo que está generando hoy son los ecos desesperados que hablan de querer sobrevivir, de lo que fue como espacio de poder. Pero no hay enigma en el porqué llegó a donde llegó?

-¿Pero desde dónde explicarlo después de gobernar cinco años con 50.000 millones de dólares de reserva, tener una economía que creció a más de 7 % anual, generar más de 3 millones de empleos? Ésta es la pregunta que Fernando Henrique Cardoso se hacía hace dos años en el Coloquio de Idea?

-Seguramente hay y habrá muchas explicaciones sobre esta pérdida de poder. Pero, al menos hoy, creo que se debió a que Kirchner no percibió que en política todo lo intenso cansa rápido. Y este gobierno ha sido muy intenso; en ese camino no contempló si la sociedad metabolizaba esa intensidad.

-¿Cree que la intensidad es neutra en lo que hace a cómo se despliega en términos de estilos y formas de ejercer el poder?

-De ninguna manera. Para el caso, la intensidad explicó y explica la cosmovisión que el kirchnerismo tiene del ejercicio del poder. Pero no se trata de reflexionarlo desde las exteriorizaciones -por llamarlo de alguna manera-, desde los procedimientos con que ejerció el poder, sino de desentrañar los dictados de los cuales se nutren esas formas y estilos de ejercer el poder. Llegar ahí es lo que ayuda a aclarar razones, causas.

-¿Estamos hablando de las nutrientes culturales-ideológicas que determinan la naturaleza de un proceso?

-Que es el lugar que define el procedimiento? Mire, sé que sonará extraño porque para explicar lo que creo que le sucedió a Kirchner apelo a una categoría algo en desuso hoy en Argentina: vanguardismo. Vanguardismo desde la connotación ideológica que tiene en política. Me parece que lo que subyace aquí en relación a los gobiernos es si deben ser vanguardistas o si sólo deben ir un poco más allá de lo que aspira la sociedad. En ese marco, Kirchner cometió el error de asumirse en vanguardia y más vanguardia

-¿Más acción y práctica de poder que política? Explicar desde ahí es ir a los 70.

-¿Y de dónde viene Kirchner? Sí, sí, eso fueron los 70 en relación a la lucha política: todo o nada. No hablo en términos de si Kirchner? Montoneros? esto o lo otro. Hablo de las visiones que en los 70 alentaron en toda una generación la lucha por el poder. Lucha en que el poder creativo de la política quedó de lado. Kirchner es heredero de una tradición que pensó la política en términos de apropiación del poder, no de gestión? y así, ahora a Kirchner se le salió la cadena, como dicen los pibes.

-Sobre la consecuencia de esa visión que primó en los 70, vale la sentencia de Pilar Calveiro: primero se perdió la batalla política, luego la militar.

-Y eso fue posible porque se pensó la política en términos militares en el marco de una sociedad que en alguna medida estaba muy militarizada en términos culturales y fácticos… No estoy diciendo que Kirchner anduvo con la metralleta en la mano, porque no estuvo. Digo cómo percibió aquella generación que él integró, que yo también integré, la lucha por el poder. El todo o nada?

-Visión militarista preexistente a la dictadura, ¿no?

-Por supuesto. Mire, hay una anécdota que evidencia claramente la visión que toda una generación tenía de cómo construir poder. Cuando Perón, ya presidente, le ofrece a los «Montos» el Ministerio de Bienestar Social, Firmenich le responde: «General, no hemos hecho lo que hemos hecho para repartir colchones». Y no pasó mucho tiempo y los «Montos» agarraron de nuevo los fierros, una demostración acabada de que no les interesaba ir por la política sino por la confrontación. Ir por la política implicaba entender al otro, matices, construcción amplia? diálogo. Implicaba todo lo que ahora Kirchner jamás quiso implicar. Él llegó al poder y le inyectó tanta intensidad a su sistema de decisiones que se anuló a sí mismo porque, en un momento, gran parte de la sociedad se cansó. Cuando se reflexiona sobre por qué Kirchner perdió poder, hay que remitirse incluso a lo patológico?

-Pero ir por allí devendría también en abordar la tesis de García Márquez sobre lo desopilante de la historia de esta parte del mundo. La psicología explica mucho pero?

-¿Pero qué? Al poder se llega enfermo o a veces el poder enferma. Nada nuevo sobre esto, a no ser el diagnóstico de cada caso?.

-¿Usted me dice que Kirchner está enfermo?

