Radiografía al mundo de los chacareros del Valle
Un antropólogo realizó un estudio del grupo social. Gran ligazón a la tierra, la familia y el culto al esfuerzo.
Los «chacareros» de esta zona del Alto Valle rionegrino se reflejan y ven a sí mismos a través de su trabajo y su capacidad productiva, y también lo narran a través de sus propios relatos.
Una etnografía sobre este particular sector integrante del motor de la economía regional, donde se realiza una minuciosa descripción del grupo a partir de sus vivencias, fue realizada por el antropólogo y profesor de la Universidad Nacional del Comahue, Gustavo Ferreyra.
La intensa conexión con la tierra y las raíces de los inmigrantes, además de fenómenos como el «tractorazo» sucedido el año pasado, fueron algunos de los ejes sobre los que se estableció el estudio «de campo» en el campo que le demandó más de medio año de labor.
Y además conforma uno de los primeros trabajos teóricos de este tipo que registra las vivencias de los productores a través de sus testimonios y la convivencia con familias de productores de la zona.
«Los chacareros del Alto Valle de Río Negro constituyen un grupo social y culturalmente diferenciado: social en relación a su posición dentro del conjunto de los grupos o clases sociales en la sociedad valletana, y cultural por las pautas y el origen de la mayoría de ellos que es la inmigración», explicó Ferreyra, autor de la tesis «Tierra, familia y trabajo».
Dentro de esta visión, el chacarero no sólo se define por su actividad productiva sino también por su origen inmigrante, «por ser heredero de una tradición de pioneros y por todo un relato ejemplar, casi mitológico, que posiciona a sus antepasados como los constructores del Valle», agregó el docente universitario.
En este sentido, los principales actores de las chacras poseen una determinada estructura productiva que se sostiene desde el seno familiar y que se refleja en una particular relación con los demás participantes del ámbito rural.
«En principio hay una apropiación muy fuerte del lugar, y en su diferenciación social los chacareros hacen hincapié en sus diferencias con los empacadores y los trabajadores rurales, porque tienen una ética del trabajo muy especial. Hay una sobrevaloración del trabajo, pero en cuanto a esfuerzo físico. Eso es lo que se ve en el relato común», manifestó Ferreyra.
En dicha valoración el empacador suele ser visto «como un especulador», sostuvo el profesional universitario, y el trabajador rural «en general se asume que no trabajan cómo deberían».
Tal circunstancia «tiene que ver con el sistema productivo propio, se ve dentro de la organización de las chacras donde mandan los hombres y la tierra se hereda por los hombres», se apuntó.
La descripción de los chacareros, en el ámbito social y cultural realizada por el antropólogo es amplia y abarca diferentes aspectos de su vida y trabajo cotidiano. Allí también se aborda la constante reafirmación de la familia como empresa individual y única propietaria de sus tierras, su mayor capital cultural.
Al respecto, comentó Ferreyra, «se observa por ejemplo el nivel de competitividad que existe entre los mismos chacareros respecto de la fruta, que sin dudas ha hecho fracasar la mayoría de los intentos de cooperativas. En las chacras no comparten las maquinarias, porque un tractor es mucho más que eso, es un elemento que pertenece a su capital cultural. Entonces hay una doble función, todos son chacareros, pero cada uno es una empresa familiar y el capital cultural por nada tiene que quedar fuera de la familia».
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