¿Qué pueden hacer 7 amigos treintañeros en Bariloche?

Aquí, las sugerencias y recomendaciones de un grupo después de su inolvidable viaje. Del suplemento “Voy” de “Río Negro”

EL MEJOR PLAN

Una parada en el lago Mascardi, camino al Steffen.


Imagen Lago Mascardi - Vista panor+ímica




Lago Gutiérrez, uno de los más lindos y cercanos al centro. Ideal para tomar unos mates en una tarde de sol.

El plan era: siete amigos durante seis días en Bariloche. Y la pregunta: ¿con qué se pueden entretener? Un grupo de varones con un promedio de 32 años, la mayoría casados y con hijos, y un par de solteros. Una vez que dejaron su vida cotidiana en Buenos Aires, uno de ellos me dijo, con algo de preocupación: «¿No será mucho tiempo juntos? Capaz que nos quedamos sin cosas para hacer».

Imagen Lago Guti+¬rrez

Finalizada la estadía, el temor se deshizo y la sentencia fue unánime: en este rincón de la Patagonia y sus alrededores, siempre hay algo más por ver o conocer, en cualquier época del año. Pero fuimos en invierno. Y tan bien la pasamos, que creemos tener la autoridad para decir que cualquiera que vaya con ganas -y bien acompañado- también puede experimentar días memorables como nos pasó a nosotros. Así que acá van unos comentarios, recomendaciones y datos útiles para quienes enfilen hacia Bariloche.


• Alquilar una linda casa. Al dividir los gastos entre siete, nos dimos el gusto de alquilar una casa en el kilómetro 23 de la Avenida Bustillo, con ventanales inmensos y un deck frente al lago Nahuel Huapi. Tenía cuatro habitaciones, dos baños, capacidad para diez personas y costó 252 pesos por día por persona. Además de calefacción, internet y otras comodidades, el lugar contaba con un impagable hogar, donde la leña ardía a diario, la mayoría de las veces con unos cuantos kilos de carne, preferiblemente de vacío (lo compramos en el supermercado «La Anónima», salió excelente). Para encontrar un lugar para hospedarse, la web www.airbnb.com es una buena opción y cuenta con distintas ofertas.

Los siete amigos en el lago Espejo, camino a Villa Traful.

• Alquilar autos. Para movernos, lo más cómodo y práctico resultó alquilar dos autos, porque las distancias son bastante largas y, además, nos daba la libertad para hacer escapadas en los alrededores. «APU rent a car» (www.apurentacar.com.ar) nos pareció lo más conveniente. Al bajar del avión, ya nos esperaban en el aeropuerto para entregarnos los dos autos ($ 800 pesos por persona por los seis días). Y nos dieron algunos consejos: levantar las escobillas de atrás y de adelante, sobre todo a la noche y más si hay tormentas de nieve, para que no se peguen en los vidrios. No dejar puesto el freno de mano porque se puede congelar. En el hielo no hay que frenar; además de andar despacio, es conveniente usar los cambios para bajar la velocidad. En caso de hielo en los vidrios o que se peguen las puertas, no hay que usar agua caliente sino en temperatura normal.


• Almorzar en Amancay. Una de las ideas previas del viaje era entregarnos al placer gastronómico. Y así lo empezamos, yendo a almorzar a Quintal, el restaurante del hotel Amancay, casi en el kilómetro 25 de la Bustillo. Ubicado en el Circuito Chico, sobre la bahía de Puerto Pañuelo, el salón tiene unos enormes ventanales que ofrecen una vista panorámica del lago Nahuel Huapi y del cerro Tronador. Pero lo central era la comida, y no falló: jabalí, trucha, cordero, ciervo y salmón son algunas de las opciones de un menú orientado a la elaboración con productos regionales. Los platos empiezan en unos 80 pesos. Más info: www.hotelamancay.com

Pausa en el día de esquí para almorzar. Llevar una mochila con provisiones es una opción.

Imagen Una pausa del esqu+¡ en el Cerro Cated(5111108)

• Esquiar. Sin dudas que una de las principales atracciones del invierno es el esquí. Y la opción más cercana es el Cerro Catedral, aunque también está Cerro Bayo en Villa la Angostura. Si es la primera vez que van a practicar esquí o snowboard, no lo piensen: tomen al menos una clase. Va a ser mucho más divertido, se van a ahorrar golpes y se evitarán pasar todo el día en el piso. Otro tema son los pases para los medios de elevación, cuyas tarifas, opciones y promociones están en la web www.catedralaltapatagonia.com. Ojo: si compran un pase de más de un día, luego no se lo olviden porque -como sufrió uno del grupo- te cobran una multa de cien pesos por darte un plástico nuevo.