-Lo que digo es que no asumió la experiencia -en términos de error, de tragedia- que implicó la forma en que su generación vio la lucha política en los 70. Esa negación responde a alguna patología que también alcanza a su esposa. Patológico en sentido de interpretación de la historia.

-Desde la historia, el discurso peronista está plagado de visiones binarias: los buenos y los malos. Pero Perón, por caso, regulaba el uso de ese recurso que Kirchner ha potenciado. ¿Esto implica un retroceso para el peronismo?

-No sé si para el peronismo como tal, porque en todo caso tengo mis dudas sobre qué queda del peronismo. Pero para la Argentina lo que queda, en términos políticos, es un retroceso del sistema político porque Kirchner lo tensiona, se pierde tiempo, imagen? En el trámite político lo estéril se convierte en lo permanente.

-Usted tiene sus dudas sobre lo que queda del peronismo, pero lo objetivo es que -aun fragmentado- es lo único más o menos vertical que hay en el sistema y con poder. Leí hace poco una ecuación -por así llamarla- que define bien de dónde venimos en política. De dos convicciones muy fuertes: una, que los peronistas eran peronistas; otra, que los radicales no eran peronistas. ¿Están en vías de licuarse estas convicciones?

-Esas pertenencias surgían de la cuna: la mayoría de los que nacieron a partir del 45 nacía peronista o radical. Esas pertenencias están licuándose por una mutación cuya proyección aún no alcanzamos a comprender? ¿Dónde están políticamente los millones de marginados, los que están fuera del sistema?

-Donde está el clientelismo?

-Exacto, pero como clientela puntual, no como adhesión a una convicción, un ideal que aunque fuera transmitido por genética se incorporaba a uno y lo formaba en política. El abuelo le decía a uno por qué era radical y uno se asumía radical desde esos argumentos. El padre fundamentaba por qué se había hecho peronista y uno se asumía políticamente desde esa referencia. Había, en esa transmisión, un fundamento, una organización de ideas que explicaba nuestros «por qué». Esos espacios están demolidos o en vías de demolición. Y mucho de esto se debe al fracaso de la clase dirigente, computando como tal no sólo a la política sino a la empresarial, la religiosa, etc. No han cumplido con su obligación esencial: preservar a la sociedad de la fractura social. Todos, cada uno a su debido tiempo y esto más allá de casos puntuales, hicieron oídos sordos al tembladeral que se venía, que se sentía venir. Estar todos contra todos. Por supuesto esto no disculpa a la sociedad. Ahora, a las apuradas? cuando nadie nace en un corral político, los pibes no nacen radicales, peronistas ni nada. Si algo nacen, es puteando contra la política.

 

«Rajate, Jorgito»

Jorge Giacobe tiene 55 años y un pasado ideológico que abonó en la izquierda: el Partido Intransigente, ligazón que lo llevó a ser secretario del fundador de la fuerza, el «Bisonte» Oscar Alende, cuando éste era diputado nacional.

Giacobe suele sostener que sus reflejos políticos «fueron muy lentejas» en la tarde y noche del 23 de marzo del 76:

-Sabíamos -dice- que el golpe llegaba sí o sí, pero bueno? no sé qué me pasó. Lo cierto es que en la noche del 23 me fui a dormir y a la mañana siguiente, cuando encaré para el Congreso de la Nación, todo era verde oliva. Desde mi interior surgió una consigna clara y precisa: «Rajate, Jorgito». Pegué media vuelta y a otra cosa Robirosa: me fui al exilio interior cantando bajito y haciendo firuletes con las baldosas.

Una amiga le dijo que tenía una tía ya cargada de años que vivía en una inmensa casona de sillones de cueros y gobelinos. También le dijo que ahí esa tía atravesaba la historia oculta por postigones descascarados y almorzando y cenando con losa europea.

-Y ahí fui a parar? Varios meses oculto, esquivando taquería y milicos que no sé por qué preguntaban por mí aquí y allá. Me trataron, sí, a cuerpo de rey, pero no de cualquier rey? ¡rey de reyes! Y bueno? un día salí a la calle, caminé unos metros y me volví. Otros días otros metros más y volví. Y al final, bueno? a la calle, a arrancar de nuevo en las pasiones a veces tan indescifrables que tenemos.

Hoy, Jorge Giacobe dirige la consultora Giacobe y Asociados.

 

 

CARLOS TORRENGO carlostorrengo@hotmail.com


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