Reclaman más protección a periodistas
Advierten que una custodia armada habría podido impedir los asesinatos
PARIS (ANSA) – La organización Periodistas sin Fronteras (RSF) denunció ayer que el asesinato de los cuatro periodistas ocurrido el lunes en Afganistán se habría evitado si el convoy en que viajaban hubiese sido escoltado por mujaidín armados.
«No queremos dar clase a nadie, ni poner freno a la libertad de nuestros colegas que arriesgan sus vidas por el deber y la pasión de informar», dijo Vincent Brossel, responsable en Asia de RSF, a ANSA.
«Pero la realidad de una guerra en la que no hay un frente definido, en que el enemigo tiene distintos rostros y el peligro puede estar siempre al acecho debe tomarse en consideración. Es la lección que debemos aprender del sacrificio de los cuatro periodistas», agregó. Hasta el lunes, RSF no había sugerido nunca la posibilidad de que una escolta armada, explicó Brossel, ni siquiera después de la muerte, una semana atrás, de los enviados de dos radios francesas, RTL y RFI y de un periodista alemán.
Ahora, la organización sintió el deber de intervenir o de sugerir esas presencias al menos para los traslados de una ciudad a otra.
«Son recorridos largos, en zonas sin protección alguna, lejos de cualquier control, que aún están en manos de la guerrilla civil», dijo.
En cambio, la posición es diferente cuando no hay un traslado, porque en estos casos la presencia de una escolta puede perjudicar al enviado de guerra, comprometiendo su posibilidad de obtener información y realizar la propia investigación.
Las eventuales fuentes desaparecerían frente a testigos indeseados, «especialmente en un país como Afganistán en que los periodistas fueron siempre considerados como arena en los ojos por los talibán «.
Los cuerpos llegan a Pakistán
Los vehículos que transportan los cuerpos de los cuatro periodistas asesinados en Afganistán, entre ellos el español Julio Fuentes del diario «El Mundo», han llegado hoy a la ciudad paquistaní de Peshawar, informó la Cruz Roja Internacional.
En Peshawar, la viuda de Fuentes, Mónica García Prieto; el director adjunto del diario «El Mundo», Jorge Fernández, y la embajadora española en Pakistán, Aurora Bernáldez, se harán cargo del cadáver del periodista español. En el hospital Khyber de esta ciudad los restos mortales de los informadores serán embalsamados, antes de su traslado a Islamabad para ser repatriados a sus países de origen.
Vehículos de la Cruz Roja internacional recogieron ayer en la ciudad afgana de Jalalabad los restos mortales de Fuentes, de la italiana María Grazia Cutuli, enviada del diario italiano «Corriere de la Sera», y del cámara australiano Harry Burton, y del fotógrafo afgano Azizula Haidari, que trabajaban ambos con Reuters.
«No podemos dejar nuestro trabajo»
El periodista Harry Whitbeck, corresponsal de CNN en Afganistán , aseguró a «Río Negro» que la noticia de la muerte de los 4 periodistas «causó mucha consternación dentro de todo el grupo de periodistas concentrado aquí en Kabul. Porque eran colegas, porque eran muy conocidos, porque representaban a agencias y a diarios por los cuales muchos habíamos trabajado. Y también causó preocupación y hasta temor porque de repente no se sabe quién esta haciendo qué, y no se sabe el motivo».
Agregó que «aunque lo que se cree es que fueron víctimas mas de asaltantes que de algún grupo que haya tenido motivaciones políticas. Pero eso no hace que el miedo sea menor, estamos trabajando en un país en un conflicto, en una situación de guerra que es muy cruenta, y es muy difícil predecir lo que puede seguir sucediendo». Finaliza diciendo que «Así que continuamos con mucha cautela, pero no podemos de dejar de hacer nuestro trabajo. Nosotros tenemos la responsabilidad de contarle al mundo lo que esta pasando». (AR)
La gente de Kabul no confía en nadie y pide a la ONU
KABUL (ANSA) – La población de Kabul coincide: sólo la presencia de fuerzas de paz internacionales en la capital podrá traer la normalidad a Afganistán, ya que es muy probable que la guerra civil entre distintas etnias continúe pese a la caída del régimen talibán y el avance de la Alianza del Norte.
«Queremos a la ONU», dice Haji Fakir Mohammed, poeta, escritor y hombre de negocios de la provincia oriental de Paktia, quien desde hace 30 años fue trasladado a Kabul.
También Shaqiba, una médica de 40 años que fue obligada en 1996 por el talibán a abandonar su trabajo, como las otras mujeres afganas. Lo dice Sheqeb, un estudiante de 16 años. Lo repite Mohammed Sohail, un miembro de la milicia antitalibán que hace guardia con un grupo de mujaidines en el cuartel general 52, antes base de los talibán, destruida por la aviación estadounidense.
«Aquí todo se puede arruinar de un momento a otro. La gente no confía de los mujaidines porque no son una fuerza disciplinada», cuenta Sohail, quien vive en Kabul y forma parte de las tropas de la etnia tajika.
El cuartel general 52 es una ruina. Sohail muestra los enormes cráteres causados por las bombas. Todo alrededor del edificio está destruido. Hay carcazas de tanques y restos de un lanzamisiles antiaéreo talibán partido en dos a causa de la suerte o de la mira demasiado precisa de los pilotos estadounidenses.
En Kabul es difícil distinguir entre los daños hechos por los ataques estadounidenses y los de la guerra civil.
PARIS (ANSA) - La organización Periodistas sin Fronteras (RSF) denunció ayer que el asesinato de los cuatro periodistas ocurrido el lunes en Afganistán se habría evitado si el convoy en que viajaban hubiese sido escoltado por mujaidín armados.
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