Quiero dar testimonio hasta el final 26-06-03

MADRID (Reuters).- Se ha escrito mucho del sufrimiento de los judíos en los campos de concentración nazis, pero poco se sabe de la vida de aquellos que, por estar casados con alguien no judío, se han salvado de los campos de exterminio de la Alemania del Tercer Reich, aunque no de otras terribles vejaciones.

«Quiero dar testimonio hasta el final. Diarios» es el legado póstumo que del intelectual alemán Victor Klemperer, cuyos dos tomos (uno del período 1933-41, y otro del de 1942-45) fueron presentados esta semana en Madrid por su casa editora, Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores.

Son el testimonio de una persona que perdió sus derechos civiles, que seguía escribiendo bajo el riesgo de saber que si sus escritos eran encontrados en una de las habituales inspecciones a casas de judíos, muy poco quedaría por hacer para evitar su traslado a un campo de exterminio. El encargado de juntar estas 16.000 páginas de manuscritos de letra casi ilegible, Walter No

wojski, que los tuvo que resumir a unas 1.500, relató sus experiencias en la edición de esta obra en la presentación. Nowojski supo casualmente de la existencia de los manuscritos en 1978, y partió a buscarlos, desde Berlín oriental, a una biblioteca de Dresde donde se encontraban archivados.

«Aunque me costaba mucho descifrar la letra, hoy puedo leerla como si fuera la mía. Pese a esa dificultad, enseguida me di cuenta de que estaba frente a un pedazo de oro – por supuesto que no en términos económicos», dijo Tras su primer contacto con los manuscritos, Nowojski partió raudo a hablar con la viuda de Klemperer para pedirle autorización para editar y publicar esos diarios, que hasta entonces se encontraban arrinconados en la biblioteca pública de Dresde.

La viuda le dijo que ella misma recorrió muchas editoriales para que lo publicasen, sin éxito, y lo autorizó a seguir insistiendo. Nowojski quería editar esta obra en la antigua República Democrática Alemana (RDA), pero esa tarea podía resultar peligrosa. «Nadie tenía que decirme lo que era la censura en la RDA, yo la conocía muy bien», relató.

Sin embargo, ese conocimiento del ambiente le llevó a poder confiar en un amigo editor sin riesgo de caer en las catacumbas acusado de conspirador capitalista. «Necesitaba un contrato para demostrar que no iba a publicar esto de manera clandestina», dice, tomando en cuenta que Klemperer era un intelectual ultracrítico que sostenía que el sistema bolchevique era igual al fascismo Nowojski quiso hacer una edición popular, no algo que quede acotado al mundo intelectual, y aunque creía que este trabajo no iba a tener muchos lectores, se equivocó: «Fue la equivocación más linda de mi vida».

El libro fue un éxito. Tuvo mucha repercusión en la prensa cultural alemana, y la pequeña primera edición de la editorial de la RDA Aufbau Verlag, a mediados de los años 1990, pronto se vio multiplicada. Hasta le otorgaron a Nowojski uno de los máximos premios literarios del país. Hoy, puede contar que ya ha realizado lecturas de estos diarios de Klemperer en más de 200 ciudades alemanas y en más de 100 escuelas ante gente joven.

La traductora de la obra al español, Carmen Gauger, estima que la obra es muy importante para España, un país en el cual «el franquismo había guardado un gran silencio sobre las chimeneas de Auschwitz».


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