Rastrojero, 30 años de puro ingenio argentino
Había que aprovechar motores destinados a tractores y surgió la noble camioneta que recorrió durante tres décadas las calles y campos del país. La iniciativa fue de Perónpero lo ideó Raúl Gómez, un ingeniero aeronáutico que falleció a fines del año pasado.
Autos clásicos
Algunos podremos decir por este tiempo que tuvimos el privilegio de subirnos a un Rastrojero, o cuanto menos de verlos andar por las calles.
Por dos años se fabricaron sólo nafteros, pero a partir de 1954, salieron únicamente versiones diésel. Se nos quedó grabado en la memoria eso de “Rastrojero diésel”, casi como un signo distintivo y como un sinónimo del ahorro. Porque el diésel en ese tiempo era una ecuación muy contundente e implicaba ahorrar. Y ése era el objetivo de quienes pusieron en marcha la idea de fabricarlo.
Todavía se pueden ver, escasos, pero firmes en el trabajo, porque nacieron para eso, para trabajar, para servir.
No se distinguieron por la comodidad y el confort, eran duros, muy duros en todo sentido, pero útiles para lo que habían sido pensados. Modestos al mismo tiempo porque el escaso presupuesto obligó, por ejemplo, a lanzar sus primeras versiones con la caja de carga fabricada con madera. Muchos años después recién llegó la versión de chapa.
El mítico Rastrojero fue también el símbolo de la industria nacional, que surgió por una idea compleja, pero que se plasmó casi de casualidad.
El Rastrojero se diseñó a partir de lo que había y lo que había era, por ejemplo, motores pensados para otra cosa pero que se podían adaptar.
Bien argentino, acostumbrados a hacer a partir de las carencias, porque en definitiva ése fue el contexto en que nació el Rastrojero, que se mantuvo activo en el mercado nada menos que por treinta años.
Si bien no se podría decir que compitió de igual a igual con otras marcas líderes como Ford o Chevrolet, sí se puede afirmar que en su dimensión fue un éxito, porque se constituyó en el único vehículo ciento por ciento argentino, sin que ni antes ni después nadie lo igualara.
Ingeniero Raúl Salvador Gómez
Cuenta la historia que “en 1951, el Instituto Argentino de Promoción de intercambio (IAPI), importó de Estados Unidos una partida de 2.500 tractores Empire, equipados con motor Jeep Willys. Estos tractores, diseñados para playones de aeropuertos, tenían el inconveniente de volcar bajo tiro. El brigadier San Martín, presidente de IAME propone su reconversión y adaptación de su mecánica para la construcción de un vehículo para el campo, creando el departamento de recuperación de tractores Empire a Cargo del ingeniero Raúl Salvador Gómez, en febrero de 1952. El departamento del Ing. Gómez proyectó 2 vehículos un camión liviano denominado Rastrojero y una Rural denominada Gauchita. En el prototipo se trabajó con un tren delantero similar al Ford 1937, de los tractores se aprovechó motor, sin regulador de velocidad, caja de velocidades, embrague, crucetas, el radiador y la caja de dirección, el trabajo de chapa de la cabina se efectuó sobre una plataforma de madera. En 87 días estuvieron listos los dos prototipos, que se presentaron al presidente Perón, el 1 de mayo de 1952, en el edificio de YPF”.
A partir de este paso, “la empresa Autoar propone la fabricación de chasis, con una suspensión delantera tipo Porsche con barras de torsión. El primer Rastrojero salió de la línea de montaje en noviembre de 1952”.
Claro, lo que suponían que iba a ocurrir ocurrió, porque los motores disponibles se vendieron con otros tantos vehículos y eso obligó a asegurarse nuevos motores para seguir la producción en serie, siempre bajo la consigna de que sean diésel y concebidos para trabajar en el campo.
La primera tanda de producción llegó a los 2.365 Rastrojeros.
Jorge Vergara
jvergara@rionegro.com.ar
Jorge Vergara
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