¿Quién fogonea este conflicto? ¿A quién favorece?

por: POR KAREN MARON (*)

POR KAREN MARON (*)

La amenaza de una guerra civil en Irak es un tema recurrente que se extiende desde hace más de dos años cuando el fracaso de la ocupación estadounidense se hacía latente. Pero antes del atentado contra la mezquita de Samarra, ocurrido el miércoles pasado al norte de Bagdad, las comunidades chiítas y sunnitas mantenían una postura de moderación para evitar el enfrentamiento directo. «Los iraquíes no matan iraquíes» expresa Ahmed, un joven profesor de educación física en Bagdad, refiriéndose a los ataques del Musab Al Zarkawi, el fantasma más buscado que se presume habría muerto en diciembre de 2004.

En una comunicación telefónica desde Bagdad, Ahmed señala que Al Zarkawi «es Al Qaeda y ellos son Arabia Saudita. No es resistencia iraquí. Nada tienen que hacer en nuestro país» y afirma que «hasta creo que ellos son lo mismo que la (Agencia Central estadounidense) CIA, que los entrenaron en Afganistán».

Por otra parte, Mohamed, un joven traductor, menciona que «mi madre es sunnita y mi padre chiíta» y dice que «está guerra que están promocionando es imposible, pues el enfrentamiento comenzaría en nuestras propias casas».

La Asociación de Ulemas Musulmanes (AUM), la máxima autoridad religiosa sunnita en Irak, condenó los atentados contra los chiíta, denunciado a su vez el ataque en represalia de 168 mezquitas sunnitas, el asesinato de 10 imanes y el secuestro de otros 15 de esta rama del islam. Y no dudaron en acusar inmediatamente a los líderes religiosos y políticos chiítas de alentar el enfrentamiento intercomunitario, tras el ataque a la mezquita de Samarra.

Posteriormente, la AUM apuntó a los nuevos cuerpos de seguridad vinculados a las milicias confesionales chiítas y al Ejercito de Al Mahdi (El Profeta), que comanda el clérigo Moqtada Al Sader, de estar perpetrando los ataques contra la comunidad sunnita.

«Detrás de los atentados hay extranjeros que vienen de Arabia Saudita, Kuwait y Siria, pues las operaciones suicidas no las hacen los iraquíes», explica Yassin, un profesor chiíta partidario del Guía espiritual Al Sistani. Pero tanto sunnitas y chiíta acusan a los servicios de inteligencia estadounidenses e israelíes de provocar una desestabilización en Irak. «Todos coincidimos en que detrás de los atentados están los americanos, los ingleses y los israelíes para provocar nuestra destrucción. Por eso debemos ser fuertes y mantenernos unidos», señala Samir Haomud, en un comunicación telefónica desde Al Sader City, el bastión emplazado en la capital y dominado por Muqtada.

También se sospecha que los ataques de esta semana fueron planificados y llevados a cabo –así como las acciones de represalia contra la comunidad sunnita– por sectores de los nuevos cuerpos de seguridad iraquíes.

Estos cuerpos están controlados por las formaciones confesionales chiíta de Al Dawa y del Consejo Supremo de la Revolución Islámica en Irak, que lidera Abdulaziz al Hakim y que tienen vínculos directos con Irán. Son las temibles milicias Bader. ¿Qué mejor justificación para continuar con su guerra sucia contra la resistencia y la población sunnita que estas agresiones directas contra la comunidad chiíta que sitúan a Irak al borde la confrontación civil y de la fragmentación sectaria?

 

(*) Es una periodista argentina que cubre el conflicto de Irak para Telemundo-NBC (EE. UU.); BBC Mundo (Reino Unido) y Radio Francia Internacional, entre otros medios internacionales.

Notas asociadas: Aumenta el riesgo de una guerra civil en Irak: 50 muertos, ayer  

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por: POR KAREN MARON (*)

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