Reclamos sin respuestas

«El año pasado a una de las chicas le pusieron trece puntos en un brazo porque se cortó con un azulejo roto en el baño. Hace unos años otro chico se cortó en la espalda de la misma manera», cuentan los maestros que han decidido no iniciar las clases debido al riesgo latente para la seguridad de los alumnos.

«Hace unos meses encontramos una vinchuca y después aparecieron varias más. Pedimos que fumigaran y jamás vinieron. Dicen que no están infectadas pero nada nos tranquiliza», dicen entre todos, aportando datos de reclamos que se repiten y respuestas que nunca llegan.

«Las maestras trabajan todo el año en proyectos para plantar arbolitos y cuidar las plantas. Pero como el predio no está cerrado entran chivos, caballos, perros y hasta vacas que rompen todo», cuenta Claudio Ñancucheo, mientras muestra a lo lejos los animales que de tanto en tanto hacen una incursión al desprotegido patio.

Los hierros amontonados y los ladrillos de los canteros desparramados en el frente del edificio impiden imaginar a los chicos corriendo por allí sin lastimarse. (ASA)


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