Qué necesidad, Víctor Hugo

juan mocciaro jmocciaro@rionegro.com.ar

Hace 30 años, Víctor Hugo Morales relataba un partido de fútbol por primera en Argentina. Y lo que le tocó relatar fue el primer partido de Diego Maradona con la camiseta de Boca. Fue un Boca-Talleres en La Bombonera, el 22 de febrero del 81. Ganó Boca 4-1 con dos goles de Diego. Hoy aquella voz suena irreconocible, en parte por los excesos con el cigarrillo, en parte por el exceso de peso del uruguayo de Cardona. En cambio, su poesía y sus lecturas, del papel y del verde césped, para explicar qué cosas hacían los jugadores y qué cosas iban a hacer estuvieron siempre ahí. Claras y transparentes. También Diego estuvo siempre ahí. El destino, cuando quiere, suele regalar guiños. Porque eso fue el segundo gol a los ingleses. Y que Víctor Hugo ocupe un lugar en el palco de prensa ese día en el Azteca del DF mexicano. Después, cada uno hizo lo suyo: Maradona con la pelota y él con el micrófono. Y el resultado no podía ser otro que el mejor gol de todos y el más impactante relato alguna vez escuchado. Víctor Hugo construyó una carrera sólida y respetable. En nombre de sus convicciones se peleó con quien creyó necesario pelearse, puso en juego el bronce que supo conseguir, pero siempre salió de pie. Pero esta vez fue demasiado lejos. En tiempo de excesiva crispación, decidió embarrarse y defender públicamente buena parte de lo actuado por el oficialismo cuando lo mediáticamente correcto es ser opositor, o al menos mostrarse como tal. ¡Qué necesidad, Víctor Hugo! Es que no podría ser diferente. Al fin y al cabo, los enemigos del gobierno nacional ya eran sus enemigos de siempre. Pero algo sobresale en Víctor Hugo. Algo que es un lujo que pocos se permiten: reconocer y defender convicciones sin sometimientos partidarios de ocasión. Espíritu crítico, nada menos. Desde esta columna se le agradece.

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