“¿Qué me espera ahora?”
¿Qué le queda a un ciudadano si la Justicia convalida la traición o el abandono de tu propio abogado? Comparto estas breves líneas con toda la comunidad porque lo que estoy atravesando le puede pasar a cualquiera y la ciudadanía de toda la provincia de Río Negro puede quedar afectada si sus derechos y sus libertades dependen del titular del estudio jurídico que, debiendo defenderme, hizo virtualmente abandono de la causa, favoreciendo a quienes hoy quieren sacarme la casa en donde vivo (desde el 2005 empezaron a reclamar la tierra que compré con mis padres en 1990). Ese abogado es candidato a ocupar altos cargos en el nuevo gobierno provincial y me da miedo imaginar que lo que me aconteció le pueda suceder a otros ciudadanos sin poder ni recursos como para comprender o confrontar cuando su patrimonio, su techo o su destino de libertad pudieran estar amenazados. Por razones de índole familiar compré en 1990 con mis padres un lote en Dina Huapi. Quince años después y con la autorización escrita que poseo, de mi propio padre, construí una casa en un proceso que me llevó años, terminada en el 2003. Seis años después me exigieron, por vía judicial, que la deje. No sin extremo dolor inicié las acciones de defensa. Durante años fui al estudio jurídico y firmé más de diez presentaciones. Mis acciones no se vieron reflejadas en el expediente. Mis constancias, mis explicaciones, mis derechos, no estaban. El juez civil y comercial, Dr. Cuellar, falló en mi contra. Mi nuevo abogado me dijo que mi expediente carecía de defensa. Sólo un papel, de los más de diez que firmé, estaba allí. ¿Qué debo pensar? ¿Debía haber pedido copias certificadas de las muchas veces que me citaron para firmar presentaciones? Jamás se me ocurrió que estaba viviendo con el enemigo. Otros profesionales me señalan que perdí por indefensión. Y uno de quien debiera haberme defendido es hoy candidato a ocupar un alto cargo jurídico provincial. ¿Qué debo pensar? ¿Fue un error que se continuó por años? ¿Hicieron un arreglo con quienes me demandaban el desalojo para cobrar más de lo que yo iba a pagar y pagué? ¿Fue negligencia? En cualquier caso, es mi vivienda la que me están quitando: mi techo y el de mis cuatro hijos. Claro que apelaré. Pero si afectaron mi patrimonio cuando no había tanto poder de por medio, ¿qué puedo esperar de quien cuando me dejó en situación de indefensión es hoy más poderoso? La vida es dura y más dura si uno tiene que litigar contra su propia sangre. Imaginen mis conciudadanos si a este dolor hay que sumarle la concreta sensación de que fui abandonada. Primero en el amor y luego en la Justicia. Sólo los derechos y el futuro de mis propios hijos hacen que esté dispuesta a todo. Apelo al sentido común y a la dignidad de quienes bien aplican su profesión, obligándose a sí mismos a responder con profesionalidad ante sus clientes, para que observen, sin ninguna consideración hacia mí, lo que pasó en ese expediente. Nancy Viviana Jara, DNI 21.384.348 – Dina Huapi
¿Qué le queda a un ciudadano si la Justicia convalida la traición o el abandono de tu propio abogado? Comparto estas breves líneas con toda la comunidad porque lo que estoy atravesando le puede pasar a cualquiera y la ciudadanía de toda la provincia de Río Negro puede quedar afectada si sus derechos y sus libertades dependen del titular del estudio jurídico que, debiendo defenderme, hizo virtualmente abandono de la causa, favoreciendo a quienes hoy quieren sacarme la casa en donde vivo (desde el 2005 empezaron a reclamar la tierra que compré con mis padres en 1990). Ese abogado es candidato a ocupar altos cargos en el nuevo gobierno provincial y me da miedo imaginar que lo que me aconteció le pueda suceder a otros ciudadanos sin poder ni recursos como para comprender o confrontar cuando su patrimonio, su techo o su destino de libertad pudieran estar amenazados. Por razones de índole familiar compré en 1990 con mis padres un lote en Dina Huapi. Quince años después y con la autorización escrita que poseo, de mi propio padre, construí una casa en un proceso que me llevó años, terminada en el 2003. Seis años después me exigieron, por vía judicial, que la deje. No sin extremo dolor inicié las acciones de defensa. Durante años fui al estudio jurídico y firmé más de diez presentaciones. Mis acciones no se vieron reflejadas en el expediente. Mis constancias, mis explicaciones, mis derechos, no estaban. El juez civil y comercial, Dr. Cuellar, falló en mi contra. Mi nuevo abogado me dijo que mi expediente carecía de defensa. Sólo un papel, de los más de diez que firmé, estaba allí. ¿Qué debo pensar? ¿Debía haber pedido copias certificadas de las muchas veces que me citaron para firmar presentaciones? Jamás se me ocurrió que estaba viviendo con el enemigo. Otros profesionales me señalan que perdí por indefensión. Y uno de quien debiera haberme defendido es hoy candidato a ocupar un alto cargo jurídico provincial. ¿Qué debo pensar? ¿Fue un error que se continuó por años? ¿Hicieron un arreglo con quienes me demandaban el desalojo para cobrar más de lo que yo iba a pagar y pagué? ¿Fue negligencia? En cualquier caso, es mi vivienda la que me están quitando: mi techo y el de mis cuatro hijos. Claro que apelaré. Pero si afectaron mi patrimonio cuando no había tanto poder de por medio, ¿qué puedo esperar de quien cuando me dejó en situación de indefensión es hoy más poderoso? La vida es dura y más dura si uno tiene que litigar contra su propia sangre. Imaginen mis conciudadanos si a este dolor hay que sumarle la concreta sensación de que fui abandonada. Primero en el amor y luego en la Justicia. Sólo los derechos y el futuro de mis propios hijos hacen que esté dispuesta a todo. Apelo al sentido común y a la dignidad de quienes bien aplican su profesión, obligándose a sí mismos a responder con profesionalidad ante sus clientes, para que observen, sin ninguna consideración hacia mí, lo que pasó en ese expediente. Nancy Viviana Jara, DNI 21.384.348 - Dina Huapi
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