«¿Quién le pone el cascabel al gato?»

La primera escuela es el hogar. En ese ámbito el niño aprende el respeto, los valores, la solidaridad y la cooperación.

La educación sistemática, a la que asiste el niño desde temprana edad (3 años), no puede ser la única responsable de que salgan de la escuela niños delincuentes, políticos corruptos.

Es en el seno del hogar donde están fallando los valores. Los padres no dan buenos ejemplos.

Si se quiere crear desde la escuela una conciencia ecológica en el niño y éste ve que su padre va por la carretera arrojando papelitos de caramelos, latitas de gaseosa por la ventanilla, las enseñanzas de la escuela caerán en saco roto. Yo hice la primaria en la escuela Nº 60 de Plottier, establecimiento educativo del cual estoy orgullosa, donde mi maestra de tercer grado me incentivaba para que recitara poesía y mi maestro de cuarto grado, Aurelio, me daba clases de canto. Todavía me acuerdo de sus canciones. En la escuela se nos revisaba uno por uno las manos y la cabeza, previniendo piojos e inculcando hábitos de higiene.

Mi madre, por su parte, me revisaba los cuadernos todos los días, me tomaba las tablas y me enseñó ortografía y a escribir a máquina.

Mi papá se esmeraba en que mi dentadura estuviera impecable. Así que antes de irme a dormir o después de cada comida nos hacía sentir nuestro aliento. Ambos padres me leían o me contaban cuentos.

Terminé la primaria siendo la abanderada y en mi cartuchera había escasos colores. Mis padres no podían comprármelos, mis compañeros me los prestaban.

Me duele que se carguen tanto las tintas sobre los maestros, parece que tenemos la culpa de todo, somos irrespetuosos y maleducados.

Quisiera ver a los más de cuatro que nos critican si tuvieran que vivir con un sueldo de docente y un marido taxista, con una hija en la universidad y otro en el secundario.

Es doloroso lo que pasa. Y es el cuento de nunca acabar.

María Andrea Gil

DNI 17.188.181 – Plottier