Los ahumados de la familia Weiss, en Lobo Grill de Villa La Angostura

Imagen Tabla de ahumados en Lobo Grill & Bar,(5111109)


• Visitar Villa Traful. Tras el primer día de esquí, el clima no acompañó: por lluvias y vientos, los medios de elevación estuvieron cerrados. Así que salimos de paseo. Primero hicimos unos 85 kilómetros hasta Villa la Angostura (alrededor de una hora y cuarto de camino). Fuimos a almorzar a Lobo Grill&Bar, primero en Tripadvisor. El restaurante ofrece unos deliciosos ahumados de la familia Weiss y cervezas artesanales, entre otras opciones. Los postres también son excelentes; a quien le guste el cheesecake, es difícil que haya probado uno mejor que el que sirven en Lobo. ¿Precios? Unos $ 250 por persona con entrada, plato principal, cerveza, postre y café. Después de esta parada, seguimos hasta nuestro destino: Villa Traful. El punto de llegada es muy lindo y hay un mirador que ayuda a disfrutar aún más el paisaje; de todos modos, ir hasta allá ya vale la pena solo por el camino recorrido desde Villa la Angostura hasta Traful, en medio de lagos, cada uno con su particularidad y su entorno, que los hace tan parecidos y tan diferentes entre sí. Desde Bariloche hasta Traful, pasando por la Angostura, son unos 140 kilómetros y el camino tiene partes en las que hay que tener precaución y paciencia, porque no todo es asfalto.

• Tomar cervezas artesanales. Nos contaron que hay un circuito chico y otro grande de cervecerías. Teníamos ganas pero no nos dio el tiempo, así que al menos visitamos dos. Berlina, una de las más tradicionales de Bariloche. Está en Colonia Suiza pero fuimos al local del kilómetro 12 de la Bustillo. Nos gustó mucho. Mientras que Kunstmann, la más nueva en Bariloche, aún parece estar en la búsqueda de su mejor forma y aún no alcanzó el mismo nivel que tiene en Chile, su lugar de origen. De todos modos, es lindo el local, sobre el kilómetro 8 de la Bustillo. ¿Valor del chop? $ 40 promedio.


Vista del Nahuel Huapi desde la casa alquilada, cuando empieza el atardecer.


Imagen Vista panor+ímica del lago Nahuel Huap(5111084)

• Visitar el lago Steffen. Uno de los últimos días nos tocó un hermoso cielo despejado y sol, pero muchísimo viento y tampoco pudimos esquiar. Así que salimos para el lago Steffen, a unos 67 kilómetros de Bariloche, desde donde se tarda alrededor de una hora, aunque vale la pena demorar algo más para ir parando en otros lagos, como el Mascardi, el Guillelmo y el Guitiérrez. Finalmente nos quedamos a cinco kilómetros del Steffen, porque la bajada era empinada y el camino era hielo. Pero bien vale la pena el paseo, tal como se puede ver en las fotos.


• Subir al Campanario. Sobre el kilómetro 17,5 está la entrada al cerro. Fue mi cuarto viaje a Bariloche pero la primera vez que subí: tendría que haberlo hecho antes. Ofrece una de las mejores vistas panorámicas. Se puede subir y bajar en aerosilla (100 pesos). Preferimos hacerlo caminando: es gratis y se demora una media hora hasta la cumbre, donde hay una confitería.• Bares en el centro. En los alrededores del Club Andino hay varios bares pequeños, que en general estaban bastante concurridos. El clásico, lleno de turistas, es el Wilkenny, un típico bar irlandés que funciona como punto de encuentro. ¿Los tragos? Alrededor de 45 pesos.


Un mensaje oportuno en la confitería del cerro Campanario, que ofrece una maravillosa postal de Bariloche.


Imagen Confiter+¡a en el Cerro Campanario2


• Cenar en el Llao Llao. La última noche, para cerrar nuestra experiencia gastronómica, elegimos el lujoso hotel. Fuimos al Café Patagonia, uno de sus restaurantes. Los platos no bajan de los 100 pesos, pero el servicio, el ambiente y la comida estuvieron a la altura de nuestras altas expectativas. Funcionó a la perfección como broche de oro.


Juan Ignacio Pereyra


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