Recuperaron su libertad cinco detenidos

Estaban involucrados junto a otros tres por la causa de narcotráfico que investiga el juez Moldes de Bariloche. La mujer detenida en Plottier fue desvinculada por su marido, en tanto que los cuatro detenidos en Bariloche estarían imputados en figuras que permiten su excarcelación. Siguen presos tres individuos procedentes de la zona del Alto Valle.

SAN CARLOS DE BARILOCHE .- El juez Federal de Bariloche, Leónidas Moldes, dispuso la libertad de cinco de los detenidos en los recientes operativos contra el narcotráfico realizados en esta ciudad y en otras del Alto Valle.

Los liberados, salvo Ana Rafaela de Palo -la mujer detenida en Plottier junto a su esposo- que fue sobreseída, continúan sujetos a la causa y a la investigación, pero en principio el delito que se les podría imputar excarcelable en función de la figura, cantidad de droga o elementos de prueba encontrados en su poder.

En los calabozos del Escuadrón 34 de Gendarmería siguen alojados dos de los sospechos que fueron detenidos durante los allanamientos realizados en Cipolletti y Plottier, y el que transportaba más de medio kilo de cocaína desde Neuquén a Bariloche.

Todo comenzó el sábado a la noche cuando los gendarmes detuvieron en uno de los accesos a la ciudad a Jorge Aníbal Sainz, quien conducía un auto Corsa que disimulaba en su tapizado casi 600 gramos de cocaína compactada.

Pero las tareas de inteligencia se habían iniciado unos ocho meses antes a partir de las escuchas telefónicas ordenadas por el juez Moldes. El control de teléfonos y celulares de adictos es el que generalmente les permite a los uniformados descubrir punteros o distribuidores, y el realizado a éstos, a su vez, a los abastecedores de nivel mayorista.

Es indudable que a Sainz los gendarmes lo esperaban con datos precisos en la entrada a la ciudad, y que otras escuchas o infidencias les permitieron detener después a Daniel Darío González Flórez y a Eduardo Mantegazza en Cipolletti y Plottier. Las escuchas no sirven como prueba concluyente, pero constituyen indicios y permiten orientar la investigación (ver recuadro).

Los expertos en la lucha contra el narcotráfico se valen de las escuchas y, desde la aprobación de moderna legislación, de confidentes, arrepentidos o personal encubierto para sus pesquisas. Los jueces pueden autorizar también la postergación en la detención de personas o el secuestro de estupefacientes, cuando entienden que la ejecución de esas medidas comprometen el éxito final de la investigación.

El jefe de las guarniciones de Gendarmería ubicadas desde Neuquén hasta el norte del Chubut, Miguel Reyes Quejele, opina al respecto que «el narcotraficante trabaja, estudia y analiza tanto como nosotros, con la ventaja de que no se da a conocer ante la población. Al valerse del narcotráfico tiene medios más sofisticados y técnicamente más avanzados de los que podemos tener nosotros y eso hace que a veces nos lleven ventaja».

Frente al aumento en el consumo y tráfico de estupefacientes a la Sedronar le redujeron el presupuesto y las distintas fuerzas tratan de aggiornarse incorporando nuevos elementos.

La Policía Aeronáutica estrenó en Bariloche un moderno equipo de raxos X que ya detectó un kilo de marihuana en el bolso de mano de un pasajero. El capitán Marcelo Valicenti explicó que «todo lo que llega como correo se pasa por el equipo de rayos X, y también hacemos un control selectivo del equipaje que va a la bodega del avión; con los equipos se pueden hacer análisis cromatográficos que permiten diferenciar el metal de un explosivo, y de lo que puede ser un componente químico, eventualmente una droga».

Pese a los avances técnicos, los datos confidenciales o las escuchas telefónicas siguen siendo las armas más utilizada por los investigadores.

Los cándidos códigos secretos de los drogadictos

SAN CARLOS DE BARILOCHE .- Los pobres adictos son la principal fuente de información de las fuerzas de seguridad, casi siempre de manera involuntaria. Dominan códigos de lenguaje para disfrazar las palabras comprometedoras, aunque las sustitutas resultan tan obvias como las reales. Hablan de cintas, casetes, ollas, mesas, cosos o chiquitazos, y las cuantifican como un mogra, duquesa, tricota, cincotta u ochoa, con urgencia en el reclamo. Para el que sabe lo que busca, y es el caso de los gendarmes, todo es revelador.

Para llegar a la última sentencia dictada en Bariloche a un traficante se realizaron diez meses de escuchas y transcripciones y se observaron 525 encuentros sin motivo aparente entre el procesado y otras personas.

En un muestreo de cuatro semanas se constataron 138 llamados indicativos de la conducta delictiva y 117 encuentros fugaces con personas que habían concertado citas telefónicas.

Pero los consumidores no sirven como testigos porque niegan su condición y se sienten cómplices de su proveedor. Ante los jueces inventan excusas relacionadas con su actividad o la del sospechoso, que casi siempre tiene alguna legal, aunque sea para encubrir la principal.

Todos los testigos citados por el Tribunal Federal Oral de Roca brindaron explicaciones poco creíbles sobre el lenguaje encubierto que utilizaron en sus comunicaciones con el traficante.


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